^{Isabelle Le Galo}

^{Directora para España de la Fundación Daniel y Nina Carasso}

¿Por qué invertir en alimentación sostenible? Es una pregunta que nos hacemos a menudo y que tiene una respuesta sencilla: para cambiar el mundo. El sector de la alimentación sostenible tiene un gran potencial para poder transformar nuestra sociedad porque contribuye a la generación de empleo, a la lucha contra el cambio climático, al desarrollo socioeconómico de las zonas rurales, al acceso a alimentos saludables o a la reducción de desigualdades.

Actualmente, la inversión de impacto, aquella que busca un retorno financiero, pero también un retorno social y/o medioambiental, se ha convertido en una herramienta más que necesaria para luchar por un mundo más justo, más sostenible y más ecológico no solo para las personas, sino también para el propio planeta. Esta puede ayudar en el fortalecimiento y el crecimiento de iniciativas de impacto que tienen en cuenta la justicia social, nuestra salud y la salud de la Tierra.

Ahora más que nunca es necesario compartir y seguir descubriendo proyectos comprometidos con la transición hacia la alimentación sostenible. Son muchos los ejemplos a los que podemos acudir. Uno de ellos es la Quesería Jaramera, una quesería artesanal basada en productos de proximidad que ha recibido el premio Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales otorgado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Otro ejemplo lo encontramos en Apadrina un olivo, un proyecto medioambiental y social de desarrollo sostenible que lucha contra la despoblación en Teruel.

Estos proyectos que caminan hacia una alimentación sostenible tienen muy en cuenta el impacto medioambiental, social y de salud de la labor que desempeñan, así como la sostenibilidad económica de sus modelos. Y serán ellos, precisamente, los que nos permitan construir un mundo más justo y ecológico. No cabe duda de que la alimentación sostenible es una oportunidad para dirigir la inversión hacia iniciativas que buscan resolver un problema y en el proceso contribuyen a generar transformaciones profundas con impacto a nivel social, ambiental, económico y para la salud de las personas y del planeta.

Pero las inversiones en este ámbito están lejos de ser las óptimas para cumplir la Agenda 2030. Para darle un impulso, debemos concienciarnos, tanto las personas como el ámbito privado, público y filantrópico, de que la alimentación es una palanca económica, ecológica y social que nos permite abordar la totalidad de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Invitamos a los inversores que buscan una cierta rentabilidad de su capital a preguntarse dónde quieren incidir y a considerar la alimentación sostenible como un sector con gran capacidad de transformación debido a su intersección con todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Atraer capital es clave —sobre todo en las fases iniciales— para catalizar este sector y darle los medios, tanto financieros como no financieros, para alcanzar esta transformación a la que estamos aspirando. En el contexto actual, es necesario más que nunca que tanto las administraciones públicas como los dueños de capital privado (fundaciones, fondos de inversión de impacto) se alíen y coordinen sus esfuerzos. Las iniciativas con impacto sistémico y rentabilidad económica existen y esperan a poder canalizar este capital.

Estas fueron algunas de las razones que nos llevaron a impulsar unoconcinco, los primeros encuentros de la alimentación sostenible en nuestro país. De hecho, la inversión de impacto es una de las claves de su programación, favoreciendo el encuentro entre startups, inversores y otros protagonistas con el objetivo de generar alianzas para desarrollar iniciativas con enfoque sistémico que contribuyan a la transición alimentaria.