Conseguir que las viñas sean más resilientes ante la sequía es el gran reto al que se enfrenta el sector vitivinícola y lo seguirá siendo durante las próximas décadas. La agricultura regenerativa puede ser una gran ayuda en este sentido, y por ello el 4º Simposio de Viticultura Regenerativa, celebrado el pasado 3 de junio en el VINSEUM de Vilafranca del Penedès, se centró en qué estrategias se pueden implementar para encarar el problema del agua en las mejores condiciones posibles. Organizado por la Asociación de Viticultura Regenerativa (AVR) con el apoyo de INNOVI, clúster vitivinícola catalán, el simposio reunió a expertos y académicos para profundizar en aquellas prácticas regenerativas que pueden ayudar a mitigar el impacto de las sequías y a adaptar los cultivos a la crisis climática. La bienvenida del acto, presentado por la periodista Margalida Ripoll, redactora jefe de la revista Arrels, estuvo cargo del concejal de Promoción Económica y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Vilafranca del Penedès, Miquel Medialdea, y de la socia fundadora de la AVR y presidenta de INNOVI, Mireia Torres, que ha explicado cómo en tres años la asociación ha pasado de los cinco socios iniciales (Familia Torres, Clos Mogador, Can Feixes, Jean Leon y AgroAssessor) a más de cien, la prueba de que la viticultura regenerativa, que se basa en devolver la vida a los suelos, genera cada vez más interés y se percibe como «el único modelo vitícola» que tiene sentido en la situación actual.
LA VISIÓN CIENTÍFICA
La encargada de abrir las ponencias, con un primer bloque de carácter más académico, fue la Dra. Mª Carme Llasat, catedrática de Física de la Atmósfera de la Universitat de Barcelona (UB). Experta en riesgos meteorológicos y cambio climático, explicó la relación entre estos, la agricultura y los recursos hídricos en la región mediterránea. Aquí, «el aumento de temperatura es superior a las previsiones», un hecho «altamente preocupante» y que tiene una «incidencia clara» en las precipitaciones, con menos agua y repartida entre sequías y episodios de lluvias torrenciales. Llasat, con más de 200 publicaciones científicas de hidro-meteorología, cambio climático y de sus impactos sociales, destacó los problemas que esto causará en una región con una población creciente: episodios de escasez, disminución de la calidad del agua... Un escenario donde, concluyó, harán falta soluciones como las que aporta la agricultura regenerativa.
Para concretar esta situación en el sector de la viticultura, la Dra. Elena Baraza, profesora de Ecología en la Universitat de les Illes Balears (UIB) e investigadora del Instituto de Investigaciones Agroambientales y de Economía del Agua, centró su intervención en las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático que se pueden adoptar. La situación es «difícil», afirmó, y ante ello hay que «mejorar los balances hídricos», optimizando la eficiencia en el uso del agua con un mejor manejo del paisaje, el uso de agua regenerada y sistemas de riego que sean «extremadamente eficientes». A su vez, hay que reforzar la capacidad de absorción del suelo y evitar la pérdida por evapotranspiración con técnicas como las cubiertas vegetales, la agroforestería o la mejora de la interacción con los organismos que viven en el suelo, todas ellas propuestas que forman el núcleo de la agricultura regenerativa y cuya validez ha sido afirmada por estudios científicos. La investigación en variedades resistentes a la sequía, además, también será clave, y es por eso por lo que se está trabajando intensamente, así como con fenotipos concretos dentro de las variedades que se cultivan actualmente, para asegurar la continuidad de los vinos actuales.
Dentro de las propuestas innovadoras para el futuro del sector, uno de los nuevos conceptos más destacados es la agroforestería vitivinícola. Según la bióloga y doctora en agroecología Laura Armengot, experta en prácticas agrícolas sostenibles y sistemas agroforestales, la agroforestería es la inclusión de plantas leñosas perennes –árboles, arbustos, palmeras, bambúes...– y de animales en los cultivos. Una idea muy cercana a la agricultura mediterránea tradicional, que desde el siglo XIX se ha perdido para dar lugar a los monocultivos, un «desierto verde», dijo Armengot, que está empezando a cambiar para aprovechar los beneficios de este método, empleado durante siglos: mantiene la producción y la calidad, mitiga el cambio climático rebajando la temperatura, limitando la evapotranspiración y mejorando la biodiversidad, aumenta la fertilidad del suelo, limita el impacto de las plagas y permite diversificar los ingresos más allá de la viña con otros productos.
EJEMPLOS CONCRETOS
Desde el punto de vista de los productores, el primero en intervenir fue Julián Palacios, fundador de Viticultura Viva, que ayuda a las bodegas a mejorar el equilibrio de las viñas y alargar la vida de las cepas. Regenerar los suelos es «esencial», aseguró, pero hay que evitar el «greenwashing» y entender la agricultura regenerativa en su totalidad, no solo con aquello que «está de moda». En este sentido también habló de la poda de respeto, un elemento clave para la resiliencia tanto durante la formación de las cepas como para asegurar su supervivencia, y de la importancia de recuperar las podas en verde, que se han dejado de hacer.
Conseguir conservar y aprovechar al máximo la poca agua que tengamos será uno de los principales caminos para la viticultura del futuro. De eso, precisamente, habló el agricultor, ganadero y consultor Sergi Caballero, cofundador de la Cooperativa Mas Les Vinyes, que produce cordero, fruta y hortalizas. Para conseguir lo que llamó la «rehidratación del paisaje», hay que «observar los patrones de la naturaleza», un proceso largo pero que da una «base sólida» para ir aprendiendo a relacionarse mejor con un planeta que está cambiando. Caballero destacó la importancia del humus, «el pegamento de la tierra», que impide la erosión y asegura que acumule el máximo de agua posible cuando llueve. Así pues, trabajar la tierra para mejorar la presencia de materia orgánica es crucial para una mejor salud del suelo y a restablecer la salud de los ecosistemas agrícolas, escogiendo la ubierta vegetal más adecuada para cada caso.
La última ponencia fue la de Ángel Perurena, jardinero especializado en manejo holístico, permacultura y agricultura regenerativa y sintrópica. Señaló que las plantas y los árboles son «especialistas» en condensar el agua de la atmósfera, y eso nos puede ayudar a recuperar el aumento de la humedad que está causando el cambio climático y a compensar la reducción de las precipitaciones. Una idea que puede llevar a diseñar nuevos paisajes más resilientes y con una agricultura productiva y a la vez beneficiosa para los ecosistemas donde se desarrolla.
Del cierre de la jornada se encargaron el director de INNOVI, Eloi Montcada; y el vicepresidente de la AVR, Francesc Font.