Alimentación consciente: La clave para acabar con los malos hábitos alimentarios
Evita comer de forma impulsiva y reduce las alteraciones del comportamiento alimentario
En una vida llena de estrés y miles de actividades diarias, la hora de la comida pasa a un segundo plano, nuestra atención se pierde y los malos hábitos alimentarios se adentran en nuestra rutina casi sin darnos cuenta. La rapidez pasa a un primer plano y aceptamos cualquier alimento que nos permita lograrla, dejando así que ultraprocesados, precocinados con malos perfiles nutricionales o la fast food formen parte de nuestra dieta con mayor frecuencia de la recomendada.
Siguiendo los consejos de la Doctora Caridad Gimeno Uribes, profesora de Nutrición de la Universidad CEU Cardenal Herrera, nos adentramos en conocer en qué consiste mindfulness alimentación o la alimentación consciente y sus beneficios. Según nos cuenta, esta podría ser la solución perfecta para los momentos de ansiedad alimentaria.
Alimentación consciente, qué es
La “alimentación consciente” pretende que seamos “conscientes” de las sensaciones fisiológicas y emocionales del proceso de la alimentación. Intenta que aprendamos a percibir la saciedad y la diferencia entre el hambre física y la emocional. Habla de escuchar a nuestro cuerpo e identificar las señales que nos indican cuando debe comenzar o terminar la ingesta de alimentos.
Por causa del estilo de vida que llevamos en los países occidentales, con frecuencia al realizar distintas tareas o actividades, nuestra atención no está plenamente centrada en los proyectos que estamos realizando. Ocurre de la misma forma en el proceso de la alimentación.
Es importante volver a reencontrarnos con los mecanismos fisiológicos de nuestro organismo, como el hambre y la saciedad, además de apreciar los sabores, las texturas y los colores de un alimento. Además, la “alimentación consciente” nos ayuda a evitar comer de forma impulsiva sin estar presentes en el hecho alimentario y reducir posibles alteraciones de comportamiento alimentario (atracones, picar y patologías como anorexia y bulimia).
En este sentido, esta corriente nos enseña la importancia de aprender a ser conscientes de las sensaciones emocionales y fisiológicas de nuestro cuerpo en el “aquí y ahora”.
¿Cómo debemos llevarla a cabo?
Sería interesante eliminar las distracciones innecesarias durante los momentos de ingestión de alimentos (teléfono móvil, televisor, tablet…), hacerlo en un entorno lo más agradable posible (luminoso, tranquilo, amplio, ordenado…) y no estar pendientes del reloj (no desayunar con prisa porque llegamos tarde al trabajo). Hay que dedicar tiempo a cada bocado.
Siguiendo con la “alimentación consciente”, se recomendaría que lleváramos la mente al presente, centrándonos en qué es lo que está ocurriendo dentro de nuestro cuerpo, saber apreciar con los cinco sentidos lo que comemos, notar el sabor, las texturas y el sonido que producen los alimentos al introducirlos en la boca .
Para practicar esta idea os proponemos realizar la prueba de saborear una fresa madura. Para ello ponemos la fruta en la palma de la mano, la observamos como si fuera la primera vez que vemos una, apreciamos sus diferentes colores, la palpamos analizando su textura, la olemos, la acercamos a los labios despacio, reconocemos cómo salivamos y la introducimos en la boca. Se saborea y se mastica. A continuación, cuando nos sentimos preparados para ingerirla, se presta atención al impulso de tragar y se visualiza cómo recorre su camino hasta llegar al estómago.
Durante este período de confinamiento nos hemos visto “obligados” a tomar un café o un bocadillo mientras andábamos por la calle debido a que muchos locales eran de “take away”. Esto rompe totalmente con la idea de poner todos nuestros sentidos en el acto alimentario. "Particularmente he criticado a otros países desarrollados de nuestro entorno donde vemos habitualmente a la gente comiendo y bebiendo en recipientes de cartón o plástico mientras caminan, dejando un montón de residuos en las papeleras", señala la experta.
La imagen de España ha sido siempre la de una terraza con mesas para tomar el café sentados, con tazas de loza y cucharas de acero inoxidable acompañados de la tostada, los churros o el bocadillo en compañía de amigos o compañeros de trabajo. No podemos perder parte de esta esencia que pertenece al concepto de Dieta Mediterránea como estilo de vida y que enlaza totalmente con la idea de alimentarnos conscientemente y participar en todos los procesos de la alimentación desde el campo a nuestra boca.
¿Cómo nos ayuda a prevenir la obesidad?
Comer con “conciencia” favorece que conozcamos en todo momento lo que ingerimos, por lo que esto nos ayuda a controlar cantidades y a disfrutar más del alimento. Evitamos que la ingesta sea un acto emocional y automático, que comamos por ansiedad, tristeza o aburrimiento y que la alimentación pase a ser un proceso consciente y placentero además de fisiológico. En este contexto, evitamos alimentarnos en exceso y de manera incorrecta.
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