Javier Ojeda: "El agua, el recurso natural más protegido por la acuicultura"
APROMAR
14 de enero, 2024
Las instalaciones de acuicultura realizan estudios de impacto ambiental y planes de vigilancia, controlando de forma permanente la calidad del agua
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Javier Ojeda, portavoz de Acuicultura de España y gerente de APROMAR
Teniendo en cuenta que el 70% de la superficie del planeta es agua y que en la actualidad obtenemos el 98 % de nuestros alimentos de la superficie terrestre, es fácil pensar que cultivar el agua es la solución más sostenible para la alimentación del futuro. Como decía Jacques Cousteau en 1973: “Tenemos que dejar de ser cazadores en el mar para ser agricultores y granjeros. Porque eso es la civilización". Por lo tanto, así como la agricultura tiene por objetivo crear y obtener alimentos en los ecosistemas terrestres, la acuicultura lo hace en los mares, océanos y ríos de forma sostenible, garantizando proteínas animales seguras y de excelente calidad para las generaciones presentes y futuras, sin agotar los recursos naturales ni provocar una crisis ambiental o social.
Contar con fuentes de producción de suficientes alimentos de cercanía, nutritivos, seguros y saludables, permite que no dependamos de otros países para alimentarnos. Es importante destacar que la acuicultura provee en la actualidad cerca del 50 % de los alimentos de origen acuático (para consumo humano). La soberanía alimentaria siempre ha sido importante, pero ahora más que nunca porque puede ser vital en casos de crisis, como una pandemia o una guerra, donde un cierre de fronteras podría afectar al abastecimiento de alimentos.
Por suerte, los consumidores españoles pueden estar tranquilos porque gracias a la acuicultura desarrollada en España, el consumo de pescado fresco y de cercanía está garantizado. España es líder no solo en volumen de producción acuícola, sino también en investigación e innovación en todo lo relacionado con el desarrollo sostenible del sector acuícola europeo.
En este contexto, la acuicultura se perfila como una práctica tan valiosa como necesaria, a niveles que van desde la nutrición hasta la conservación medioambiental. Además, está considerado como el sector de producción de alimentos de más rápido crecimiento en el mundo. La acuicultura es un sector con un gran crecimiento y una pieza clave en la conservación de los medios acuáticos y en la alimentación del futuro a nivel mundial, de cara a garantizar la seguridad alimentaria de una población en constante crecimiento.
La propia ONU puso de manifiesto que la producción acuícola contribuye de forma decisiva a la seguridad alimentaria mundial; ya que se espera que la producción total de alimentos acuáticos alcance los 202 millones de toneladas en 2030, debido principalmente al continuo crecimiento de la acuicultura. Por lo tanto, la acuicultura se considera una actividad clave para el desarrollo de un sistema alimentario sostenible y justo, clave para el desarrollo de la Economía Azul.
Alineada con los OD
La acuicultura española también juega un papel muy importante para alcanzar los Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 que pretenden mejorar el bienestar de las personas y del planeta. La acuicultura contribuye especialmente con los ODS que están relacionados con la eliminación del hambre y la mejora de la salud (ODS 2 y 3), incremento de la sostenibilidad medioambiental de océanos, agua, clima y tierra a través de la producción y consumo responsables (ODS 6, 12, 13, 14 y 15), y aspectos como la pobreza, alcanzar la igualdad de género, la mejora de los medios de vida y la reducción de las desigualdades (ODS 1, 5, 8 y 10).
El uso y la calidad del agua
El sector acuícola lleva un control riguroso de la calidad y salubridad del agua, tanto de la que utilizan, como de la que devuelven a los ríos y mares. Es más, para la actividad acuícola es imprescindible que el agua se mantenga libre de contaminantes y en condiciones biológicas similares o incluso mejores que las del propio entorno natural. En concreto, en la acuicultura continental el agua se devuelve en las mismas condiciones y proporciones a su cauce original, por lo tanto, tiene una huella hídrica muy baja.
Además, las normativas española y europea son muy exigentes respecto al tratamiento del agua y obligan a un seguimiento constante y las propias instalaciones de acuicultura realizan de forma periódica estudios de impacto ambiental y planes de vigilancia, controlando de forma permanente la calidad del agua, así pueden detectar cualquier alteración inusual y paliar el problema inmediatamente.
Por lo tanto, la acuicultura es consciente de que el agua es el medio natural donde desarrolla su actividad y que, por lo tanto, deben cuidarla por encima de todo, protegiendo su calidad, su entorno y su biodiversidad.
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