^{Luis Puchades
Presidente de la Asociación Española de Biogás (AEBIG)}

La industria agroalimentaria es uno de los sectores más relevantes de la economía española, no solo por su impacto en el empleo y la producción, sino también por ser uno de los mayores consumidores de energía. En un entorno económico donde la reducción de costes y la mejora del valor añadido son claves para la competitividad, la tecnología del biogás se posiciona como una solución eficaz desde el punto de vista energético y medioambiental.

El biogás, obtenido a partir de la digestión anaeróbica de residuos orgánicos, ofrece múltiples beneficios que lo convierten en una herramienta estratégica para este sector. Las industrias agroalimentarias, que generan grandes volúmenes de residuos como lodos, despojos y productos caducados, encuentran en esta tecnología una alternativa sostenible para su gestión. Las plantas de biogás no solo estabilizan estos materiales y reducen los olores, sino que transforman estos desechos en un gas combustible, mitigando riesgos ambientales y reduciendo costes.

Uno de los grandes valores añadidos del biogás es su capacidad para generar fertilizantes. El subproducto del proceso, conocido como digerido, es rico en materia orgánica y nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y potasio. Dentro del marco de la economía circular, estos digeridos pueden ser procesados en fertilizantes o aplicados directamente en los campos, aportando beneficios tanto para la agricultura local como para la sostenibilidad de la propia industria, al disminuir la dependencia de fertilizantes externos.

La energía renovable es otro de los pilares fundamentales que el biogás aporta al sector. El gas producido puede transformarse en energía térmica o eléctrica, o bien en biometano para su inyección en la red de gas natural. Esto permite a las industrias agroalimentarias reducir su huella de carbono y avanzar hacia la descarbonización, un objetivo compartido por las empresas del sector energético, que apuestan por proyectos renovables para diversificar su cartera y cumplir compromisos climáticos.

A nivel comercial, la sostenibilidad se ha convertido en un valor esencial para los consumidores. Las empresas que implementan proyectos de biogás no solo mejoran su eficiencia operativa, sino también su imagen. En mercados competitivos, la huella de carbono y el respeto por el medioambiente se han transformado en factores decisivos para los compradores. Las iniciativas de biogás permiten a las industrias agroalimentarias demostrar su compromiso con la economía circular, lo que contribuye a añadir valor a sus productos.

Además de los beneficios económicos y medioambientales, las plantas de biogás generan sinergias con el empleo y la economía local. Estas instalaciones no solo gestionan subproductos de la industria agroalimentaria, sino también de actividades agrícolas y ganaderas, lo que refuerza el tejido económico rural. El uso de fertilizantes derivados del biogás beneficia directamente a los agricultores locales, mientras que los proyectos bien diseñados fomentan el desarrollo de empleo y la colaboración entre sectores.

El potencial del biogás está ampliamente demostrado. Con miles de plantas operativas en Europa, esta tecnología ha alcanzado un estado de madurez que facilita su adaptación a casos específicos, como las industrias cervecera, láctea, cárnica o de gestión de residuos. En España, aunque su desarrollo está en fases iniciales, los primeros ejemplos comienzan a consolidarse como referentes de una transición hacia modelos productivos más sostenibles.

Por tanto, el biogás representa una herramienta integral para la industria agroalimentaria, abordando desafíos como la gestión de residuos, la eficiencia energética y la sostenibilidad ambiental. Con una tecnología probada y beneficios que abarcan desde la economía circular hasta la descarbonización, el biogás mejora la competitividad de las empresas e impulsa un sector más sostenible y responsable.