Paco de Lara, Ingeniero Agrícola y Turmicultor, Secretario de la Asociación Española de Turmicultura

La turmas o trufas del desierto son hongos subterráneos autóctonos de nuestra tierra, de alto valor nutricional y gastronómico. Se han consumido desde hace milenios en las regiones de la ribera del Mediterráneo, debido a su calidad gastronómica y sus excelentes propiedades nutricionales.

Los beduinos del desierto las consumían, a veces como único alimento en sus largas travesías. El romano Plinio el Viejo las describió en su obra “Historia naturalis” como alimento en el siglo I después de Cristo precisamente aquí en Murcia cuando era procurador de Cartagena. Desde aquellos tiempos, han llegado hasta nosotros como un fruto silvestre que nos regalan nuestros campos en primavera cuando las lluvias del otoño e invierno son adecuadas.

Las turmas presentan un equilibrado contenido en proteínas, carbohidratos, aminoácidos esenciales, minerales y fibra, complementados con una alta concentración de compuestos antioxidantes.

Se dan por un mecanismo magistral de la naturaleza, donde una planta y un hongo se asocian para que sea posible la supervivencia de ambos en suelos pobres y climas áridos.

Es una simbiosis, una ayuda mutua por necesidad vital: La planta le da carbono a la turma para que esta pueda crecer y a cambio la turma le devuelve a la planta capacidad de absorción de agua y sales minerales del suelo en condiciones extremas para que la planta subsista.

Artículo completo en Revista Alimentaria 518

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