Lorena Rodríguez, investigadora líder de Packaging en AIMPLAS
Entre las líneas de actuación para reducir el desperdicio alimentario está el desarrollo de envases con mejores propiedades, capaces de alargar la vida de los productos envasados sin contribuir a aumentar los residuos de envases generados, ya que este es otro punto de especial interés para Europa. Aproximadamente 1/3 de los alimentos producidos en el mundo para consumo humano cada año, se desperdicia. De media, un ciudadano europeo tira a la basura 173 kilos de alimentos al año. Por este motivo, se presentó en el Parlamento Europeo en mayo de este año una propuesta para la reducción de las toneladas de alimentos desperdiciados cada año en la Unión Europea en un 30% para 2025 y un 50% para 2030.
El sector del plástico tiene una gran responsabilidad y se enfrenta a un gran reto. Por un lado, debe demostrar que el uso de envases plásticos es una opción sostenible medioambientalmente, compitiendo con las soluciones basadas en papel; y, por otro lado, confirmar que su uso es adecuado para alargar la vida de los productos, reduciendo su desperdicio.
En el marco de este gran reto, AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, ha estado trabajando en el proyecto ENVASE 4.0, que se ha centrado en el desarrollo de nuevos materiales para envases con mejores propiedades, lo que permitirá el desarrollo de envases más sostenibles con altas barreras o prestaciones, que puedan ser utilizados en la industria alimentaria con el objetivo ya mencionado, sin incurrir en la producción masiva de residuos de envase. Para ello el proyecto se ha basado en tres diferentes estrategias.