Champiñones y setas de cultivo: sostenibilidad en toda la cadena de producción
El sector ha mejorado significativamente su productividad gracias a avances técnicos y medioambientales
La producción de champiñones y setas es un excelente ejemplo de bioeconomía circular a nivel global. Este proceso utiliza subproductos agrícolas para crear un sustrato que se emplea para cultivar un alimento sostenible, bajo en costos y nutritivo. Además, el sustrato utilizado se devuelve a la tierra como enmienda, reduciendo la necesidad de fertilizantes artificiales y contribuyendo a la captura de carbono.
Así nos lo cuentan desde la campaña europea Champiñones y setas europeas, un tesoro por descubrir.
En los últimos años, el sector ha mejorado significativamente su productividad gracias a avances técnicos y medioambientales en la producción controlada en interiores, lo que ha llevado a una producción muy eficiente de champiñones y setas de cultivo por unidad de superficie.
Además, los champiñones y setas cultivadas son un sustituto ideal de la carne desde una perspectiva medioambiental, ya que tienen una huella de carbono menor, requieren menos agua y tierra, y son más saludables para los consumidores. Socialmente, el sector de los champiñones y setas cultivadas en Europa desempeña un papel importante como generador de empleo en áreas rurales.
Los champiñones y setas de cultivo destacan por su sostenibilidad en toda la cadena de producción, desde su método de cultivo hasta su envasado. Además, se están llevando a cabo estudios en varios países europeos con el objetivo de mejorar aún más su impacto medioambiental y social.
El proceso de producción consta de seis pasos:
1. Elaboración del compost con residuos agrícolas.
2. Pasteurización.
3. Inoculación con micelio.
4. Cubrir el compost con una capa fina de tierra para preservar su humedad.
5. Desarrollo de champiñones y setas de cultivo en forma de brotes.
6. Recolección.
Este método es sostenible, ya que recicla residuos agrícolas que de otro modo serían difíciles de reutilizar, consume poca agua y energía, y tiene una huella de carbono baja. Además, su alto rendimiento por unidad de superficie lo hace eficiente.
Este sector también crea más de 40.000 empleos directos en Europa, especialmente en zonas rurales, y estudios en varios países europeos buscan mejorar aún más su impacto medioambiental y social.
La producción de estas setas se concentra en nueve países de la Unión Europea: Italia, Países Bajos, Polonia, España, Bélgica, Francia, Alemania, Hungría e Irlanda.
Producción
En 2020, Europa produjo un total de 1.063.700 toneladas de Agaricus bisporus, de las cuales el 64 % se destinó al mercado de productos frescos y el 36 % se destinó a la transformación.
Aproximadamente el 95 % provino de los nueve países mencionados, lo que representa 994.200 toneladas. Más del 50 % de esta producción provino solo de Polonia y los Países Bajos. Estas cifras son notables, especialmente porque se han mantenido relativamente estables a lo largo de los años.
Este sector es de gran importancia en el mercado laboral, ya que más de 2.400 productores europeos generan más de 47.000 empleos directos, principalmente en áreas rurales.
Consumo
En 2020, en los nueve países participantes, el consumo promedio de champiñones y setas de cultivo frescos fue de alrededor de 1.3 kg por persona al año.
Se espera que este número aumente a 1.6 kg por persona al año en los próximos tres años y a más de 3 kg por persona al año a largo plazo.
Varios factores respaldan estas previsiones optimistas, que incluyen la sostenibilidad del cultivo de Agaricus bisporus en términos de uso de recursos como agua y energía, su huella de carbono y prácticas de reciclaje, lo que responde a las expectativas de los consumidores.
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