El consumo habitual de quinoa puede contribuir a prevenir la aparición de la diabetes tipo 2. Es la principal conclusión de un estudio liderado por Diana Díaz Rizzolo, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi y Sunyer (IDIBAPS), y publicado en la revista Nutrients.
La quinoa, un pseudocereal de origen andino, es muy rica en vitaminas del grupo B, E y C, así como en minerales como el calcio, el hierro o el magnesio. Asimismo, es una buena fuente de carbohidratos complejos y de fibra y contiene una elevada concentración de proteínas con todos los aminoácidos esenciales. Debido a este valor nutricional, se había hipotetizado que su consumo podría tener un impacto favorable respecto a ciertas enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2. Sin embargo, no existía ningún estudio científico que avalara estos supuestos beneficios para la salud. Díaz Rizzolo explica que hicieron una revisión para averiguar qué decía la bibliografía científica sobre esta cuestión. Algunos estudios recientes con ratones habían observado que los polifenoles podían tener un efecto positivo para reducir la glucosa en sangre. La diabetes tipo 2 va precedida de un estado previo denominado ‘prediabetes’ en el que, si se actúa, todavía puede prevenirse la enfermedad. “Un 70% de las personas que se encuentran en un estado de prediabetes acabarán desarrollando la enfermedad. Además, esta proporción de conversión aumenta en los adultos de más edad”, destaca la Dra. Díaz Rizzolo. Los investigadores reclutaron a personas mayores de 65 años en estado de prediabetes e hicieron un seguimiento de sus niveles de glucosa durante un mes. Al cabo de este tiempo, sustituyeron los alimentos ricos en hidratos de carbono complejos —como cereales, legumbres, tubérculos y pasta— por quinoa y alimentos hechos a partir de este pseudocereal. Para ello, trabajaron con la Fundación Alícia, que elaboró nuevos productos a base de harina de quinoa que se parecían mucho a los alimentos que ya consumían los voluntarios, como panes, bollos, pasta, galletas saladas y palitos. Durante un mes registraron cómo fluctuaban los niveles de glucosa en sangre de los voluntarios a lo largo del día.
“Comparamos los patrones de la glucosa en sangre y vimos que, cuando los participantes habían ingerido quinoa, el pico de glucosa era inferior que con la dieta habitual. Esto es crucial, porque estos picos de glucemia después de comer son determinantes en la evolución de la diabetes tipo 2”, resume la investigadora de la UOC.
Los investigadores también vieron que el consumo de quinoa ayudaba a controlar el nivel de lípidos en sangre, por lo que consideran que podría ser útil para controlar la hipercolesterolemia y otros factores relacionados con el riesgo cardíaco. “La quinoa contiene un elevado contenido de grasas insaturadas, de antioxidantes y de polifenoles, con claros beneficios cardiovasculares”, apunta Díaz Rizzolo. También tiene unos niveles elevados de betaína, un compuesto capaz de controlar los niveles de homocisteína y evitar la aparición de enfermedad coronaria.