^{Lorenzo Delgado Alarcón, presidente de la Asociación de Industrias Vitivinícolas Europeas (AIVE)}
 

El alcohol es un producto muy presente en nuestras vidas, de una u otra forma. Desde la Asociación de Industrias Vitivinícolas Europeas (AIVE) estamos trabajando a todos los niveles por la defensa del uso del alcohol vínico frente a los alcoholes industriales.

Y es que el alcohol de procedencia vínica es de mucha mayor calidad que el de origen industrial, además de extraerse con un mínimo coste energético y contar con menos residuos contaminantes que el industrial, con un impacto más perjudicial para el consumo humano y el medio ambiente.

Por ello, AIVE ha propuesto a los distintos estamentos nacionales y europeos que se estudie “con urgencia” la necesidad de una destilación de crisis para obtener alcohol de calidad vínico y dejar de utilizar alcoholes industriales para la fabricación de vinagres, bebidas espirituosas y/o para uso farmacológico.

Este alcohol resultante de la destilación de crisis no se debe destinar exclusivamente con fines industriales, incluidos los de la desinfección (que tanto auge adquirieron con la Covid-19) o con fines energéticos.

Y esta destilación de crisis debe acometerse con precios medios de mercado, que cubran los costes de producción, como en España recoge la Ley de la Cadena Alimentaria.

No se puede consentir que para uso alimentario se utilicen alcoholes de origen industrial y el alcohol de máxima calidad obtenido a partir de la destilación del vino no se pueda destinar al consumo alimentario.

La sociedad debe conocer que el vino es un producto reconocido por la Dieta Mediterránea, con una menor cantidad de azúcares que otras bebidas, como zumos, refrescantes o energizantes, y el consumidor debe estar totalmente informado al respecto.

El alcohol de procedencia vínica es de muy buena calidad para uso alimentario, como fabricación de vinagres y otras bebidas como vermú o mistela y, en general, para todas las bebidas espirituosas, con un coste medioambiental y económico menor que cuando se emplean alcoholes industriales, ya que el alcohol vínico conseguido a partir del vino es mucho más saludable y beneficioso para el medio ambiente y la salud de los consumidores.

En esta línea de información a los consumidores, AIVE ha propuesto a los distintos estamentos nacionales y europeos que estudien “con urgencia” la necesidad de que el Reglamento europeo que modifica las normas de etiquetado de los vinos y vinos aromatizados se aplique también al etiquetado de bebidas refrescantes, energéticas y zumos.

Dicho Reglamento obligará a comunicar la lista de ingredientes y la declaración nutricional de todos los vinos producidos y etiquetados a partir de diciembre de 2023.

Defendemos la ampliación del etiquetado informativo en el sector del vino detallando su composición nutricional, otros componentes, aditivos y, en general, todos los ingredientes para un mejor conocimiento del consumidor y garantía de que el vino es una bebida más saludable y más natural que, por ejemplo, las energéticas o refrescantes.

El etiquetado de ingredientes debe incorporar el origen del azúcar que contienen (remolacha, de caña o mosto concentrado de uva), para que así se garantice la total transparencia al consumidor de la composición y origen de los ingredientes.

El consumidor debe saber que bebidas energéticas, refrescantes o zumos pueden incluir azúcares de extracción química, cuya procedencia no se especifica.

Las administraciones competentes deben obligar a que el etiquetado de estas bebidas indique igualmente el origen y procedencia de todas sus materias primas y, por tanto, de esos azúcares.

Esto redundará en una mejor salud de los consumidores y en la bajada de los índices de repercusión de enfermedades como la diabetes o la obesidad, entre otras.