Cristina Sánchez, Directora Ejecutiva, Pacto Mundial de Naciones Unidas

Cristina Sánchez: "Alianzas sectoriales para alimentar un futuro sostenible"

Pacto Mundial de Naciones Unidas

31 de octubre, 2021

Hay un sector que ostenta un rol importante para eliminar la palabra crisis del discurso colectivo acerca de nuestro futuro: el sector agroalimentario



Cristina Sánchez, Directora Ejecutiva, Pacto Mundial de Naciones Unidas

 

Crisis. Es una palabra que nos persigue desde hace años y que parece haberse instalado en nuestras vidas e incluso, auto reproducirse. Hablamos de crisis económica, de una acuciante crisis climática y de la cada vez mayor probabilidad de que ésta última desemboque en una crisis alimentaria. Una cadena de incertidumbres que amenazan el futuro de la humanidad, pero que no por ello son inevitables.

Poder frenarlas es una responsabilidad compartida de la sociedad, los estados, las instituciones y en especial, de las empresas, cuyo peso en la economía y el desarrollo mundial les posiciona como agentes clave para asegurar un futuro sostenible. Y entre todas estas empresas hay un sector que ostenta un rol especialmente importante para eliminar la palabra crisis del discurso colectivo acerca de nuestro futuro: el sector agroalimentario.

¿Por qué? En primer lugar, porque la industria agroalimentaria es uno de los sectores con mayor impacto económico. No en vano, el consumo, de alimentos representa aproximadamente el 39% del gasto total de consumo global. Aporta el 5,4% del PIB nacional, un porcentaje aún mayor si consideramos la distribución, y emplea a más de 1,2 millones de trabajadores/as.

Unas cifras que delinean el gran músculo del sector para impulsar una transformación económica, pero también medioambiental, pues es el responsable de alrededor del 27% de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Es importante en este sentido que las empresas del sector asuman su responsabilidad, analizando y dando la vuelta a este impacto en el medioambiente. Es el momento de que dejen huella, pero esta vez ha de ser una huella positiva.

Muchas empresas agroalimentarias ya están trabajando en esta dirección. En concreto, según nuestra publicación “ODS Año 6. La Agenda 2030 desde un enfoque sectorial”, que analiza el nivel de conocimiento y la contribución del sector al marco de Naciones Unidas, 9 de cada 10 empresas del sector lleva a cabo acciones relacionadas con los ODS.

Sin embargo, el desafío no está en convencer al 10% restante, sino en lograr que la totalidad de estas empresas inicien o continúen su trabajo en ODS, pero con dos condiciones:

La primera es que aumenten su ambición. Como hemos visto, son muchas las empresas que realizan acciones a favor de los Objetivos de la Agenda 2030, pero muy pocas lo hacen de un modo estructurado, analizando su impacto –método llevado a cabo por menos de la mitad de las empresas analizadas– y estableciendo objetivos públicos en base al mismo. En este aspecto, solo un 21,79% ha establecido objetivos públicos y medibles en algunos de los ODS. Este paso ayuda a las empresas a comprometerse de una manera real y a poner todos sus esfuerzos en el logro de estas metas, que pueden ir desde la reducción de emisiones a la integración de colectivos en situación de vulnerabilidad dentro de la plantilla.

Desde aquí, animo a todas las empresas del sector a establecer y comunicar estos objetivos, intentando ser lo más ambiciosas posibles, de modo que impulsen el trabajo de toda la organización a favor del desarrollo sostenible.

La segunda condición es que continúen trabajando a favor del desarrollo sostenible pero que lo hagan aprovechando el potencial de las alianzas. En concreto, en nuestra última publicación alentamos a las empresas a emprender alianzas sectoriales, de modo que todos los agentes implicados en una misma industria aúnen sus esfuerzos a enfrentar los retos comunes. Porque en efecto, la Agenda 2030 plantea retos específicos para cada uno de los sectores de la economía. Por ejemplo, el sector agroalimentario tendrá adicionales para garantizar la sostenibilidad de sus cadenas de suministro, además de reducir notablemente sus emisiones y luchar contra el desperdicio alimentario.

La magnitud de estos desafíos implica que no pueden superarse en solitario, sino que requieren de la unión de todo el sector. Esto, lejos de perjudicar su rivalidad, incrementará su competitividad en el mercado, pues creará un sector más sostenible y resiliente, alejando la probabilidad de sufrir futuras crisis.

Es, en definitiva, nuestra oportunidad para evitar una crisis alimentaria y alimentar un nuevo futuro en el que las empresas agroalimentarias sean una force for good. Es decir, una fuente de impactos positivos para la sociedad, la economía y el planeta.

 


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