El sector citrícola español podría salir triplemente perjudicado por la guerra en Ucrania. De un lado, porque las sanciones al régimen de Putin y la situación bélica en el Mar Negro han complicado las exportaciones hortofrutícolas a Rusia –ya vetadas a los europeos desde 2014–, lo que podría estar reorientando la oferta de países competidores como Egipto, Marruecos o Turquía hacia la UE, presionando los precios a la baja. Del otro, porque la crisis ha acelerado el crecimiento de todos los costes de producción, ya iniciado antes del conflicto. Y, finalmente, porque ante la carestía de cereal generada –Ucrania y Rusia representan el 30% del comercio mundial de trigo; el 32% de cebada; el 17% de maíz y el 50% de girasol– han aumentado las voces en los Estados miembros –empezando por el Gobierno de España– que abogan por una rápida ratificación del Tratado de la UE con Mercosur, que se encuentra paralizado.
Quienes defienden tal cosa pretenden facilitar la importación masiva de grano desde Argentina y Brasil. El Comité de Gestión de Cítricos (CGC), por el contrario, la considera una “trampa”. Su presidenta, Inmaculada Sanfeliu, advierte de que hacer tal cosa “sólo favorecería a las grandes corporaciones agroindustriales –que también dominan el mercado mundial de zumo de naranja– y serviría para recompensar a Brasil, que está desmantelando su política medioambiental”.
De hecho, un estudio de la Fundación Imazon (Instituto do Homem e Meio Ambiente da Amazônia) señala que por efecto directo de la mayor demanda europea derivada del nuevo acuerdo, la deforestación aumentaría entre 122.000 y 260.000 hectáreas en pocos años, según los seis escenarios alternativos examinados.
Como viene denunciando el CGC, el tratado con Mercosur tendrá también gran impacto sobre la citricultura española. Brasil ha desarrollado la producción de zumo 100% exprimido, que es de mayor calidad y más apreciado por el consumidor. Paralelamente, ha penetrado en la UE con ‘zumo 100% exprimido’ (Not Frozen Concentrate, NFC). España produce zumo NFC que va destinado en su mayor parte a Europa, que consume unas 250.000-300.000 Tm de origen español y 750.000-850.000 Tm de Brasil.
Los bajos costes de producción y transporte marítimo permiten a los procesadores brasileños ofrecer el zumo ‘100% exprimido’ a un precio muy barato puesto en Rotterdam o Gante, a pesar de que en la actualidad se le aplica un arancel del 12,2%. Brasil lidera el suministro del zumo tanto en volumen como en precio, y los mercados no aceptan el español a precios por encima del brasileño.
“El desmantelamiento arancelario que supone este tratado se traduciría en una reducción drástica del precio al citricultor por la parte de la fruta que hoy necesariamente tiene que desviarse a transformación”, advierte Sanfeliu. Más allá de amenazar la supervivencia de la industria española de zumos, el precio mínimo de las naranjas en fresco –definido ahora por la transformación– quedará entonces en manos de tres grandes corporaciones brasileñas: Citrosuco, Cutrale y Louis Dreyfus Company. Esta última es uno de los mayores productores de commodities –azúcar, soja, algodón, café y oleaginosas– del planeta.