Praveena Sridhar: "Trabajamos para mantener sanos nuestros suelos y que garanticen la seguridad alimentaria, los ecosistemas y el bienestar humano"
Save Soil
7 de septiembre, 2025
Debemos adaptar nuestras prácticas de gestión agrícola hacia prácticas regenerativas más sostenibles que contribuyan a un suelo sano y vital
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Praveena Sridhar
Coordinadora de Ciencia y Políticas del movimiento Save Soil
Cuando nos preguntamos sobre cuáles son las necesidades más esenciales para nuestra supervivencia, una de las primeras cosas que nos viene a la mente es la alimentación. La FAO afirma que el 95 % de los alimentos que comemos provienen directa o indirectamente del suelo, donde pasta nuestro ganado y se cultiva nuestra tierra.
En muchas partes del mundo, damos generalmente por sentada la abundancia de alimentos, no siendo conscientes de un elemento crucial de esta abundancia: la salud del suelo, la salud de la tierra de cultivo (¡así como el milagroso proceso de transformación de la tierra en alimento!). La Historia nos demuestra que la gestión no sostenible de esta invalorable fuente de nutrientes puede tener consecuencias catastróficas. Existen diversos estudios que sugieren que la pérdida de la capa superficial fértil del suelo ha sido un factor silencioso de declive social, al socavar la productividad agrícola y la seguridad alimentaria.
Desde el colapso de la civilización maya, a la que en gran parte contribuyó la degradación del suelo, hasta la salinización de los campos en la antigua Sumeria, el sobrepastoreo y el desgaste que debilitó los asentamientos nórdicos en Groenlandia, el agotamiento del suelo en partes del Imperio Romano y la erosión provocada por la deforestación en la Isla de Pascua, la historia demuestra cómo los suelos degradados pueden desestabilizar las sociedades. Al descuidar la conservación del suelo y las prácticas sostenibles, corremos el riesgo de repetir los errores del pasado. Amenazando los sistemas alimentarios, amenazamos la base misma de nuestra civilización global.
No cometamos el error de pensar que la IA ni ningún otro progreso tecnológico podrá reemplazar lo que proporciona un suelo sano y vivo. Ninguna innovación puede sustituir el papel fundamental que desempeñan los suelos fértiles en el mantenimiento de la seguridad alimentaria, los ecosistemas y el bienestar humano.
La FAO confirma que el 52 % de los suelos del mundo ya están degradados. Los suelos degradados implican una menor resiliencia a las crisis climáticas y una disminución de su fertilidad, lo que aumenta la necesidad de costosos fertilizantes artificiales que mantengan estables los niveles de rendimiento de los cultivos. Actualmente, el estado crítico en que se encuentra la degradación del suelo está haciendo que el sistema alimentario mundial sea menos flexible y más dependiente de los insumos. No todos los agricultores, especialmente los pequeños productores, pueden permitirse insumos costosos ni soportar las presiones económicas y ambientales que amenazan su autosuficiencia.
Además, dadas las alarmantes proyecciones que indican que para 2050 la proporción de suelos degradados podría dispararse hasta el 90 %, se hace necesario abordar en un futuro inmediato su posible impacto en la seguridad alimentaria.
La principal razón por la que la degradación del suelo representa un problema relevante es que a menudo se clasifica como un "recurso no renovable", ya que su recuperación puede tardar varias generaciones. Según la FAO, la regeneración de tan solo dos o tres centímetros puede tardar hasta 1.000 años.
Cada año, la desertificación y la sequía provocan la pérdida de 12 millones de hectáreas de suelo que podrían haber sustentado el cultivo de 20 millones de toneladas de cereales. Las previsiones sugieren que, en los próximos 25 años, la degradación del suelo podría reducir la productividad alimentaria mundial hasta en un 12 %, lo que supondría un aumento del 30 % en el precio mundial de los alimentos.
Dado que se prevé que la población mundial alcance los 9.700 millones de personas para 2050, la demanda de alimentos se intensificará. Para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento, gran parte de la producción adicional de alimentos deberá provenir de la intensificación del cultivo de tierras ya utilizadas. Esto podría también requerir la conversión de bosques, humedales y pastizales en tierras de cultivo, lo que podría dañar aún más la biodiversidad y perturbar los servicios ecosistémicos vitales. Si bien nos enfrentamos a la apremiante necesidad de aumentar la producción de alimentos, la degradación del suelo representa un obstáculo importante para lograr esta seguridad alimentaria.
Si queremos evitar esta trayectoria catastrófica, debemos adaptar nuestras prácticas de gestión agrícola, para que puedan pasar de una agricultura intensiva basada en productos químicos convencionales, a prácticas regenerativas más sostenibles. Para lograrlo, la actividad de Save Soil está enfocada en tratar de concienciar a todos los sectores de la sociedad sobre este problema, a menudo tan poco representado, y aboga por políticas que apoyen e incentiven a los agricultores a trabajar sus campos de forma más consciente.
Además de contemplar la seguridad alimentaria en el futuro, la revitalización del suelo puede ser la solución a otros problemas acuciantes como el cambio climático, ya que el suelo puede secuestrar mucho más carbono y emitir muchos menos gases de efecto invernadero si se gestiona adecuadamente.
Para la próxima COP30, esperamos que la comunidad internacional en su conjunto reconozca la importancia del suelo para abordar los desafíos globales, lo que debería, en última instancia, conducir a la reorientación de la financiación climática hacia el sector agrícola para que el mundo pueda realizar la transición hacia prácticas regenerativas y a un suelo sano y vital.
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