Científicos de nueve centros de investigación europeos están experimentando en el marco del proyecto Recobar “Recovering and Exploiting Old and New Barley Diversity for Future-Ready Agriculture” (https://recobar.eu) para conseguir la cebada que mejor se pueda adaptar a las condiciones derivadas del cambio climático: aumento de las temperaturas, sequía, cambios bruscos en la meteorología, lluvias torrenciales... Recobar comenzó a desarrollarse en 2023 y terminará en diciembre de 2025. Se centra en explorar y aprovechar la amplia diversidad genética que albergan las variedades de cebada antigua y las cebadas locales para aplicar sus características y su adaptabilidad a la cebada del futuro.
Los principales desafíos que se plantea el proyecto son los siguientes:
1º. Usar variedades tradicionales para reducir el uso de fertilizantes en las cebadas del futuro. Aprovechar la diversidad existente en variedades antiguas y locales de cebada para ampliar la base genética del cultivo, particularmente en condiciones de bajo nivel de nitrógeno, un elemento esencial para el crecimiento de las plantas. Esto favorecerá la reducción de fertilizantes, repercutiendo en una disminución de la contaminación y un ahorro en los costes de producción.
2º. Descubrir y explotar genes asociados a la tolerancia a ambientes extremos, favoreciendo la adaptación del cultivo de la cebada a altas temperaturas, sequía, mayores concentraciones de dióxido de carbono o eventos de lluvias torrenciales propiciados por el cambio climático.
3º. Diseñar ideotipos in silico (plantas ideales modelizadas mediante herramientas estadísticas e informáticas), antes de probarlas en campo, utilizando modelos de crecimiento de cultivos mejorados, aplicados a la predicción genómica (predecir el comportamiento del cultivo a partir de su genoma), con el objetivo de mejorar la adaptación a los futuros agroecosistemas. El empleo de modelos estadísticos permitirá predecir las posibles consecuencias que tendrá el cambio climático en el cultivo de la cebaba, y desarrollar estrategias que las mitiguen.
4º. Aprovechar el diálogo de la planta con la biodiversidad del suelo con el objetivo de descifrar las asociaciones de la microbiota (hongos y bacterias) de la rizosfera (parte del suelo más próxima a las raíces) con la diversidad de los cultivos y las condiciones ambientales. Los hongos y bacterias presentes en la rizosfera tienen una influencia, en ocasiones determinante, tanto positiva como negativa en el desarrollo de los cultivos. Conocer las especies que lo integran y cómo se ven afectadas por la variedad de la planta o el ambiente en el que se desarrollan, nos ayudará a potenciar aquellos microorganismos beneficiosos para el cultivo.
Recobar es un proyecto seleccionado en la convocatoria conjunta FACCE-JPI SusCrop 2021 sobre agrodiversidad en el marco del Espacio Europeo de Investigación. Para su realización cuenta con un presupuesto de 1.755.000 euros. La coordinación del proyecto recae en Ernesto Igartua, investigador de la Estación Experimental de Aula Dei perteneciente al CSIC. También participan ocho socios más de seis países diferentes: Universidad de Tartu (Estonia), University College Dublin (Irlanda), Centro de Investigación de Genómica y Bioinformática-CREA (Italia), Universidad de Milán (Italia), Instituto de Recursos Naturales de Finlandia-LUKE (Finlandia), Universidad de Helsinki (Finlandia), Universidad de Silesia (Polonia) y Universidad de Cukurova (Turquía).