Silvia y Miriam Herrera Redondo son dos hermanas que comparten profesión y pasión: ambas son técnicos agrícolas y enólogas y en 2018 decidieron unir sus fuerzas para perseguir su sueño común: crear un proyecto enogastronómico propio. En 2019 lograron materializarlo y nació Mélida Wines que, tras el parón que supuso la pandemia en 2020, ha despegado sobre todo a partir de 2022 y actualmente es “un proyecto 360º que engloba bodega, restaurante con dos menús degustación y alojamientos de turismo rural”, tal y como explican sus creadoras.
Una bodega que reivindica la importancia del origen (está ubicada en Mélida, un pueblo de la Ribera del Duero) y de la atención a los detalles. Silvia y Miriam aseguran: “Mélida Wines es un proyecto pequeño, artesanal y familiar. La idea es mostrar la Ribera del Duero que nos toca vivir a nosotros, que es muy diferente a la que otros vivieron y será muy diferente a la que nuestros hijos vivirán. Queremos presentar unos vinos que representen y den valor al origen, trabajando desde la filosofía de la mínima intervención, prestando mucha atención al proceso de principio a fin, cuidando los detalles al máximo y siempre con un objetivo claro que es la elaboración de vinos premium, de calidad”.
Las dos son licenciadas en enología por la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia. Silvia cuenta con varios años de experiencia en el mundo del turismo rural, mientras que Miriam se ha formado en bodegas de regiones tan diversas como Nueva Zelanda, Estados Unidos y Burdeos. La combinación de todos estos conocimientos, junto con el impulso de su padre, Javier, es la que aporta su diferenciación a los vinos de Mélida Wines.
“Siempre tuvimos el sueño de hacer un vino juntas como hermanas y enólogas, y no podríamos tener más suerte de que nuestros padres y nuestras raíces estén en pleno corazón de la Ribera del Duero. Nuestro objetivo principal era que, a través del vino, de nuestra experiencia y nuestra pasión por esta profesión y nuestra tierra pudiéramos, además de crear algo juntas, ayudar a nuestro pueblo, Mélida, que tiene una población de tan solo 30 habitantes y con una media de edad por encima de los 80 años. Queremos poner nuestro granito de arena para evitar que desaparezca, y no solamente eso, sino que venga gente a él, ponerlo en el mapa y dignificar la vida en el medio rural”, aseguran.
Aunque su primera vendimia fue en 2018, llevaban dándole forma al proyecto desde 2015-2016. Como decíamos al inicio, la pausa obligada que supuso para todos 2020 “no fue el comienzo soñado, pero hemos aprendido a tener paciencia, a no decaer y a creer en lo que hacemos, teniendo siempre nuestro objetivo claro”, defienden.
Además, esta paciencia y perseverancia son virtudes vitales al tratarse de una bodega pequeña y ubicada en una zona con tanta competencia como es la Ribera del Duero: “Tenemos la suerte y la desventaja a la vez de estar en pleno corazón de la Ribera del Duero, con lo que eso conlleva. Nuestro objetivo es construir con la mirada en el futuro, paso a paso, con calma y sabiendo hacer las cosas con calidad y, sobre todo, con cariño y pasión”, reflexionan, y añaden que “desde 2022 no hemos dejado de crecer, de trabajar duro para darnos a conocer y la recompensa está llegando”.
Respecto a la distribución de sus vinos, ambas señalan que se pueden comprar “en nuestra bodega, en la tienda online: www.melidawines.com, gracias a la red de distribución que poco a poco vamos formando a nivel nacional y también poco a poco en el extranjero en países como Puerto Rico, Canadá o Suiza. Esperamos que dentro de poco estén presentes cada vez en más sitios, e invitamos a todo el mundo que vengan a conocer nuestro proyecto en persona”.
Para las dos hermanas, las mujeres tienen una importante presencia en el sector agroalimentario, tan importante como en cualquier otro sector: “Nos gusta decir que no se trata de ser mujer o hombre, sino de querer desarrollarse profesionalmente y hacer lo que te gusta. Ha habido una evolución en el tiempo y gracias al esfuerzo de muchas mujeres nosotras hoy no nos tenemos que sentir diferentes al resto, aunque aún seguimos luchando para que esas diferencias no existan”.
También apuntan que “últimamente nos han preguntado mucho si hemos encontrado algún tipo de barrera en nuestra carrera por ser mujeres, y siempre decimos que no es una cuestión de género, o por lo menos nosotras no lo hemos sentido así, pero sí recalcamos que hay un problema en el mundo rural y es ahí donde se debería poner más medios y atención. Es una pena que los pueblos estén desapareciendo a ojos de todo el mundo y nadie quiera dar valor al medio rural como se merece”.
Para todas aquellas mujeres que quieran emprender en el sector, el mensaje de Silvia y Miriam es claro: “Que no tengan miedo, que se atrevan a desarrollar sus proyectos y que tengan paciencia, porque con trabajo y esfuerzo las cosas cuestan, pero se consiguen. Es un sector precioso, lleno de futuro, que implica mucho trabajo y desafíos, pero resulta apasionante”.