Melena de León.

Las Erinacinas y la salud neuronal

Revista Alimentaria

14 de julio, 2022

Las Erinacinas son compuestos biológicos encontrados en el micelio de la Melena de León, que generan interés por la conexión con el cerebro y el bienestar en general



Emi Kuo. Departamento de Investigación y Desarrollo, Grape King Bio, Ltd. (Taiwán); Chin-Chu Chen./Instituto de Tecnología de Alimentos, Universidad Nacional de Taiwán (NTU)
emi.kuo@grapeking.com.tw

 

Las drogas, suplementos alimenticios y los alimentos funcionales ejercen su acción en el organismo mediante interacciones con definidas biomoléculas (receptores, encimas, transportadores, proteínas).

Desde tiempos prehistóricos, los hongos se han utilizado tradicionalmente como alimento en países occidentales y como medicina en países asiáticos, pero solo recientemente los científicos han comenzado a comprender los mecanismos moleculares entre los componentes bioactivos de los hongos y las enfermedades provacadas en el ser humano.

La Melena de León ha atraído mucha atención en estos últimos 20 años debido a las abundantes evidencias sobre los beneficios que su especial componente activo, las Erinacinas, ejercen en el cerebro y en el bienestar en general de los seres vivos. El Hericium erinaceus, también conocido como la Melena de León, Hou Tou Gu, Monkey’s head, o Yamabushitake, se encuentra en diferentes regiones del mundo: Asia, Europa, y hemisferio norte de América. Es utilizado en varios países asiáticos en áreas culinarias o con propósitos terapéuticos. Lo que le hace interesante a la Melena de León son sus componentes bioactivos, que se pueden dividir en dos partes: los que se encuentran en el cuerpo fructífero y los que están presentes en el micelio. Los beta-glucanos y polisacáridos se pueden encontrar en ambas partes, pero las hericinonas se encuentran solamente en el cuerpo fructífero, y las erinacinas solamente en el micelio. Estas dos últimas son componentes características de la Melena de León.

Aunque la Melena de León se ha utilizado durante cientos de años en la medicina tradicional China (MTC) para combatir problemas estomacales o para tratar la neurastenia, las Erinacinas, sin embargo, fueron descubiertas y caracterizadas por primera vez en 1994 por el químico japonés Kawagishi.

Las Erinacinas son diterpenos que surgen como metabolitos secundarios encontradas solamente en el micelio del Hericium erinaceus, y se obtienen principalmente por fermentación líquida sumergida. Actualmente, se conoce una gran variedad de Erinacinas, incluyendo las Erinacinas A–K, P–V, Z1, Z2. En cuanto a los componentes activos del Hericium, se ha confirmado que solo la Erinacina A tiene propiedades farmacológicas en el sistema nervioso central, y es capaz de traspasar la barrera hematoencefálica y, por ello, los beneficios de estas setas provienen de las Erinacinas y no de las Hericenonas.

Las Erinacinas han captado la atención de muchos científicos, empresas farmacéuticas y alimenticias. Pero, ¿por qué? Porque aparte de tener un amplio rango de actividades biológicas, poseen una virtud única y especial: la protección y propiedad anti-inflamatoria en las neuronas.

Uno de los primeros descubrimientos de las Erinacinas fue su función en la estimulación del crecimiento de las neuronas mediante la activación del factor de crecimiento nervioso (en inglés nerve growth factor, NGF), que son proteínas necesarias para la supervivencia y desarrollo de las neuronas. Cabe resaltar que la capacidad del cerebro para crecer y formar nuevas conexiones suele disminuir con la edad, lo que es uno de los factores en el deterioro cognitivo de las personas mayores y las enfermedades neurodegenerativas. Dichas enfermedades no cuentan con cura alguna hasta hoy día y, en combinación con el drástico aumento de una población envejecida durante este último medio siglo, las funciones de las Erinacinas siguen siendo investigadas a fin de tener una solución para tratar la neurodegeneración.

Grape King Bio (Taiwán) es una empresa que cuenta con más de 10 años de experiencia en las Erinacinas, y es capaz de producir a grandes escalas (40 toneladas) las Erinacinas A, C, y S. Entre sus amplias investigaciones sobre las Erinacinas, han demostrado que estas tres Erinacinas tienen diferentes actividades biológicas.

Por ejemplo, por mencionar unas cuantas, las Erinacinas A y C pueden actuar como estimuladores del NGF; la Erinacina A y bajas concentraciones de Erinacina S pueden reducir las plaquetas beta-amiloides (o placas seniles), cuya importancia es destacada debido a que las placas seniles están altamente relacionadas con la patogénesis de la enfermad del Alzheimer; y por último, la Erinacina S es capaz de mejorar la neurogénesis en ratas envejecidas y también puede ejercer efectos analgésicos y así aliviar el dolor.

Otro dato interesante es que Grape King Bio es también capaz de producir micelios enriquecidos con Erinacina A (EA-HEM; contenido de Erinacina A> 30mg/g). Sus estudios preclínicos en animales experimentales demostraron que EA-HEM ejerce efectos antidepresivos y ansiolíticos; promueve la regeneración de las neuronas en el hipocampo y así mejorar la cognición y el aprendizaje; puede promover la longevidad; y también posee actividades anti-inflamatorios y antioxidantes.

En uno de sus estudios clínicos, realizado en adultos con más de 50 años y con demencia de leve a moderada, han demostrado que la administración oral de cápsulas conteniendo EA-HEM por 49 semanas ha podido mejorar la cognición y el aprendizaje, evaluadas por medio del Mini-Examen del Estado Mental (MMSE), Instrumento de Detección de Habilidades Cognitivas (CASI), y Actividades Instrumentales de la Vida Diaria (IADL).

Estas evidencias demuestran que con solo “comer” la Erinacina A se pueden observar mejoras no solo en el cerebro, sino también en la salud y bienestar de los seres vivos en general.

No obstante, el sabor amargo de las Erinacinas es todavía un obstáculo a resolver. ¿Cómo podemos solucionarlo para poder incluirlas en más aplicaciones? Una opción interesante pueden ser las formulaciones que incluyen ingredientes como el chocolate amargo o el café.

 

Este artículo se encuentra en la revista Nº 535.




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