Alrededor de un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial cada año se desperdician, mientras que aproximadamente 800 millones de personas sufren hambre, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
En este contexto, un nuevo estudio de la Universidad de Michigan, financiado en parte por Carrier Global Corp., líder mundial en soluciones inteligentes de clima y energía, y por la National Science Foundation de EE. UU., concluye que casi la mitad del desperdicio de alimentos, alrededor de 620 millones de toneladas métricas, podría eliminarse mediante cadenas de suministro de alimentos totalmente refrigeradas, o “cadenas de frío”, en todo el mundo. Al mismo tiempo, este tipo de cadenas podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el desperdicio de alimentos en un 41 % a nivel mundial, según el estudio publicado en la revista Environmental Research Letters.
Según este trabajo, África subsahariana y el sur y sudeste de Asia tienen el mayor potencial para reducir tanto las pérdidas de alimentos como las emisiones relacionadas mediante una mayor implementación de la cadena de frío.
Además, el informe también señala que en muchas situaciones desarrollar cadenas de suministro de alimentos “De la granja a la mesa” más localizadas y menos industrializadas puede generar ahorros de alimentos comparables a las cadenas de frío optimizadas.
El autor principal del estudio, Aaron Friedman- Heiman, estudiante de maestría en la Escuela de Medio Ambiente y Sostenibilidad y la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan, asegura: “Me sorprendió descubrir la enorme oportunidad que supone la refrigeración para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos a nivel mundial. Mediante la optimización de la cadena de suministro de alimentos se podría evitar casi la mitad de los aproximadamente 1.300 millones de toneladas de alimentos que se desperdician anualmente”.
La otra autora es Shelie Miller, profesora de la Escuela de Medio Ambiente y Sostenibilidad y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Michigan.
Las pérdidas de alimentos producen aproximadamente el 8 % de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre. El estudio de la Universidad de Michigan se ha centrado en las pérdidas de alimentos desde la poscosecha hasta las etapas minoristas de la cadena de suministro de alimentos y no aborda las pérdidas en las granjas o en el hogar. Asimismo, da cuenta de los gases de efecto invernadero emitidos durante la producción de alimentos, pero no incluye las emisiones vinculadas a la refrigeración u otras operaciones de la cadena de suministro, ni las emisiones provenientes del desperdicio de alimentos en los vertederos.
El estudio también reveló que la mayor oportunidad para mejorar las pérdidas de alimentos en las economías menos industrializadas es la cadena de suministro entre la granja y el consumidor. Pero en América del Norte, Europa y otras regiones más industrializadas, la mayor parte de la pérdida de alimentos ocurre a nivel de los hogares, por lo que las mejoras en la cadena de frío no tendrían un impacto importante en las pérdidas totales de alimentos.
Por otro lado, la investigación ha reforzado investigaciones anteriores acerca de la importancia de las pérdidas de alimentos relacionadas con la carne. Si bien la cantidad de frutas y verduras perdidas es mucho mayor, en peso, en todo el mundo, las emisiones relacionadas con el clima asociadas con las pérdidas de carne son consistentemente mayores que las asociadas con cualquier otro tipo de alimento, debido principalmente a la alta intensidad de gases de efecto invernadero originada durante la producción de carne. La carne representa más del 50 % de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la pérdida de alimentos, a pesar de representar menos del 10 % de las pérdidas mundiales de alimentos en peso.
Según el estudio, la refrigeración optimizada de la carne podría eliminar más del 43 % de las emisiones asociadas con la pérdida de carne.
Para el estudio, los investigadores crearon una herramienta de estimación de la pérdida de alimentos para evaluar cómo un mejor acceso a la cadena de frío podría afectar la pérdida de alimentos y las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas para siete tipos de alimentos en siete regiones. Para ello utilizaron datos de la FAO y otras fuentes.
Los investigadores dicen que su herramienta es adaptable y fácil de usar y será útil para cualquier persona involucrada en la cadena de suministro de alimentos, incluidos agricultores, minoristas, funcionarios gubernamentales y organizaciones no gubernamentales.
Miller comenta: “Aunque la infraestructura de la cadena de frío está aumentando rápidamente en todo el mundo, una cadena de frío optimizada probablemente se desarrollará a diferentes ritmos y de diferentes maneras en todo el mundo. Este análisis demuestra que, si bien el aumento de la refrigeración debería conducir a mejoras tanto en la pérdida de alimentos como en las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la pérdida de alimentos, existen importantes compensaciones asociadas con las mejoras de la cadena de frío por tipo de alimento y región”.
También asegura que será necesario priorizar las decisiones de inversión para maximizar los resultados e impactos deseados. Por ejemplo, si la principal prioridad de una ONG es acabar con el hambre, entonces las mejoras en la cadena de frío que proporcionen las mayores reducciones generales de la pérdida de alimentos pueden cumplir mejor ese objetivo. Pero las organizaciones que priorizan la acción climática pueden optar por centrarse específicamente en reducir las pérdidas de carne, en lugar de las pérdidas totales de alimentos.
Los investigadores enfatizan que la cantidad real de ahorro en las emisiones de gases de efecto invernadero dependerá de la eficiencia de las tecnologías de la cadena de frío y de la intensidad de carbono de las redes eléctricas locales, ya que las emisiones climáticas asociadas con la refrigeración pueden ser significativas.