Angel Galán (Escaparatech)
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Nuestro acercamiento al Food Design ha sido de forma natural. Durante años me he interesado y trabajado en proyectos relacionados con el diseño y el sonido, prestando una especial atención a cómo nos relacionamos entre nosotros y con los objetos.
Encontrar el Food Design fue abrir una puerta a un abanico infinito de posibilidades ya que, como solemos decir, buscamos nexos de unión hasta ahora no explorados entre música, arte, sociedad y tecnología.
A la hora de diseñar experiencias el eating design es una súper disciplina holística en la que no solo trabajamos pensando en todos los sentidos (incluido el del humor) sino que surgen casi infinitas conexiones entre cualquier disciplina a través del diseño y la relación con la comida. Además, la particularidad de ser perecedera, transformable y estimular todos los sentidos hace de la comida un material que amplía las posibilidades del proceso creativo y convierte al Food Design en una forma de expresión realmente completa.
Aunque es cierto que en Escaparatech no nos dedicamos solo al Food Design, debemos confesar nuestro entusiasmo por él. Nos ayuda a tomar conciencia de lo interconectado que está todo, la complejidad del sistema en el que vivimos y nos da pistas sobre cómo nos relacionamos. Al mismo tiempo, siempre buscamos los elementos más básicos e innatos de nuestra naturaleza humana y trabajamos con ellos. En el diseño de experiencias y en diseño interactivo es fundamental no dar nada por hecho y ponerte siempre en el lugar de usuario, y más en casos como el nuestro en el que la mayoría de las veces el usuario se enfrenta a algo que no conoce, fundamentalmente porque lo hemos inventado. Es por ello, por lo que debemos diseñar interacciones muy intuitivas y trabajar con estímulos y refuerzos.
En Escaparatech ofrecemos a través del diseño de experiencias nuevas posibilidades para contar y transmitir. Exploramos y desarrollamos nuevas vías para interactuar con objetos y pantallas de forma intuitiva y con resultados sorprendentes.
De forma espontánea hemos reinventado experiencias costumbristas a través del diseño interactivo y la tecnología, pero siempre evitando que la tecnología se perciba como algo invasivo y ajeno. Muestra de ello son por ejemplo el “Jamoncello”, un jamón ibérico que al ser cortado suena como si se tocara un cello; la calçotada interactiva con luz y sardana incluida, o el simulador de pisado de uva “Step Wine Step”, para servirte una copa de vino y sufrir en primera persona el trabajo que hay detrás de la producción y elaboración de un producto como es el vino. En definitiva, utilizamos el Food Design como una herramienta para socializar, aprender o recordar y con la que es posible abordar todo tipo de temas.
Cuando colaboramos con empresas que quieren transmitir valores de innovación, creatividad y tecnología, nuestras experiencias son una forma diferente y más memorable de transmitirlos.
También imaginamos futuros, como en el caso de nuestro levitador de gastronomía en gravedad cero, ofreciendo un artefacto para poder consumir pequeños alimentos y gotas de líquido en suspensión, preparándonos para lo que serán los futuros viajes a las estaciones espaciales.
En general nos encanta jugar y gamificar acciones cotidianas, como en el caso de nuestro juego “Operación”, para coger con unas pinzas unos dulces y volver a la infancia por un momento intentando sacar tu recompensa sin que pite la alarma.
Y nos gusta jugar con la sorpresa en general, pero en el caso de las “Touch Plants” o plantas interactivas lo llevamos a un nuevo nivel en el que vemos cómo la gente directamente empatiza con la planta. Las “Touch Plants” son plantas aromáticas que usamos como aromatizadores naturales de manos: en vez de echar la hierba aromática a la comida, tocamos la planta antes de comer el alimento y al acercarnos la mano a la boca para comer nos llegará el aroma. Lo sorprendente de esta acción, que ya por sí sola es interesante, es que estas plantas tienen personalidad propia y al ser tocadas se iluminan e interactúan contigo. Una tiene cosquillas y se ríe al tocarla, mientras que la otra es más picantona y te pide que la toques más. Una vez más unimos lo intuitivo de la acción, tocar una planta aromática, frente a lo sorprendente de la respuesta.
Luego tenemos otra pata más dedicada a la divulgación y la formación. Hemos colaborado con charlas y talleres en escuelas como artediez, IED Madrid, Medialab-Prado, ESDM, y los festivales Madrid Design Festival y Food Design Fest, entre otros. Los tres últimos cursos he impartido la asignatura “Diseño en la Cocina” en la Escuela Superior de Diseño de Madrid, que es quizá el único acercamiento al Food Design dentro de la formación pública reglada de la Comunidad de Madrid para diseñadores (y en el caso de Madrid me atrevería a decir educación en general). Esto quizá sea un síntoma de la desconexión entre industria e instituciones educativas y la especialización sin conectar disciplinas. Según nuestro criterio, los próximos profesionales deberían ser multidisciplinares o al menos estar preparados para poder trabajar cómodamente en equipos multidisciplinares, y para ello es necesario conocer más allá de nuestra especialización.
Muchos de nuestros trabajos surgen de la investigación y la inquietud propia, pero por supuesto que también trabajamos para diseñar experiencias e instalaciones interactivas para agencias, empresas e instituciones. Igualmente, nos encanta colaborar y ayudar a artistas a dotar a sus obras de interactividad y estamos muy contentos de haberlo hecho con artistas como e1000, Fernando Arroyo, dEmo, Elsa Yranzo o Camila Orozco. Actualmente se ha incorporado Owen Motus.art al equipo y estamos muy contentos de los últimos eventos realizados con Food Arquitectura y nuestra colaboración en septiembre con el Food Design Fest 24 en di_mad MATADERO.