^{José María Fernández del Vallado
Secretario General de CEOPPAN}

La panadería española se encuentra en un momento crucial. Mientras el consumo sigue descendiendo, una parte creciente de la población valora cada vez más la calidad del pan. Pero en muchos hogares -especialmente los más jóvenes-, el pan ha dejado de ser un alimento indispensable en la mesa diaria para convertirse en un producto gourmet de fines de semana.

Los panaderos españoles están haciendo un enorme esfuerzo para ofrecer una amplia variedad de productos de gran calidad y cada vez más saludables y, en este contexto se sitúa la campaña de promoción “Buenos días con pan”, financiada por la Comisión Europea y dirigida a niños de 6 a 12 años, sus padres y profesores, realizada recientemente desde INCERHPAN. Para esa campaña AESAN aprobó un sello recomendando que, de las 6 porciones diarias aconsejables de hidratos de carbono en la dieta, al menos 2 sean de pan, encajando con uno de nuestros objetivos fundamentales: que los niños recuperen el consumo de pan en el desayuno y en la merienda de todos los días.

En CEOPPAN también estamos trabajando con las Academias de Gastronomía para recuperar el papel protagonista del buen pan en los restaurantes; seguimos colaborando desde nuestras organizaciones internacionales con los médicos para que la percepción del pan como alimento saludable venga cada vez más respaldada por estudios científicos; y, a través de la Selección Nacional de Panadería, “Espigas”, intentamos dignificar la profesión y así atraer a los jóvenes para que se incorporen a nuestro oficio artesano milenario.

Pero, en medio de esta encrucijada, han sobrevenido dos situaciones dramáticas, completamente imprevistas, que exigen del sector respuestas inmediatas para garantizar su supervivencia.

Que el pan es un alimento esencial ha quedado plenamente confirmado durante la pandemia, en la que nuestras empresas han hecho un enorme esfuerzo por suministrarlo a diario, incluso en las peores condiciones y a los pueblos más apartados.

Ahora bien, cuando parecía que todo estaba volviendo a la normalidad, la situación provocada por la guerra en Ucrania nos está llevando al límite, exigiendo medidas de choque para que la mayoría de las panaderías españolas, muchas de ellas debilitadas tras la pandemia, puedan seguir adelante.

Los costes de energía, materias primas, servicios, transportes... no paran de incrementarse y nuestras empresas están cada vez más ahogadas. Muchas pequeñas panaderías están cerrando y muchos pueblos pequeños quedándose sin pan.

Por eso el Comité Ejecutivo de CEOPPAN ha acordado realizar una serie de acciones que convenzan a nuestros gobernantes de que la panadería es un sector intensivo en consumo energético, esencial para la sociedad; y que cualquier medida de apoyo que se contemple debe ir destinada también a nuestras empresas micro, pequeñas y medianas.

Con este objetivo, hemos remitido nuestras demandas al Ministerio de Agricultura, con el que nos reuniremos en breve; estamos apoyando concentraciones de panaderos; hemos convocado un apagón nacional el día 28 de octubre; y estamos poniendo en marcha otra serie de medidas de concentración y presión.

En este camino no estamos solos: nuestra Confederación Europea de Panaderos y Pasteleros está también presionando a la Comisión y al Parlamento Europeos para que nuestro sector se incluya entre los esenciales a todos los efectos y, especialmente, el energético.

El gobierno español tiene previsto apoyar a las grandes empresas electro-intensivas. Y nuestro sector depende de la energía. Sin luz no hay pan.

Mediante este apagón que, desde su convocatoria, está teniendo una gran repercusión mediática, pedimos el mismo respeto y apoyo que se les da a las grandes empresas también para nuestras micro, pequeñas y medianas panaderías, que dan empleo directo en España a más de 190.000 trabajadores.