^{José Bayón}

^{CEO de ENISA}

En la Agenda de Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 hay dos realidades opuestas que se dan la mano: el hambre extrema y la malnutrición. Una cosa y su contraria que nos afecta como sociedad, porque no solo se nos va la salud y la propia vida en ello, sino también los recursos con los que contamos y que son finitos. Y es que tanto por exceso como por defecto, la alimentación, que nos acaba pasando factura en la cuenta de haberes de la salud del mundo, también marca por dónde no se ha de seguir actuando en sectores tan estratégicos como el agroalimentario.

Basta ver datos como los de la FAO, que señalan a los cerca de 2.000 millones de personas en el mundo con alguna disfuncionalidad alimentaria y que afecta a su salud, y por tanto, a su calidad de vida; o los de la OMS que alertan de cómo la obesidad y el sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a nivel mundial. De hecho en nuestro país, según el Estudio Aladino sobre la Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad el 23,2% de niñas y niños de familias con rentas inferiores a 18.000 euros brutos anuales sufre obesidad. Lo cual nos habla, por otra parte, de una nueva brecha social por esta causa.

Y es que, si queremos romper con este panorama, se hace urgente entender que sin innovación —tanto en la agricultura como en el sector de la alimentación— ninguno de los planes previstos para dentro de ocho años van a poder lograrse.

Desde ENISA, conscientes del papel que jugamos como Administración Pública, en pisar el acelerador del ecosistema del emprendimiento de nuestro país y en aumentar el ratio de innovación en todos los sectores, y de la mano en este caso del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), “nos hemos puesto las pilas” y ampliado nuestra actividad financiadora con una nueva línea que pone el foco en los sectores mencionados y que no solo aumenta la eficacia en la productividad agrícola y la producción alimentaria sostenible, sino que pone el foco en toda la tecnología asociada a las mismas, y donde nuestro país, además, tiene también vocación de liderazgo exportador.

Se trata de la Línea AgroInnpulso a la que pueden optar emprendedoras o emprendedores del sector agroalimentario y del medio rural que quieran impulsar la transformación digital de sus empresas y cuyo importe inicial, dotado por el MAPA, es de 33 millones de euros hasta 2023 con posibilidad de ampliarse.

AgroInnpulso, junto al resto de líneas de las que disponemos (Jóvenes Emprendedores, Emprendedores, Crecimiento o Emprendedoras Digitales), tiene una tramitación sencilla, haciendo un clic en nuestra web, donde también se pueden conocer sus requisitos y condiciones. Nuestras cifras avalan esta utilidad ya que, por ejemplo, en 2021 tuvimos un total de 1.853 solicitudes de financiación de las cuales aprobamos 560 por un importe de más de 93,4 millones de euros y se firmaron 500 operaciones, por un valor cercano a los 86,8 millones de euros.

La línea Agroimpulso desde que comenzó su andadura en septiembre de 2021 ya ha servido para financiar cerca de 40 proyectos emprendedores en el sector por un importe de casi 7 millones de euros, lo cual pone de manifiesto su buena aceptación.

Una cifra que, sumada a la obtenida el pasado mes de diciembre, nos lleva a computar más de 1.165 millones de euros invertidos, con más de 7.700 préstamos desembolsados y más de 6.700 empresas financiadas desde que se iniciara nuestra concesión de préstamos participativos. Datos que avalan que nuestra alternativa financiera es un ingrediente necesario para la receta saludable y rentable que pretende cumplir con los objetivos de 2030.

Por ello, desde esta tribuna me permito animar a todos los emprendedores y emprendedoras del sector agroalimentario a que sigan avanzando con sus proyectos, que permitirán mejorar la economía y nuestra vida, y acudan a ENISA para todo aquello en lo que podamos ayudarles.