Los madrileños y visitantes podrán vivir la experiencia de saborear el patrimonio, recorriendo los obradores artesanales

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1 de diciembre, 2025

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ASEMPAS lanza una deliciosa campaña: “Dulces de las Ciudades Patrimonio de la Humanidad en la Comunidad de Madrid”

La Asociación de Empresarios Artesanos del Sector de la Pastelería y Panadería de Madrid (ASEMPAS) lanza una deliciosa campaña: “Dulces de las Ciudades Patrimonio de la Humanidad en la Comunidad de Madrid”.

Una iniciativa que une tradición, cultura y gastronomía para dar a conocer y promocionar los distintos obradores de pastelerías artesanales presentes en las tres joyas únicas reconocidas por la UNESCO: Alcalá de Henares, Aranjuez y San Lorenzo de El Escorial. Y una ruta de pastelerías artesanas para descubrir sus distintas elaboraciones y presentaciones, que contará con el apoyo de los tres municipios y la Comunidad de Madrid.

Con la presencia de las concejalas de Turismo de los tres municipios —Isabel Ruiz Maldonado, primera teniente de alcaldesa y concejala de Turismo, Salud y Servicios Sociales de Alcalá de Henares; María Belmonte González, concejala de Turismo de Aranjuez; y Patricia Partida Becerril, concejala de Turismo de San Lorenzo de El Escorial— junto con Laura Martínez Cerro, directora general de Turismo y Hostelería de la Comunidad de Madrid, se presentó la nueva campaña, en el Centro de Turismo de la Puerta del Sol de Madrid.

Según el presidente de ASEMPAS, esta acción “une tradición, cultura y gastronomía, y dará a conocer los distintos obradores y pastelerías artesanales de Alcalá de Henares, Aranjuez y San Lorenzo de El Escorial”. La iniciativa incluye un folleto con la ruta de pastelerías de cada localidad, editado en castellano e inglés, que estará disponible tanto en las oficinas de Turismo de la Comunidad de Madrid como en las oficinas municipales de las tres ciudades.

Durante la presentación tuvo lugar una mesa redonda en la que se debatió sobre el atractivo y la fortaleza de las escapadas de fin de semana y de las estancias cada vez más prolongadas. Se destacó el crecimiento constante de la oferta cultural, gastronómica y de ocio, así como las cifras récord del turismo en la región, resultado de años de trabajo en posicionamiento y en el desarrollo de propuestas diferenciadas. También se abordó el impacto del turismo en el empleo de calidad, la retención del gasto en el comercio local y la gestión urbana de los tres municipios.

Para finalizar, tres pastelerías presentaron los postres representativos de sus destinos, explicando qué puede encontrar el turista en cada uno de ellos y cómo esta campaña abre la puerta a nuevos compradores y visitantes.

Tres ciudades y tres destinos únicos

Alcalá de Henares, cuna de Cervantes y referente del turismo cultural, guarda entre sus calles históricas, y recorriendo su centro histórico, el Corral de Comedias, uno de los más antiguos que se conservan en Europa, el Museo de la Casa Natal de Cervantes, el Parque Arqueológico Complutum y el Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid.

Real sitio y Villa de Aranjuez, famosas son sus huertas, fuentes y jardines por donde visitar el Palacio Real es uno de sus mayores atractivos junto con la Casa del Labrador y el Museo de Falúas.

San Lorenzo de El Escorial, con su majestuoso monasterio renacentista, Felipe II lo erigió como símbolo de su proyecto monárquico y Carlos III mandó proyectar el desarrollo de asentamiento de su población.

Un viaje que se saborea

Visitar estas localidades es recorrer la historia a través de sus monumentos y paisajes, pero también descubrir en cada pastelería un pedacito de identidad local. Los dulces típicos no son solo un postre: se convierten en embajadores gastronómicos, recuerdos que turistas y viajeros llevan consigo como el mejor tesoro.

Patrimonio que se disfruta

Con esta campaña, ASEMPAS invita a madrileños y visitantes a vivir la experiencia de saborear el patrimonio, recorriendo los obradores artesanales que, con su esfuerzo y maestría, mantienen vivas las tradiciones de estas ciudades monumentales.

Porque cada bocado es también un viaje al pasado, una celebración de la cultura y un homenaje a la dulzura que distingue a la región de Madrid.

Así nos encontramos en Alcalá de Henares con cuatro postres emblemáticos como son: la costrada, las rosquillas de Alcalá, las almendras garrapiñadas y las tejas de Alcalá.

La costrada de Alcalá se compone de varias capas, vamos un milhojas de hojaldre, relleno de crema y merengue, y cubierto de almendra picada y gratinada. Su origen está discutido. Unos consideran que fue creada a finales del siglo XIX por los confiteros Salinas, antiguos pasteleros reales, ubicados en la plaza de Cervantes desde 1846. Otros sostienen que fue en 1929 por el pastelero Lino Gómez Noguera en la pastelería El Postre, ubicada en la calle El Tinte desde 1926, a partir de una receta aportada por Concepción Azaña, de un postre que esta había tomado en la boda de la sobrina de Manuel Azaña en Zaragoza.

Las rosquillas de Alcalá o también llamadas rosquillas de yema, se trata de unas rosquillas de hojaldre bañadas en una crema de yema y glaseadas. Con su característico color amarillo procedente del baño tienen su origen en la Roma imperial, el nombre de las Rosquillas de Alcalá les vendría, según los libros de historia de la repostería, de su preparación en Alcalá en el siglo XVI, haciéndose famosas posteriormente en Madrid, donde estaba la corte real.

Las almendras garrapiñadas de las Clarisas de San Diego, es almendra y un almíbar de azúcar tostado, están documentadas desde al menos el siglo XVIII, y son seguramente de origen árabe. De receta simple pero con la maestría de las monjas de clausura del Convento de las Clarisas de San Diego, también llamadas “almendreras”. Las Clarisas se dedican a su confección desde tiempo inmemorial, y también son conocidas como “las Diegas de Alcalá”, por ser San Diego de Alcalá su patrón.

Las tejas de Alcalá, son unas galletas o pastas curvadas con la forma característica de las piezas con que se construyen los tejados, de ahí su nombre, y con un ingrediente fundamental en la repostería española: la almendra.

Aranjuez ha hecho famoso a un cultivo de sus huertas: el fresón de Aranjuez, es uno de sus emblemas culinarios más destacados, no solo referente de calidad en España, sino que también tiene un importante legado cultural. Cultivado en las fértiles tierras regadas por el río Tajo, este fruto destaca por su sabor dulce y jugoso, que lo convierte en una auténtica joya de la agricultura y la gastronomía local.

Destacando el uso en repostería, del fresón de Aranjuez ideal para elaborar tartas, mousse o incluso compotas, o bañadas simplemente en chocolate. Su sabor natural brilla en preparaciones sencillas, donde se convierte en el centro de atención. Además de caramelizarlas, pueden macerarse con azúcar y unas gotas de licor. Otras opciones es usarlas como acompañamiento de ensaladas de frutas o en helados.

Si algo también ha caracterizado a los obradores centenarios de Aranjuez, ha sido la elaboración y el empleo de hojaldres en sus postres y tartas centenarias como la “tarta goyesca de Aranjuez” con sus rellenos de crema.

Y finalmente tenemos en San Lorenzo de El Escorial un postre como es el dulce de los reyes que se apropió el pueblo, hablamos de la actual bizcotela, son bizcochos con ligera forma de media luna napados con yema y recubiertos con chocolate.

Las bizcotelas tienen su origen en el pastel que creó en Madrid en 1747 por Juan de la Mata, confitero de la Corte de Carlos III, quien inventó la receta llamada: «Vizcocho del Palacio Real», y aparecía en el libro “Arte de Repostería” (1747).

Probablemente el postre viene de Francia: de la Mata se formó con reposteros galos (e italianos) y la receta es muy similar a la de los bizcochos de Saboya (recogida también en el “Arte de repostería”). Los indicios no acaban aquí, pues un Diccionario hispano-francés de 1759, publicado apenas doce años después del “Arte de repostería”, no se limitaba a mostrar el término «vizcocho» en ambos idiomas, sino que ofrecía además una definición describiéndola como una galleta glaseada propia de conventos femeninos. Así, aunque Juan de la Mata la bautizará como «vizcocho del Palacio Real» su origen hay que buscarlo en los conventos de monjitas galas, llegando la receta a nuestro país de la mano de los reposteros que acompañaron a Felipe V desde Francia tras convertirse en rey de España, pues el insigne autor trabajó en las cocinas de este monarca y de su sucesor, Fernando VI.

La receta de éste postre fue reinventada en los años 40 por la desaparecida pastelería La Violeta Imperial con cobertura de chocolate negro y blanco, al existir en El Escorial una vieja tradición chocolatera que tuvo su momento álgido cuando Matías López creó su fábrica de chocolates, a principios del siglo XX y hoy lamentablemente desaparecida y que cuenta con un Museo del Chocolate visitable actualmente.

Esa vinculación con el chocolate hace que nos encontremos muchas elaboraciones de postres con el baño o el añadido de cobertura de chocolate.

 

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