Nuria Yáñez
Directora técnica de Almazaras de la Subbética
A veces, alejarte de tus planes te puede llevar a descubrir caminos que no entraban en tus previsiones pero terminan por fascinarte. Ese fue el caso de Nuria Yáñez, que se adentró en el sector agroalimentario sin que fuera su primera opción y terminó convirtiéndolo en su carrera y su pasión: “Desde pequeña siempre me fascinó el mundo de la medicina y mi sueño era ser enfermera. Sin embargo, al no alcanzar la nota necesaria, decidí explorar otras opciones y fue entonces cuando descubrí la Ingeniería Agrícola. Para mi sorpresa, me apasionó, y pensé: ‘Si no puedo curar a las personas, al menos curaré a las plantas’".
Pronto entró en el sector oleícola, donde ejerce su actividad actualmente: “Mi Proyecto Fin de Carrera lo realicé en el ámbito de la investigación en el IFAPA de Cabra, lo que me abrió las puertas al mundo del olivar y de las cooperativas, un sector al que, desde entonces, me dedico con ilusión y compromiso”.
Un sector que ha vivido una gran evolución en los últimos años, aunque se sigue enfrentando a desafíos derivados de las condiciones geográficas, como explica Nuria: “Tengo la gran suerte de trabajar cada día junto a los agricultores del olivar tradicional de montaña de secano, un sector del que aprendo constantemente. En los últimos años, hemos logrado modernizar el campo incorporando maquinaria y transformando las plantaciones en aquellas fincas donde la orografía lo ha permitido. Sin embargo, existen zonas en las que, debido a la pendiente y las dificultades del terreno, estas mejoras son prácticamente inviables. Además, el regadío sigue siendo una asignatura pendiente en la que estamos trabajando de manera activa”.
“En cuanto a las almazaras, sí se ha producido una evolución muy positiva, incorporando maquinaria de alta tecnología que ha permitido reducir los tiempos de molturación, controlar mejor las temperaturas y, en consecuencia, obtener aceites de oliva virgen extra de una calidad excepcional”, asegura la directora técnica.
“En Almazaras de la Subbética tenemos claro que los socios y su calidad de vida son lo más importante” —prosigue—. “Por ello, estamos firmemente comprometidos con la defensa y el apoyo al olivar tradicional, como lo demuestra la reciente creación en 2024 de la Fundación Almazaras de la Subbética, por la Calidad y la Sostenibilidad, cuyo principal objetivo es proteger y poner en valor tanto el olivar tradicional como el olivar ecológico”.
Esta apuesta por la calidad es precisamente lo que distingue a los aceites de Almazaras de la Subbética: “Si hay algo que nos define y nos posiciona en el mercado, sin duda, es la calidad. Un compromiso que empieza en el campo, ofreciendo un asesoramiento técnico continuo a nuestros agricultores para garantizar que el fruto llegue a la almazara en las mejores condiciones, sano y en su punto óptimo”.
“En Almazaras de la Subbética ese compromiso continúa. Controlamos rigurosamente las temperaturas y los tiempos de batido, y almacenamos el aceite bajo condiciones óptimas de temperatura y humedad. Además, utilizamos sistemas de conservación en atmósfera inerte y realizamos exhaustivos controles organolépticos diarios, lo que nos permite mantener unas clasificaciones muy estrictas de nuestros aceites”. “Pero siempre digo que nada de esto sería posible sin la profesionalización de nuestros trabajadores y, sobre todo, sin la pasión que cada uno de nosotros pone en lo que hace. Esa pasión es, sin duda, el ingrediente que marca la diferencia”, concluye.
En línea con esto, la directora técnica tiene claro con qué se queda de su trabajo: “Sin duda, lo que más me aporta son los agricultores. Con ellos aprendo cada día: sus costumbres, su experiencia y su forma de entender el campo, y todo eso me enriquece tanto personal como profesionalmente. Tengo la suerte de trabajar en una cooperativa que, además de ser una empresa, es un proyecto social. A pesar de estar compuesta por más de 7.500 personas, seguimos siendo una gran familia”.
“Además, cuento con la confianza del Consejo Rector, con Francisco Serrano al frente, que me permite desarrollarme profesionalmente en dos ámbitos apasionantes: el mundo del olivar para almazara y el de la aceituna de mesa”.
UN PROYECTO SOCIAL LOCALIZADO EN UN ENTORNO PRIVILEGIADO
Otro factor clave es la ubicación de la cooperativa en el Parque Natural de la Sierra de la Subbética Cordobesa: “Es parte esencial de nuestra identidad. No es casualidad que tanto nuestras marcas de calidad como el nombre de nuestra empresa lleven esta sierra por bandera. Su clima privilegiado, sus suelos ricos y saludables, junto con nuestra variedad autóctona, ‘La Picuda’, nos otorgan una posición diferenciada y muy valorada en el mercado. Además, parte de nuestros olivares se sitúan dentro de la zona declarada Geoparque, lo que añade aún más valor y singularidad a nuestros aceites, reflejando el vínculo directo entre nuestro producto y el entorno natural que lo hace posible”.
En este sentido, Nuria Núñez señala que conservar este entorno es uno de sus grandes retos: “Pondré todo lo que esté en mi mano para contribuir a que no desaparezca el olivar tradicional de montaña. Este tipo de cultivo no solo es nuestro patrimonio cultural, sino también el sustento de muchas familias. No podemos olvidar que más del 63 % de la superficie olivarera en España corresponde a este modelo de olivar, que además juega un papel fundamental en la conservación del medio ambiente y en la lucha contra la despoblación rural”.
“Por ello, me gustaría que, en el nuevo marco PEPAC 2023-2027, no se deje de lado a las zonas que representamos y se les otorgue el valor añadido y el reconocimiento que merecen”.
INNOVACIÓN, CLAVE PARA CONTINUAR SIENDO LÍDERES EN CALIDAD
Por su parte, la innovación y la colaboración con el sector gastronómico son otras de las palancas de crecimiento de Almazaras de la Subbética.
“Para nosotros, la colaboración con el sector gastronómico es fundamental. Nuestros aceites de oliva virgen extra están ampliamente introducidos en este ámbito y consideramos clave seguir trabajando en la innovación para aportar valor añadido. Un claro ejemplo de ello es el lanzamiento de OLEO LATTE, un AOVE diseñado específicamente para emulsionar la leche y elevar la experiencia del café a otro nivel”, destaca Nuria.
“Además” —añade—, “de forma continua impulsamos proyectos de investigación enfocados en mejorar la calidad de nuestros aceites y en el aprovechamiento de los subproductos, reforzando así nuestro compromiso con la sostenibilidad y la excelencia”.
“Nuestro principal objetivo es continuar siendo líderes en calidad, manteniendo el nivel de excelencia que nos ha permitido cosechar los principales reconocimientos internacionales, como los 30 galardones obtenidos en los Premios Alimentos de España del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) o los más de 20 premios concedidos por el Consejo Oleícola Internacional (COI)”.
“Pero, sin duda, lo más importante es que los socios de Almazaras de la Subbética sigan confiando en nosotros y sientan esta cooperativa como su casa, porque sin ellos no seríamos lo que hoy somos ni tendríamos el lugar que ocupamos en el sector”.
“LOS MEJORES RESULTADOS SOLO SE ALCANZAN SUMANDO TALENTO, SIN DISTINCIÓN DE GÉNERO”
Por lo que se refiere a la presencia de las mujeres en el sector oleícola, Nuria Yáñez afirma: “La desigualdad de género sigue siendo una realidad que condiciona la vida de muchas mujeres en el entorno rural. Históricamente, las mujeres hemos desempeñado un papel secundario tanto en el campo como en las almazaras, con escasa visibilidad y, en la mayoría de los casos, sin el reconocimiento que merecemos. Afortunadamente, esta tendencia está empezando a cambiar en nuestro sector”.
“Hoy, la presencia de la mujer es una realidad en todas las etapas de la cadena de valor: desde la investigación, la agricultura, la producción y la calidad, hasta los ámbitos de gestión y comercialización. Siempre hemos estado ahí, aunque no siempre se nos haya visto”, asegura la directora técnica de Almazaras de la Subbética.
“Las mujeres aportamos creatividad, constancia y una gran capacidad de trabajo en equipo. Estoy convencida de que los mejores resultados solo se alcanzan sumando talento, sin distinción de género. Hombres y mujeres debemos formar equipos sólidos y equilibrados, porque solo así lograremos un sector más justo, competitivo y sostenible”.
Yáñez se muestra convencida de que para que las mujeres tengan más presencia en el sector del aceite de oliva virgen extra “es necesario impulsar varios aspectos, tanto estructurales como culturales. En primer lugar, es fundamental dar visibilidad a las mujeres que ya trabajan en este sector, mostrando su papel como productoras, técnicas, comerciales o investigadoras, y creando espacios donde puedan compartir su experiencia y liderazgo. Además, es importante fomentar la formación y capacitación específicas para mujeres, ofreciéndoles acceso a cursos, becas y programas técnicos que les permitan acceder a puestos especializados o de gestión”.
“En conjunto, estos cambios permitirían que las mujeres tengan más oportunidades reales, reconocimiento y participación activa en el sector del aceite de oliva virgen extra”.
En su caso, comenta que comenzó su trayectoria como Ingeniera Técnica Agrícola en octubre de 2001, y reconoce que los inicios no fueron del todo fáciles: “Era joven, mujer y, además, no procedía de Carcabuey. Es comprensible, en un sector tan arraigado a la tradición, los cambios requieren su tiempo para asentarse. Sin embargo, gracias al esfuerzo, la dedicación y la confianza mutua, con el tiempo hemos conseguido que el sector agrícola siga avanzando y adaptándose a los nuevos retos”.
“En lo personal, puedo decir que este sector me ha abierto las puertas. Hoy en día, cuento con grandes compañeros y compañeras con los que siempre puedo compartir ideas, pedir consejo y sentir ese respaldo tan necesario en el día a día. Sin duda, trabajar en un entorno así es una motivación constante”.