^{Antonio Bañuelos}

^{Presidente Unión de Criadores de Toros de Lidia}

Nos encontramos ante la raza autóctona española más popular internacionalmente, pero a la vez, de la que se desconocen sus extraordinarias bondades tanto ambientales, genética, culturales y también, culinarias.

Los criadores de bravo venimos realizando desde hace siglos una labor silenciosa de conservación y custodia de un patrimonio ecológico, genético, socio ambiental y cultural único, como es el del toro bravo.

La ganadería de bravo ocupa a un total de más de 1.000 ganaderías activas en España, Portugal y Francia, con unas 100.000 reproductoras en estos tres países, un censo total de 250.000 animales y una superficie de pastos dedicados a esta actividad de casi 400.000 hectáreas catalogadas por la UE de Alto Valor Natural, espacios que no se conservarían si no fuese por la crianza de este animal.

La densidad ganadera expresada en UGM/ha -Unidades de Ganado Mayor por hectárea- para el caso de la vaca nodriza de bravo es de media en Europa 0,25 UGM/ha, y si tenemos en cuenta el censo total de animales, nos encontramos que la densidad ganadera media en Europa de la ganadería brava es de 0,6 UGM/ha. Por tanto, una vaca nodriza de bravo que dispone de una media de 4 hectáreas de terreno para vivir y pastar, es algo insólito en la producción animal actual donde la estabulación es el sistema más utilizado.

Pero, desde el punto de vista ambiental, cabe señalar que la ganadería brava ha contribuido en unos casos a generar y, en otros, a mantener un hábitat de incalculable valor ambiental y paisajístico. Un espacio único en el mundo como es la dehesa de la Península Ibérica. Dehesa que en muchos casos está incluida bajo figuras de protección ambiental como Parques Nacionales, Parques Naturales, Sistemas de Alto Valor Natural o Red Natura 2000 reguladas en la base por la Directiva Hábitats de la Unión Europea y que son reservorio de multitud de especies declaradas en riesgo o de especial protección reguladas a través de la Directiva Aves. El riesgo de incendios por la situación tan meridional en Europa de la dehesa, con el consiguiente sometimiento a largas temporadas de sequía y temperaturas extremas es muy alto. El abandono de la ganadería brava y por tanto de la actividad ganadera en estos territorios, supondría multiplicar el riesgo de incendios por la proliferación de restos vegetales secos que serían con mayor probabilidad pasto de las llamas en verano.

Por otro lado, otra de las características singulares de esta raza es su elevado nivel de aislamiento ecológico y genético, se puede considerar una unidad evolutiva significativa, constituyendo una meta-raza del patrimonio genético español. La ganadería de bravo cuenta oficialmente en España con el distintivo del logotipo 100% Raza Autóctona que otorga el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. La raza de lidia en su conjunto, así como cada uno de los encastes en los que se divide esta raza que justifican el 20% de la diversidad genética de la raza, reúnen las condiciones que establece la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) para ser considerados poblaciones en riesgo de extinción.

Desde el punto de vista socio económico la ganadería de bravo es un pilar estratégico para España y Europa vacía y olvidada, pues genera unos 20.000 puestos de trabajo de empleo verde en esos territorios donde el reto demográfico es de máxima preocupación.

Y finalmente, estamos trabajando en proyectos de innovación europeos, alineados con la estrategia ‘From Farm to Forck’ para la puesta en valor gastronómico de la carne de bravo, un producto que como perfectamente califica nuestro gran embajador el chef Mario Sandoval es “sano y saludable” y es el gran desconocido en el ámbito de los fogones.