Juan Antonio Pedreño: "Las Empresas de Economía Social generan riqueza y mantienen vivo el tejido rural"
CEPES (Confederación Empresarial Española de la Economía Social)
10 de agosto, 2025
Frente a la incertidumbre, las cooperativas representan estabilidad, compromiso y esperanza para el futuro del agroalimentario y del mundo rural
Esto Le Interesa
Eduardo Palencia: "Pastoreo y prevención de los incendios forestales"
El GO Biolivo identifica cinco nuevas variedades de olivo en Cádiz
Álvaro Guillén: "Olivar y arraigo de la población en el territorio"
Juan Antonio Pedreño
Presidente de CEPES (Confederación Empresarial Española de la Economía Social)
Este 2025 no es un año cualquiera para la Economía Social. Es, oficialmente, el Año Internacional de las Cooperativas, una designación que llega en un momento crucial para Europa y, en particular, para el sector agroalimentario español. En un contexto de alta volatilidad geopolítica, cambios climáticos extremos y transformación del modelo productivo, es más necesario que nunca alzar la voz sobre el papel esencial que desempeñan las empresas de Economía Social y, entre ellas, las cooperativas agroalimentarias.
Las cooperativas son mucho más que una forma de organización empresarial: son una respuesta estructural a los desafíos económicos, sociales y medioambientales. Actualmente, más de 1.200 millones de personas en el mundo están vinculadas a cerca de 3 millones de cooperativas. Y, en España, el cooperativismo agroalimentario demuestra su peso estratégico: 3.669 cooperativas producen y transforman el 65 % de los alimentos y bebidas que se consumen en nuestro país. Esto no es anecdótico, es determinante. Las Empresas de Economía Social no solo generan riqueza, sino que mantienen vivo el tejido rural apostando por la sostenibilidad y protegiendo el empleo de calidad.
Este 2025 se convierte así en una oportunidad estratégica para potenciar y reconocer el papel estratégico de las cooperativas en nuestra cadena alimentaria. Un papel que no se limita a la producción: abarca desde la transformación e innovación hasta la comercialización e internacionalización de nuestros productos.
En este sentido, desde Cooperativas Agro-alimentarias de España se han planteado hitos clave para reforzar la visibilidad de este modelo. En marzo, se ha celebrado el IX Congreso de Cooperativas Agroalimentarias, bajo el lema Sostenibilidad con Personas, donde se ha presentado el Plan Estratégico 2025-2029 del cooperativismo agroalimentario. Además, se ha creado la marca Producto Cooperativo, que simboliza un paso histórico para visibilizar los valores que representan a nuestras cooperativas, se trata de un distintivo que permitirá al consumidor distinguir y valorar productos que no solo alimentan, sino que sostienen comunidades, territorios y empleos de calidad.
Esta puesta en valor no es solo simbólica: en un mercado cada vez más competitivo, donde las exigencias en sostenibilidad y trazabilidad son crecientes, las cooperativas ofrecen respuestas reales y eficientes. Desde la gestión del agua hasta la promoción de la bioeconomía y la economía circular, pasando por el impulso del relevo generacional, el cooperativismo demuestra que es posible innovar sin perder el vínculo con las personas ni con el territorio.
A nivel europeo, el reconocimiento también avanza. La nueva Comisión Europea ha señalado en sus primeros documentos que las cooperativas deben tener un papel protagonista en la futura PAC y en la implementación del Pacto Verde Europeo. Porque, como se ha afirmado con claridad: la agricultura no es el problema, es parte esencial de la solución.
Por todo ello, desde la Confederación Empresarial Española de la Economía Social, y en particular desde el sector agroalimentario, se insiste en la necesidad de reforzar el papel de las cooperativas en el sector agroalimentario y de las políticas que se diseñen para este sector clave. No se trata solo de garantizar la subsistencia del sector, sino de proyectarlo hacia un futuro más competitivo, sostenible y justo. La Economía Social representa un modelo empresarial centrado en las personas, capaz de generar prosperidad sin desarraigar, de innovar, sin especular y de competir sin excluir. Y en tiempos donde las grandes incertidumbres son la norma —desde la vuelta de Trump a la Casa Blanca hasta la ratificación incierta del acuerdo UE-Mercosur—, las cooperativas actúan como anclas de estabilidad y resiliencia en el entorno rural.
El futuro del sector agroalimentario no puede desligarse de su dimensión social. No se trata solo de producir más o mejor, sino de garantizar que nuestros pueblos sigan vivos, que el relevo generacional se haga posible, que el agua se gestione con visión de futuro, que la innovación llegue también al campo y que los beneficios se repartan de forma justa.
2025 debe ser, por tanto, un punto de inflexión. Una oportunidad para que instituciones, empresas y ciudadanía reconozcan que el cooperativismo no es solo un modelo económico viable, sino también deseable. Porque donde otros se retiran, las cooperativas permanecen. Porque donde escasean los recursos, ellas multiplican esfuerzos. Y porque, frente a la incertidumbre, representan estabilidad, compromiso y esperanza para el futuro del agroalimentario y del mundo rural.
Más noticias de Opinión
Destacadas
Jornada de AESAN sobre bisfenol A: Avanzando hacia envases más seguros
Te Recomendamos
Suscripción a 10 números consecutivos de la Revista Alimentaria desde la fecha de la suscripción

Legalimentaria
Base de datos de legislación alimentaria europea, española y comunidades autonómicas
