Irene Nonay, responsable de Almendras Leoz
Es bien sabido que un aspecto crucial para garantizar el futuro de nuestros campos es garantizar el relevo generacional. A pesar de que la profesión de agricultor conlleva esfuerzo y sacrificio, también aporta muchas satisfacciones. Así lo sabe transmitir Irene Nonay, responsable a sus 29 años de la empresa Almendras Leoz, a través de sus redes sociales. En ellas muestra las labores diarias del campo, lo que contribuye a acercar la realidad de esta profesión a todos sus seguidores. Este amor por la agricultura le viene de familia, puesto que llevan seis generaciones ya dedicándose a cultivar árboles frutales (almendros, manzanos, melocotoneros, cerezos…) en el Parque Natural y Reserva de la Biosfera de Bardenas Reales, Navarra.
“He crecido entre mis almendros y he ido toda la vida al campo con mi familia” —nos cuenta—. “Hubo un día que me di cuenta de que si yo no seguía nadie más iba a seguir, y me daba muchísima pena que se perdiera todo el trabajo de mis abuelos y mis bisabuelos. Mi abuelo plantó sus primeros almendros en 1940, le encantaba su trabajo y les dedicaba mucho tiempo y cuidados. Mi profesión era farmacéutica, pero decidí que quería continuar con la explotación familiar y ampliar y plantar unos almendros nuevos”.
Como indicábamos al principio, Irene recuerda que dedicarse al campo “es muy sacrificado y muy duro: muchas veces se trabaja de lunes a domingo, muchas semanas seguidas, desde que te levantas hasta que no puedes más. Creo que los sacrificios que implican sacar un cultivo adelante no se ven desde fuera. Sacar una cosecha adelante es un gran logro, el campo es muy incierto, un día que graniza, una tormenta torrencial, una noche que hiela… y se puede llevar toda la cosecha por delante y con ello el trabajo de todo un año. A veces es muy ingrato ver que, por mucho que te esfuerzas, las cosas no salen adelante, porque no todo depende de ti”, resalta.
Igualmente, otra de las grandes preocupaciones es que los precios de venta sean justos y proporcionales a los precios de producción.
En el otro lado de la balanza, hace hincapié en todos los aspectos gratificantes que acompañan a su labor: “Observar cómo día a día van desarrollándose los cultivos y van cambiando conforme pasan las estaciones a lo largo del año; en el caso de los árboles más jóvenes, comprobar cómo cada vez se hacen más grandes; y estar en contacto con la día un zorro, otro día una banda de buitres, todas las aves e insectos que viven en los almendros, etc.”.
El hecho de que las almendras se cultiven en el Parque Natural y Reserva de la Biosfera de Bardenas Reales influye enormemente en sus características finales: “Se trata del desierto más grande de Europa y las condiciones climatológicas son muy particulares: días de más de 40ºC, noches heladoras de -5ºC, fuertes rachas de viento, lluvias escasas que suelen ser torrenciales y repentinas y meses seguidos sin llover. Parte de la explotación se encuentra a 650 m de altura, en el límite que pueden crecer los almendros, y donde las temperaturas y el viento todavía son más extremos. Estas condiciones climatológicas de este territorio tan particular provocan en los árboles estrés hídrico y térmico, confiriendo a las almendras unas características excepcionales en cuanto a sus cualidades organolépticas”, explica Irene.
Además, que los almendros estén ubicados en un Parque Natural hace que el cuidado de su entorno y la tierra que cultivan sea aún más esperado si cabe. “Además, aquí existen unos derechos milenarios de pastoreo, por lo que las ovejas entran a pastar a nuestros campos. Cuando recolectamos las almendras la máquina va pelando la baya verde que las recubre y van esparciéndose por el suelo, y cuando terminamos la cosecha las ovejas entran a comerse estas bayas que les encantan”, asegura.
Un aspecto importante es que toda la explotación se encuentra en ecológico o en periodo de conversión a ecológico: “En el caso de los almendros, son tres años de conversión hasta que podemos comercializar las almendras bajo el sello de ecológico”, detalla la responsable de Almendras Leoz.
Todas las almendras que venden son variedades mediterráneas tradicionales, que destacan por su calidad y sabor. Se trata de almendras crudas con cáscara, por lo que conservan todo su sabor y son ideales para la elaboración de muchas recetas, especialmente para dulces y repostería. Se pueden adquirir en su tienda online (https://www.almendrasdebardenas.com/), en cajas de 4 kilos. De cara a los próximos años, su intención es “seguir ampliando la explotación, probar nuevos cultivos (actualmente estoy cultivando también cereales y brócoli), poder comercializar nuestros productos en distintas presentaciones y poder llegar a más puntos de venta”.
Irene Nonay nos cuenta que en su familia nunca le han puesto impedimentos para dedicarse al campo por el hecho de ser mujer. De hecho, hace hincapié en que “las mujeres han trabajado toda la vida en el campo, aunque siempre en un papel secundario e invisibilizado y poco reconocido. Poco a poco se va reconociendo más este trabajo, pero aún quedan muchos estereotipos por romper y mucho que visibilizar. Todo lo que no se muestra es como si no existiera; por eso es necesario darnos voz y más espacio en los medios de comunicación, en debates y charlas de agricultura. Poco a poco se va abriendo camino”, sentencia.
En cuanto a las medidas necesarias para que logremos ese relevo generaciones que mencionábamos al inicio, Nonay asegura que “para los jóvenes, y los no tan jóvenes, que nos dedicamos al sector primario es indispensable que sea un medio de vida económicamente rentable para poder proseguir con el trabajo que acaba generando una actividad económica indirecta en la zona, para los demás. Hay que proporcionar y asegurar unos servicios que cubran las necesidades básicas, esto es: acceso a un médico, a un hospital cercano, carreteras transitables, guardería, colegio, instituto, supermercado, cobertura móvil, acceso a Internet de calidad…”.