¿Qué es la disfagia? Síntomas y consejos para sobrellevarla
Si padecemos dificultad para tragar de forma habitual, hay que consultar al médico para descubrir la causa y tratamiento
Todos podemos experimentar dificultad para tragar en algún momento, por ejemplo si comemos demasiado rápido, no masticamos bien o intentamos tragar mucha cantidad de alimento de golpe. A algunas personas les pasa solo con determinadas comidas, como el arroz, la carne o los huevos duros. Pero una cosa es un impedimento esporádico y otra que se vuelva habitual.
Hay personas que necesitan realizar un gran esfuerzo para pasar la comida o la bebida desde la boca hasta el estómago; a veces, lo consiguen con dolor y otras ni siquiera son capaces. Esto puede suceder a cualquier edad, incluso en la infancia, pero es más común en los mayores. Según datos que maneja TK Home Solutions, la compañía líder en salvaescaleras para el hogar, tres de cada diez españoles de más de 60 años sufren de disfagia y el problema se dispara con el paso del tiempo. Afecta también en este mismo porcentaje a quienes sufren enfermedades neuronales, y lo padecen la mitad de los que han tenido un ictus y el 25% de los pacientes de cáncer.
Cuáles son los síntomas
En el acto de tragar intervienen diversos músculos y nervios que con los años se van debilitando y dañando. Pero tener disfagia no es un síntoma normal del envejecimiento, aunque este pueda causar un desgaste natural del esófago o una obstrucción causada por utilizar una dentadura postiza que no permite masticar bien.
Los años también aumentan el riesgo de enfermedades tales como accidentes cerebrovasculares, párkinson, trastornos neurológicos u otras afecciones importantes.
Por ello, siempre hay que consultar con el médico si aparecen estos síntomas de manera habitual:
- Dificultad para tragar.
- Dolor en la deglución.
- Tos o arcadas al intentar pasar los alimentos.
- Molestias en el pecho después de tragar.
- Sensación de que la comida se queda en la garganta «como pegada».
- Atasco de sólidos o líquidos que se percibe en la zona de detrás del esternón o bloqueo en el esófago.
- Ronquera.
- Regurgitación frecuente.
- Salida de lo ingerido por la nariz.
- Borboteos y ruidos en la garganta durante y tras las comidas.
- Acidez de estómago.
- Lentitud extrema en las comidas.
- Pérdida de peso inexplicable.
Conviene acudir pronto al médico porque la disfagia puede ocasionar malnutrición, pérdida de peso, deshidratación, neumonía por aspiración de sólidos o líquidos (que llevan bacterias a los pulmones) y atragantamientos; esto es, puede ser un problema leve o grave, dependiendo de qué esté causando la dificultad para tragar.
¿Cuáles son sus causas?
En algunas familias, tiene un origen genético: existen causas funcionales que aparecen en varios miembros que comparten genes. También hay un tipo de disfagia nerviosa en personas con un alto grado de ansiedad. Además, numerosas afecciones pueden estrechar la garganta o el esófago y dar lugar a diferentes tipos de disfagias. Estas son las principales:
- Disfagia orifaríngea: Los músculos de la garganta dificultan el paso de la comida. Esto suele provocar atragantamientos, arcadas, tos al intentar tragar o incluso alimentos que bajan por las vías respiratorias o suben por la nariz. Puede deberse a trastornos neurológicos como párkinson, esclerosis múltiple o distrofia, daños neurológicos, divertículos (bolsas) que recogen partículas de comida, etc.
- Disfagia esofágica: Los alimentos se quedan como atascados o pegados después de tragarlos, bien sea en la garganta o en el pecho. Puede ocurrir cuando el esfínter del esófago no se relaja para dejar pasar los alimentos hacia el estómago o cuando los músculos de la pared del esófago se han debilitado. Otras veces, la causa está en espasmos, estrechamientos, tumores, cuerpos extraños en el anillo esofágico, reflujo gastroesofágico, alergias alimentarias, úlceras, cicatrices y endurecimientos, hernias, tumores...
Existen diversas pruebas para detectar el origen del problema: radiografías con contraste; estudios dinámicos de deglución que analizan cómo se realiza el proceso en el paciente y que permiten ver en directo la coordinación de los músculos que intervienen el proceso; endoscopias que muestran el esófago por dentro; biopsias, etc.
En cuanto a las soluciones, pueden ir desde las terapias motoras, pasando por la reeducación en la deglución, medicamentos, dilataciones..., hasta las intervenciones quirúrgicas.
Al tener tantas posibles causas, como hemos visto, prevenir la disfagia resulta muy difícil. Como en todo, ayudan las recomendaciones generales de llevar una dieta balanceada y huir de la vida sedentaria haciendo ejercicio en la medida de las posibilidades de cada uno.
En caso de padecer disfagia, los expertos de TK Home Solutions ofrecen estos consejos:
- Sentarse a comer relajado pero derecho, con una postura correcta.
- Comer despacio, con calma y conscientes de lo que se está haciendo.
- Cuidar la dentadura y, si es postiza, vigilar que ajuste bien y permita su función masticadora.
- Masticar bien los alimentos y no tomar una nueva porción hasta haber tragado la anterior.
- Cortar la comida en trocitos pequeños.
- Ingerir pequeños sorbos de agua de manera frecuente durante la comida, pero no con la boca llena.
- Si hay que tomar pastillas, machacarlas o partirlas para que resulte más fácil tragarlas.
- Elegir alimentos de fácil deglución y consistencia blanda.
- No hablar mientras se traga.
- Quedarse erguido después de comer durante 30 o 40 minutos.
Por último, los expertos recuerdan que la maniobra de Heimlich salva vidas, por lo que recomiendan que todo el mundo tenga nociones de primeros auxilios. "Cuando se convive con niños, con mayores o con personas que padecen problemas para tragar, la maniobra de Heimlich es decisiva, pero también puede serlo con cualquiera que esté perfectamente sano, porque todos podemos atragantarnos y asfixiarnos con un cuerpo extraño o un trozo de alimento que queda atascado en el conducto respiratorio. Esta maniobra, de la que existen vídeos en internet, consiste en hacer una serie de compresiones abdominales para desobstruir el aparato respiratorio cuando alguien se asfixia por atragantamiento. Conviene ver varias veces cómo se realiza correctamente y refrescar su práctica periódicamente", aconsejan.
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