Mikel Lavin / General Manager en Intermodal Forwarding, Grupo VASCO
La dinámica logística es una compañera tecnológica infatigable del sector de la alimentación. Y más aún la logística española, siendo su península y el archipiélago canario orígenes y puntos clave esenciales para el transporte de pescado, conservas del mar, productos frescos y refrigerados.
En España, los mejores productos del mar y una innovadora acuicultura permiten a empresas logísticas como la nuestra crecer mirando siempre al producto refrigerado, una categoría alimentaria que mantiene a los puertos más tecnológicamente competitivos y a las empresas de transporte internacional en un constante reto. Y, además, en un reto compartido.
La situación es la siguiente: en un terreno empresarial altamente volátil, y con una cadena de suministro que se tambalea con el mínimo bache, ¿cómo puede la logística ser la mejor compañera para estos clientes de alimentos frescos que precisan la máxima eficacia, rapidez y, por supuesto, altísimos niveles de exigencia en seguridad alimentaria?
Como bien he comentado con anterioridad, lo primero, aceptando que el reto es ya un reto compartido. Cuando aligeras esa carga, puedes empezar a pensar en cargar un poco más. Me explico. En logística, por mucho que pensemos en un sector tradicional, la creatividad y la inteligencia mandan. La innovación y un acompañamiento personalizado por proyecto son la única solución para que incluso una última milla o el consumidor final valoren y admiren nuestro sector como nunca. De la pandemia aprendimos lo inestimable de nuestro sector para el transporte de alimentos frescos; y del conflicto armado en Ucrania, que la volatilidad en el precio del combustible puede afectar a la cartera del consumidor, fiel reflejo de cómo afecta también a la cartera de una empresa transportista. El fresco, como no podía ser de otro modo, también se rinde al poder del fósil.
El reto es también compartido con el cliente. Vivimos su tensión, la incapacidad en muchas ocasiones de ofrecer una capacidad de carga y almacenaje, lo que nos fuerza a crear transportes alternativos por transporte terrestre refrigerado y buscar puertos menos colapsados. Y ahí, el valor de un equipo que conoce el terreno y es capaz de remar junto a la empresa, es clave. Reto y camino compartido, ¿alguien da más?
Y es que España y sus empresas se juegan mucho. Dar con la clave y buscar soluciones logísticas alternativas e inteligentes para los productos del mar, es importante. ¿Por qué? Porque el liderazgo es evidente, los números mandan. Por ejemplo, las conserveras gallegas exportan fuera de sus fronteras a territorios tan lejanos como Canadá, Estados Unidos, Asia, Australia, Reino Unido… Estamos hablando de un sector en el que un 60% de su producción se vende fuera. Si de algo entiende la pesca congelada es de aduanas y trámites administrativos, si algo conoce un empresario de la huerta ultracongelada es de almacenaje, y si algo tiene claro una conservera, es que el producto del mar también elige el mar para transportarse; singularidad que se puede observar en ferias profesionales como Seafood Expo Global o Conxemar.
Y es que el transporte refrigerado y de congelados precisa de un continuo cumplimiento y un acompañamiento 360º desde la logística. Este sector elige primordialmente el transporte marítimo a través de contenedores refrigerados, pero también se suma a un ejercicio sostenible como lo es llenar la bodega de un avión de pasajeros y aprovechar ese viaje. ¿Dónde está el reto? En ese proceso compartido de acompañamiento. Hay que acompañar a nuestras empresas conserveras y productoras de pescado en su proceso de exportación y crecimiento internacional también desde una mirada logística. La cultura del transporte mejora la eficiencia, la sostenibilidad y una mejora financiera al eliminar intermediarios. Este sector conoce de primera mano, mejor que muchos otros, que lo mejor del mar también necesita nuevamente del mar para exportar. En su gran mayoría eligen el transporte marítimo para curiosamente, llegar de nuevo a puerto.
Para llegar a destino, ese talento logístico y esa inteligencia sectorial en nuestras empresas comienza a buscar soluciones alternativas y sostenibles para acercar al máximo el producto sin recurrir a espacios colapsados. Y el reto está en que nuestras empresas del fresco confíen en la logística siempre como una compañera de viaje y no como un proveedor más. El reto es ya compartido e irreversible.
¿Qué hay más compartido que el conocimiento logístico que tratamos cada día de divulgar entre las empresas? El reto compartido incluye esa cultura logística, sin duda.