^{Mila Varcárcel, co-fundadora y Managing Partner de Eatable Adventures}

Nuestro sistema agroalimentario se enfrenta hoy a una gran cantidad de retos. Naciones Unidas calcula un incremento de más de 2.000 millones de personas en los próximos 30 años que exigirá un cambio en la alimentación, en la forma en la que la producimos, con el consiguiente impacto en el terreno, en el agua, en la ganadería y agricultura y por supuesto en el medio ambiente. También estamos viviendo problemas con las cadenas de suministro en estos meses, y hemos vivido recientemente los efectos que la COVID-19 y el aislamiento que exigió tuvo sobre el comercio mundial. Y, por supuesto, cada vez somos más conscientes de lo que comemos y el impacto que tiene en nuestra salud.

Pero todos estos retos tienen un gran aliado para afrontarlos: la tecnología. La aplicación de soluciones como la inteligencia artificial, biotecnología, robótica, bioimpresión, blockchain, machine learning… están transformando la cadena de valor agroalimentaria que conocíamos. Y quien mejor está aplicando esa disrupción en la cadena son las startups dedicadas al FoodTech, que encuentran maneras revolucionarias de enfrentarse a los retos del presente, con tecnologías del futuro, y no cuentan con las limitaciones que tienen las empresas que surgieron en el pasado.

“No queremos ser Kodak”, decía en 2018 Tom Hayes, presidente de Tyson Foods, una de las principales industrias cárnicas de EE.UU. y con este pensamiento se convirtieron en uno de los aliados estratégicos de Impossible Foods en su lanzamiento.

Y con esta filosofía es con la que ya están trabajando muchas corporaciones de la industria alimentaria. Las startups del sector son un motor de innovación que puede aportar mucho a la industria y para poder beneficiarse de esa innovación se hace necesario establecer programas de innovación abierta que permitan identificar las startups más adecuadas con las que colaborar, sentar las bases para esa colaboración y canalizar los esfuerzos conjuntos que beneficien a ambas partes.

Este trabajo ya no es una anécdota que capitalizaban compañías como Nestlé, Unilever o Mondelez, sino que cada día vemos más empresas de todas nacionalidades y tamaños con programas en esta línea, como Mylkcubator de Pascual, Baking the Future de Europastry, Tastech de Sygma o Albora de Alianza Team.

Con esos programas, las compañías consiguen descubrir nuevos modelos de negocio, explorar nuevos canales con su consumidor, reforzar la sostenibilidad de su operación, diversificar en categorías o geográficamente y sobre todo, incrementar la eficiencia de su negocio.

Son muchas las maneras en las que las empresas del sector están trabajando en innovación abierta, y va a depender mucho de la cultura de la compañía, la posición en la que se encuentra, la estructura con la que cuenta… Por eso siempre es bueno contar con un aliado que pueda asesorar a la compañía sobre cuál es el mejor camino a tomar, cómo enfocar el trabajo, que ayude a identificar las startups con las que trabajar y a sentar las bases de la conversación y colaboración con ellas.

Vivimos en la era de la colaboración, en la que las personas, las startups, inversores, administraciones, se alían para construir un futuro mejor; y por supuesto las corporaciones del sector agroalimentario no pueden faltar a ese trabajo conjunto.