Mariana Eidler
Directora del Food Design Lab de Elisava
Sí, Food Design. Tal vez, al leer este título, pienses que hablamos de crear platos bonitos o de estilismo culinario. Sin embargo, aunque el Food Design fue un concepto incomprendido en sus inicios, ha evolucionado y hoy tiene un significado mucho más amplio.
En un mundo donde la alimentación se ha convertido en un tema mediático impulsado por paradojas como tradición e innovación, sostenibilidad y desperdicio, placer y salud, el papel del diseño en relación con la comida y los sistemas alimentarios es más crucial que nunca. La figura del Food Designer ha emergido como un perfil profesional imprescindible.
Conscientes de esta necesidad, ELISAVA Barcelona School of Design and Engineering, una de las universidades de diseño más prestigiosas de Europa, en colaboración con CETT – CETT Barcelona School of Tourism, Hospitality and Gastronomy, ha lanzado el Grado en Diseño para los Sistemas Alimentarios. Este programa formará a una nueva generación de profesionales capaces de repensar la manera en que producimos, procesamos, consumimos y experimentamos los alimentos.
PERO, ¿QUÉ HACE UN FOOD DESIGNER?
El Food Designer analiza y reimagina la relación entre las personas, los alimentos y los sistemas alimentarios, buscando soluciones innovadoras y sostenibles. A diferencia de lo que muchos pueden pensar, su labor va mucho más allá de diseñar envases atractivos; aborda la alimentación como un sistema complejo en el que convergen la cultura, la tecnología, la economía y la ecología.
Su trabajo abarca desde el diseño de nuevos servicios o sistemas, productos y experiencias gastronómicas, hasta la mejora de procesos de producción, distribución y consumo. Puede desarrollar proyectos en áreas como la reducción del desperdicio alimentario, el diseño de materiales sostenibles para el envasado, la creación de experiencias sensoriales en la gastronomía o la implementación de nuevas tecnologías, optimización de procesos y metodologías e implementación de la creatividad en la industria alimentaria.
El Food Designer no solo diseña para la comida o la acción de comer, sino con la comida, entendiendo su impacto social, ambiental y cultural para transformar la manera en que nos alimentamos.
UN GRADO QUE RESPONDE A LOS GRANDES DESAFÍOS DEL SISTEMA ALIMENTARIO
La apuesta de ELISAVA y el CETT no es simplemente un reflejo de las tendencias gastronómicas del momento, sino una respuesta directa a los desafíos que enfrenta nuestro sistema alimentario. La transición sostenible necesaria en el sector alimentario, el desperdicio alimentario, el cambio climático, las dietas poco saludables y las desigualdades en el acceso a los alimentos son problemas actuales que requieren soluciones creativas e interdisciplinares. Este grado destaca por su enfoque transdisciplinar y holístico. Combinando creatividad, diseño, gastronomía, ciencias sociales, tecnología y sostenibilidad alimentaria, el Diseño para los Sistemas Alimentarios formará profesionales que no solo comprendan la cadena de valor de la alimentación, sino que también sean capaces de intervenir de forma estratégica e innovadora.
Los estudiantes serán desafiados a diseñar nuevas experiencias gastronómicas, desarrollar materiales biodegradables, crear soluciones para reducir el desperdicio alimentario e incluso intervenir en políticas públicas que promuevan un sistema alimentario más sostenible y resiliente. Para apoyar este proceso, ELISAVA y el CETT cuentan con el Barcelona Food Design Lab by ELISAVA, un espacio de experimentación e investigación y de relación con la industria alimentaria, donde los estudiantes pueden probar conceptos, trabajar con ingredientes innovadores y desarrollar prototipos que desafíen los límites.
Además, la escuela apuesta por un cuerpo docente altamente cualificado, reuniendo especialistas nacionales e internacionales de distintas áreas: diseñadores, ingenieros, chefs, científicos alimentarios y emprendedores, creando así un ambiente de aprendizaje diverso y enriquecedor.
FOOD DESIGN EN LA INDUSTRIA: DE STARTUPS A MULTINACIONALES
La industria alimentaria ha estado tradicionalmente dominada por ingenieros, nutricionistas y chefs. Sin embargo, en un contexto de transformación acelerada, falta una pieza esencial: alguien que conecte todas estas áreas y las traduzca en nuevos modelos de conocimiento que se conviertan en soluciones viables y deseables para las personas y el planeta. Aquí es donde entra el Food Designer, un profesional que combina creatividad y pragmatismo, uniendo el diseño con la gastronomía y la innovación alimentaria.
Algunas de las principales empresas alimentarias del mundo ya han identificado el potencial de este perfil y han comenzado a integrar Food Designers en sus procesos creativos y de innovación. Empresas del sector alimentario como Ametller Origens o Danone han retado a los estudiantes de este nuevo grado a repensar sus productos y servicios para un consumidor cada vez más informado y consciente. Desde startups de proteínas alternativas hasta multinacionales que buscan rediseñar sus productos, la demanda de profesionales capaces de pensar más allá del plato está en auge.
FOOD DESIGN Y LA INMERSIÓN EN EL MUNDO REAL
Pero no solo la industria se beneficia de este nuevo profesional. El Food Design también tiene un fuerte impacto social y ambiental. Desde proyectos comunitarios, pasando por comedores escolares más sostenibles, hasta envases que evitan el desperdicio o restaurantes que exploran ingredientes subvalorados, este nuevo territorio puede generar un gran valor. Un ejemplo de ello es la colaboración con restaurantes icónicos como Mugaritz de Andoni Luis Aduriz, El Celler de Can Roca de los hermanos Roca o Enigma de Albert Adrià, así como con organizaciones como Espigoladors o la Fundación Alícia.
Para consolidar esta visión, el grado apuesta por experiencias inmersivas a través de bootcamps internacionales que permiten a los estudiantes entrar en contacto directo con distintas realidades del sistema alimentario. Desde experiencias en Portugal, en Vivid Farms, donde los estudiantes exploran modelos regenerativos de producción alimentaria, hasta viajes a Tailandia, en colaboración con la Universidad de Kasetsart, donde se sumergen en nuevas formas de cultivo y consumo, estas vivencias permiten comprender las complejidades de la alimentación en distintos contextos globales.
ESPAÑA Y EL FUTURO DEL FOOD DESIGN
Si analizamos el panorama español, vemos que hay un gran potencial para que el Food Design gane aún más relevancia. La gastronomía española es excepcionalmente rica, pero enfrenta desafíos como la pérdida de tradiciones alimentarias, el impacto del turismo masivo y la necesidad de adaptarse a las nuevas demandas del consumidor global. Contar con profesionales formados en esta área es clave para equilibrar sostenibilidad e identidad gastronómica, al mismo tiempo que abre espacio para nuevos modelos de negocio.
El lanzamiento del grado por parte de ELISAVA y el CETT es un hito que inspirará a otras instituciones educativas a nivel mundial a acelerar y consolidar el Food Design como una disciplina esencial en el siglo XXI. España, con su legado gastronómico y creatividad reconocida, tiene aquí una oportunidad clave para posicionarse a la vanguardia de la transformación alimentaria.
Al final, la verdadera cuestión no es si necesitamos Food Designers, sino cómo podemos formar e integrar a más profesionales en este campo para construir un futuro alimentario más equilibrado, sostenible e innovador. En este sentido, el Grado en Diseño para los Sistemas Alimentarios, impulsado por ELISAVA y CETT, se presenta como una respuesta clave a este desafío.