^{Elvira Carles Brescolí. Directora de la Fundación Empresa y Clima. Participante en 14 ediciones de la COP, desde 2010 en calidad de Observer de Naciones Unidas}

La agricultura y la ganadería españolas, además de ser uno de los tractores de su economía, también son dos de las actividades económicas más intensivas en lo que a la emisión de gases de efecto invernadero se refiere.

Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en 2021 las emisiones de GEI la agricultura y la ganadería sumaron un 13,2%, justo detrás del transporte y la industria, principales emisores.

Este es un dato relevante al que las administraciones y las empresas están haciendo frente. Por un lado, está en marcha el conocido como Perte Agroalimentario y la convocatoria de ayudas para el fortalecimiento industrial del sector, por valor de 510 millones de euros. Por otro, y a iniciativa propia, muchas empresas están tomando medidas de descarbonización y ahorro energético que están posicionándolas como líderes en su sector. Veamos tres ejemplos que están desarrollando otras tantas empresas que forman parte de la Fundación Empresa y Clima.

La primera es bonÀrea, que elabora una extensa gama de productos que llegan al consumidor final en sus más de 560 tiendas. Lo hace sin intermediarios y con un modelo de integración vertical completo. Los tres pilares en los que bonÀrea focaliza su gestión medioambiental son: una eficiente gestión de los recursos para lograr la minimización de los residuos, la optimización del consumo energético y la economía circular.

Entre sus compromisos medioambientales está el de maximizar el autoconsumo con energías renovables buscando que supongan el 50% de la energía consumida para el año 2030, a día de hoy ya supone un 15%. También en cuanto al transporte, además de optimizar continuamente rutas y vehículos, desarrollan un proyecto de investigación para la fabricación de un camión de autonomía extendida con hidrógeno, que debe permitir efectuar el reparto sus tiendas desde sus centros productivos en un futuro y con cero emisiones.

Un segundo ejemplo remarcable es Grupo Conesa, empresa extremeña que cuenta con una capacidad máxima de proceso de 1.100.000 Tn. de tomate fresco por campaña, lo que la sitúa como empresa líder europea en su sector. Grupo Conesa es plenamente consciente del impacto que sus actividades pueden ocasionar en el medio ambiente y por eso establece un compromiso de protección ambiental con el fin principal de minimizar sus impactos climáticos. Para ello, además de reducir la huella de carbono, ha instalado plantas fotovoltaicas y calderas de biomasa que reducen el consumo de combustibles fósiles y está vigilando especialmente el consumo de agua en sus cultivos.

Un tercer ejemplo es el de Borges, grupo multinacional que dentro de un contexto tan amplio como el de sostenibilidad desarrolla diferentes prácticas que tienen un impacto directo tanto en su actividad como en sus grupos de interés. Desde un bloque orientado hacia la “Agricultura Responsable”, aplica políticas para promover una gestión agrícola responsable y a contribuir al desarrollo sostenible en su cadena de suministro; y a trabajar con modelos de producción y consumo eficientes y sostenibles.
 
Son estos tres ejemplos de empresas grandes del sector agroalimentario que también están demostrando ser grandes empresas en lo que a la lucha contra el cambio climático se refiere y con las que colaboramos codo con codo desde nuestra Fundación.

Junto a ellas, otras muchas más pequeñas y especializadas también ejecutan diversas acciones para continuar llevando unos productos a nuestras mesas que, además de saludables y deliciosos, sean lo más sostenibles posibles. Así se lo exigen cada vez más los consumidores y así debe ser en el actual escenario de emergencia climática en el que vivimos.