Rosa Gallardo
Directora de la Cátedra Inteligencia artificial y agricultura-Universidad de Córdoba
No podemos negar que estamos inmersos en una profunda revolución tecnológica, que no es en absoluto la primera: la evolución del sector agroalimentario evidencia una continua adaptación a escenarios complejos, con una presencia contundente de innovación. En momentos como el actual, la transformación digital, la inteligencia artificial o la robótica ofrecen un potencial enorme para optimizar decisiones y procesos que permitan avanzar en rentabilidad, en eficiencia en el uso de los recursos, fundamentalmente agua, en calidad, en un mejor posicionamiento en los mercados, en logística, en la reducción del desperdicio alimentario, en calidad de vida para agricultores y ganaderos o en mayores garantías para el consumidor.
Bajo el concepto AgriTech se agrupan las soluciones digitales, automatizadas y biotecnológicas que están redefiniendo la producción de alimentos y la gestión de los recursos naturales. Sin duda la innovación tecnológica está transformando toda la cadena de valor agroalimentaria, está transformando la forma en que se produce, en que se distribuyen y en que se consumen los alimentos. Los avances han sido enormes y las herramientas digitales son una realidad en parte del sector, lo que nos ofrece la posibilidad de responder mejor a los desafíos globales climáticos, de escasez hídrica o de seguridad alimentaria.
La sensórica, la visión artificial o el análisis de imágenes satelitales y de drones están revolucionando el diagnóstico y las decisiones agronómicas. Hoy es posible detectar plagas, enfermedades o deficiencias nutricionales antes de que sean visibles, mejorando la productividad y minimizando pérdidas. En paralelo, la robótica agrícola automatiza tareas repetitivas como la siembra, la recolección o la eliminación de malas hierbas, contribuyendo a aliviar la escasez de mano de obra y a optimizar los costes de producción. Por su parte, la ganadería de precisión avanza en la misma línea: sensores portátiles y cámaras inteligentes monitorizan la salud, la alimentación y el comportamiento de los animales, ofreciendo alertas tempranas que mejoran el bienestar animal y la trazabilidad del producto.
Los gemelos digitales representan otro salto cualitativo: réplicas virtuales de explotaciones o procesos que integran datos agronómicos, climáticos y económicos para simular escenarios y anticipar resultados. Su uso se extiende a la gestión del riego, la predicción de rendimientos o la planificación logística. La biotecnología aplicada también desempeña un papel clave: la edición genética, junto con la bioinformática y la inteligencia artificial, están acelerando el desarrollo de variedades más resistentes al calor, a la sequía o a enfermedades emergentes, fundamentales para la adaptación nuevos escenarios.
De cara al futuro, la convergencia entre IA generativa, automatización avanzada y análisis masivo de datos marcará la próxima etapa de lo que denominanos AgriTech. La agricultura tiende a ser hiperconectada, colaborativa y predictiva, pero los retos no serán solo tecnológicos, sino también formativos y éticos: garantizar el acceso equitativo a las herramientas digitales y el uso responsable de los datos agrícolas. El objetivo es aumentar la tasa de adopción de la tecnología, para que podamos hablar de una transformación digital inclusiva, para que la tecnología no abra más brechas de las que ya existen. Y para ello, para avanzar en esa dirección destacaría cinco claves.
En primer lugar, entender que la tecnología y las herramientas digitales son solo un medio: nuestra preocupación no es la revolución de la IA en sí, sino la revolución del sector agroalimentario utilizando la IA. La primera clave, por tanto, es poner al sector en el centro, que la IA, y en general las herramientas digitales, entiendan cómo funciona el sector, su heterogeneidad, sus especificidades y sus necesidades.
La segunda clave es la formación y la capacitación: son necesarios profesionales con competencias agroalimentarias y digitales a la vez y avanzar en la mejor capacitación de todo el sector.

Foto: Cátedra Inteligencia artificial y agricultura-Universidad de Córdoba.
En tercer lugar, las alianzas, la cooperación público-privada es esencial, crear ecosistemas de acompañamiento a la innovación que faciliten la transferencia de la investigación, y la respuesta a las necesidades reales del sector.
La cuarta clave son los jóvenes; no hay futuro ni para el sector agroalimentario ni para el medio rural sin jóvenes. La tecnología nos puede ayudar a atraer jóvenes a un sector que tanto los necesita, el ritmo de avance de la transformación digital en nuestro sector será similar al ritmo de incorporación de jóvenes. Es responsabilidad de todos comunicar la realidad de un sector tremendamente innovador, con altas tasas de empleabilidad y a la vanguardia tecnológica, un sector que puede ofrecer grandes oportunidades profesionales a estos jóvenes.
Y para finalizar, destaca la importancia de un sector AgriTech en España de primer nivel, con empresas consolidadas y también start-ups, con universidades y centros de investigación que son referentes a nivel internacional, lo que nos posiciona para aprovechar la oportunidad de ostentar un liderazgo en tecnología agroalimentaria. El reto es enorme, pero posible.