La desnutrición en pacientes oncohematológicos, el reto de cuidar desde el plato

La desnutrición es una de las grandes preocupaciones en pacientes oncohematológicos. Para quienes enfrentan enfermedades como leucemias o linfomas, la alimentación no es solo una fuente de energía, sino una base esencial para su recuperación. Sin embargo, los efectos secundarios de los tratamientos, como la quimioterapia o los trasplantes de médula ósea, pueden dificultar la ingesta y absorción de nutrientes, lo que agrava aún más su estado de salud.

Cuando el cuerpo no recibe los nutrientes que necesita, las consecuencias pueden ser graves, con la pérdida de masa muscular, un sistema inmunológico debilitado o una mayor vulnerabilidad frente a infecciones. Esto, además de afectar la calidad de vida del paciente, también prolonga su recuperación y reduce la eficacia de los tratamientos médicos.

Ante este panorama, los programas de soporte nutricional personalizado se vuelven imprescindibles. Estas intervenciones mejoran el estado nutricional y la tolerancia a los tratamientos e influyen directamente en la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes. Integrar la evaluación nutricional como parte del manejo integral es, por tanto, una estrategia clave para optimizar los resultados clínicos en estos pacientes.

En este contexto, en el marco del ‘Reto de Oncohematología’ organizado por AstraZeneca en colaboración con la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), Nootric presentó una iniciativa para prevenir de la desnutrición en pacientes oncohematológicos, un problema común, pero, a menudo, subestimado. Especialmente en aquellos que atraviesan procesos complejos como trasplantes de médula ósea o tratamientos prolongados para leucemia intermitente. Su propuesta destaca la importancia de ofrecer un soporte nutricional personalizado que ayude a prevenir la desnutrición y mejore los resultados en pacientes que requieren estancias hospitalarias largas. Es decir, no solo se basa en la adecuada administración de nutrientes, sino también en la monitorización constante del estado nutricional del paciente, adaptando la alimentación según las necesidades específicas de cada individuo.

Mejorar la calidad de vida de los pacientes oncohematológicos requiere entender sus necesidades desde una perspectiva global que combine la atención médica con el soporte nutricional adecuado. Y es que asegurar una atención completa y humanizada, donde la alimentación sea parte fundamental del cuidado, no solo mejora los resultados clínicos, sino que también dignifica el proceso, devolviendo a los pacientes la fuerza necesaria para avanzar en su recuperación.