Clara Canals, enóloga de Bodegas Ysios, fue distinguida a finales de febrero como una de las 100 mejores enólogas del mundo por la revista internacional especializada en bebidas The Drinks Business. Esta revista recoge en su guía “The Master Winemaker 100” los nombres de las 100 personalidades vinculadas a la elaboración del vino más relevantes del mundo, que son aquellos que han logrado obtener la máxima puntuación en alguno de los 20 concursos celebrados a lo largo del año por “The Global Wine Masters”. En estas competiciones, un panel de jueces de gran nivel profesional, Masters of Wine, catan a ciegas unas 3.000 muestras vitícolas procedentes de regiones de todo el mundo. Para otorgar el título de Master, el vino debe obtener más de 96 puntos sobre 100.
Aunque nació en Tarragona, Clara Canals creció en Logroño (La Rioja), uno de los lugares de la península donde el sector vitivinícola está más arraigado. “El vino, y en general la gastronomía, forman parte de nuestro día a día. Son sin duda elementos fundamentales de nuestra cultura. Si a ello añades que te gusta la naturaleza, viajar y disfrutar de esa conexión con orígenes y tradición, es inevitable que el mundo del vino te atrape y acabe siendo tu forma de vida”, asegura.
No obstante, en el momento de elegir carrera, no contempló el sector del vino como opción, sino que se decantó por Biología y luego por Bioquímica, en la Universidad de Navarra. “Biología es una carrera bastante próxima al mundo del vino, pero fue al terminar la carrera cuando me percaté de que necesitaba algo más apegado a la ‘tierra’”, explica, y por eso cursó un Máster Europeo en Enología y Viticultura en Montpellier. También llegó a los viñedos de la región de Marlborough, en Nueva Zelanda, donde completó su trabajo de fin de máster, y a otras regiones de tradición vinícola como Australia, Suráfrica o Argentina.
“Fue entonces, al viajar por las distintas zonas vitivinícolas del mundo, aprovechando la vendimia del hemisferio norte y la del sur, cuando de verdad descubro, aunque en Rioja lo hubiera tenido tan cerca, el apasionante mundo de la enología y todo lo que le rodea. A partir de ese momento lo tuve claro y decidí estudiarlo y luego, cómo no, volver a mis orígenes en Rioja y dedicarme profesionalmente a ello”, relata Canals.
Así, en 2011 se estableció de forma definitiva como enóloga en La Rioja, y en mayo de 2020 pasó a liderar el proyecto enológico de Ysios, como enóloga jefe, donde ha logrado llevar la marca a nuevos horizontes. Para Clara “es un gran placer formar parte de la familia de Ysios, ejemplo del buen hacer y el respeto por el legado vitivinícola de nuestra región con una visión vanguardista que nos permite descubrir nuevas posibilidades”.
Respecto a la profesión de enóloga, Clara Canals destaca que es un oficio que “tiene la virtud de envolver muchos factores: por descontado que la esencia está en el viñedo y en la bodega, pero contiene mucho más. El trabajo en equipo hacia dentro, y los contactos, catas, ferias y viajes hacia fuera. Y lo mejor es que cada año es distinto, cada estación conlleva distintos trabajos y cada vendimia es una vendimia nueva, por lo que nunca, jamás, se deja de aprender y donde el eje conductor siempre es la pasión. Una de las cosas que más me gusta es abrir una botella, sentir, compartir y transmitir todo el trabajo que hay desde la cepa hasta la copa ahí dentro. Aspiro a mantener y reflejar la tipicidad de cada viñedo y por ende de cada vino, preservar su origen, disfrutar y hacer disfrutar”.
Cuando le preguntamos por los elementos más importantes a la hora de elaborar un vino, la enóloga de Ysios lo tiene claro: “Para mí se debe poner el foco en lo más importante, en aquello que es el origen de todo: el viñedo. Ese cuidado del detalle, y el respeto por lo tradicional, aunque intentando ir un puntito más allá de lo establecido. Es retarnos cada día para extraer lo más puro de cada terruño con una visión enológica de mínima intervención. A su vez, es elaborar vinos que reflejen las características de su origen y de su añada, sin recetas, dando a cada vino la elaboración y tiempos de crianza que cada uno necesite. Por ello, fuera de las categorías más tradicionales como son Crianza, Reserva y Gran Reserva, todos nuestros vinos son ‘Cosecha’”.
Por otra parte, añade que también es clave “usar diferentes tipos de barricas, 225L, 300, 500L, 2.000L, tinas de madera, depósitos de hormigón, etc.…, con el objetivo de crear vinos únicos y exclusivos, otorgando a cada parcela exactamente lo que necesita en cada momento”.
“Por lo tanto, es respeto al saber hacer de nuestros abuelos y es compromiso con nuestras generaciones futuras a través de la búsqueda constante de un saber hacer sostenible”, concluye.
Para Clara, el reconocimiento de aparecer en “The Master Winemaker 100”, como mencionamos al inicio, supone “un verdadero honor del cual me siento muy agradecida”, y resalta que “no solo es resultado de mi dedicación y pasión por el mundo del vino, sino también del apoyo incondicional que he recibido de mi equipo y de todas las personas que han colaborado conmigo a lo largo de mi trayectoria”.
Poniendo la vista en el futuro, nos cuenta que su meta es “que nuestros vinos gusten cada vez más y sean más sostenibles. Ser respetuoso con la viña, con la manera de hacer las cosas en bodega, es la única manera de asegurar un futuro para el vino. Las prácticas sostenibles nos ayudan a mimar las viñas, a cuidarlas, a enfrentarnos a los retos y vendimiar uvas y elaborar vinos de calidad”.
“También aspiro a seguir disfrutando de mi trabajo día a día, y a hacer disfrutar” —continúa—. “Y que el trabajo que hay detrás de cada botella de vino se siga poniendo en valor. Contribuir a acercar el mundo del vino y que ello permita aumentar el número de consumidores que lo disfruten, siempre educando dentro de un consumo responsable, porque el vino solo se disfruta con moderación”.
Para Clara, “las mujeres tenemos una presencia cada vez más importante en el sector vitivinícola, lo cual es motivo de celebración. Es cierto que siempre ha sido un mundo predominantemente masculino, aún lo sigue siendo, pero está cambiando muchísimo y desde hace años hay muchas y brillantes mujeres enólogas muy reconocidas elaborando grandes vinos. Personalmente creo que he tenido mucha suerte en ese sentido, ya que mi mentora cuando empecé fue una de esas mujeres, Elena Adell, quien me apoyó e impulsó, y de ella aprendí que el vino no tiene género”.
“Ahora bien” —advierte—, “aún hay camino por recorrer y para ello es fundamental continuar fomentando un sector inclusivo y diverso que valore y promueva el talento femenino en todos los aspectos de la viticultura y la enología. Es importante seguir visibilizando y reconociendo los logros de las mujeres enólogas, viticultoras y profesionales del sector para inspirar a las generaciones futuras y que continúen nuestro legado”.