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Extracto del artículo publicado en Revista Alimentaria nº 451. Autor: César Gadea Tomás
Hoy en día, hasta que los alimentos llegan a la boca del consumidor, pasan por diversos procesos industriales(fabricación y/o elaboración, envasado,transporte y distribución, colocación en expositores…). Durante estas etapas los alimentos pueden sufrir contaminaciones debidas a la aparición de cuerpos extraños que,aun cuando los fabricantes de los mismos extreman las precauciones y efectúan todos los controles necesarios para que esto no ocurra, aparecen una vez han llegado a manos del consumidor final.
La presencia de algo extraño en la propia matriz del alimento puede provocar en el consumidor una sensación de rechazo e incluso considerarse como una amenaza a su salud. Obviamente en una sociedad como la actual, donde los derechos de los consumidores están ampliamente regulados y donde los propios distribuidores (cadenas de supermercados, grandes superficies, etc.) potencian una política de aseguramiento de la satisfacción de sus clientes, una incidencia de este tipo generará, en el mejor de los casos, una reclamación. La reclamación irá dirigida inicialmente al agente distribuidor, que actuará en consecuencia con el daño causado al consumidor: en ocasiones simplemente una retirada del alimento y la sustitución del mismo por otro similar podría ser la solución, aunque puede darse el caso de que el consumidor reclame una indemnización por el daño causado (asistencia médica por la ingesta de alguna impureza, posible intoxicación, rotura de pieza dental, etc.). El distribuidor exigirá al fabricante/procesador del alimento que aclare el origen de ese cuerpo extraño, de qué se trata y que tome acciones correctoras para que no se vuelva a producir.
El origen de estos elementos extraños que aparecen como impurezas contaminantes puede ser de lo más diverso. En este artículo trataremos una serie de casos reales sucedidos en la industria alimentaria en los que se sospechaba que la impureza podría tratarse de algún plástico. Esta sospecha por parte de los procesadores les hizo recurrir a AIMPLAS para la resolución de su problema, ya que conociendo de qué material estaba compuesta la impureza, se podría estimar el origen de la misma y por tanto realizar acciones correctoras para que no se volviese a producir este tipo de incidencia.
En el procesado o fabricación de los alimentos entran en juego herramientas y maquinaria, que tienen elementos de materiales diversos y que por rotura de los mismos podrían contaminar el producto final. Las materias primas usadas para la elaboración de los productos alimentarios también pueden venir contaminadas y en ocasiones los controles de entrada que se realicen pueden fallar y la impureza se incorporará al alimento. Los alimentos se servirán envasados y en su gran mayoría los envases...
Todo el artículo en Revista Alimentaria nº 451
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