Una población en crecimiento dará como resultado una demanda creciente de proteínas, al mismo tiempo que los recursos de agua dulce están disminuyendo. En este contexto, Sara Orlowski, profesora de la Universidad de Arkansas, está trabajando para desarrollar pollos que puedan prosperar con agua limitada.
Su investigación forma parte de un proyecto multiinstitucional de cinco años de duración, financiado por una subvención de 9,9 millones de dólares del Instituto Nacional de Alimentos y Agricultura del Departamento de Agricultura de EE UU. Walter Bottje, profesor de ciencia avícola de la Estación Experimental Agrícola de Arkansas, el brazo de investigación de la División de Agricultura de la Universidad de Arkansas, es el director del proyecto.
Para este proyecto, la Universidad de Arkansas se ha asociado con la Universidad de Cornell y reúne conocimientos de al menos otros cinco sistemas universitarios, con el fin de mejorar la eficiencia del uso de nutrientes y agua en la industria avícola de Estados Unidos. Igualmente, la investigación también ha recibido una subvención de la empresa Cobb-Vantress Inc., dedicada a la cría de pollos de engorde.
El objetivo de Orlowski es desarrollar pollos que consuman menos agua sin reducir su aumento de peso. Para ello, está comenzando la cuarta generación de selección genética para dos grupos: uno para una mayor eficiencia del agua y otro para una menor eficiencia. “Vamos en direcciones opuestas”, señala. Un tercer grupo se está criando al azar para que sirva como grupo de control.
“En el primer grupo, estamos seleccionando una mejor relación de conversión de agua. ¿Cuánta agua beben por una libra de aumento? Hasta ahora, el aumento de peso corporal se ha mantenido constante. No ha habido impacto en la conversión alimenticia”, apunta la investigadora.
Por su parte, el grupo con una menor eficiencia de agua está consumiendo más agua sin ninguna mejora en el aumento de peso.
“Sara ha desarrollado una clara convergencia”, comenta el profesor Bottje. “Después de tres generaciones de pollos de engorde seleccionados para una conversión de agua más alta o más baja, su población de control criada al azar está justo en el medio”.
En cuanto a los próximos pasos, Orlowski explica que, si los cambios en la conversión del agua se mantienen consistentes con la cuarta generación de selecciones, habrá que ver si los cambios en la eficiencia del agua tienen otros efectos fisiológicos. Quiere comprobar si hay modificaciones en la salud e integridad intestinal, en el rendimiento de la carne de pechuga, o si hay algún otro impacto en la salud y el bienestar de las aves.La experta investigará cómo las aves están usando el agua para determinar qué les da una ventaja a los usuarios de agua más eficientes. Y evaluará si las condiciones ambientales modifican los niveles de eficiencia. “¿Qué efectos tiene el estrés por calor, por ejemplo?”, menciona.
Bottje dijo que Shawna Weimer, profesora de ciencia animal y directora del Centro para el Bienestar Animal Alimenticio de la Estación Experimental Agrícola, participará en aquellas investigaciones relacionadas con el bienestar y el comportamiento animal.
El trabajo de Orlowski en este proyecto comenzó cuando era estudiante de doctorado. El primer paso fue poder medir la cantidad de agua que consumía cada ave, puesto que es muy difícil medir con precisión el consumo de agua en sistemas de flujo bajo, como los que se usan para proporcionar agua a las aves de corral.
Orlowski formó parte de un equipo de investigación de estudiantes graduados que desarrolló un novedoso sistema de monitoreo de agua de bajo flujo para usar con aves de corral. Le dio una herramienta esencial que le permite medir la ingesta de agua de aves individuales en tiempo real. Cobb-Vantress Inc. también apoya el desarrollo de esta tecnología.