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La industria alimentaria es un pilar fundamental de la economía española. De acuerdo con el último ‘Informe Anual de la Industria Alimentaria Española. Periodo 2022-2023’, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, este sector contribuye con un 2,4 % al Producto Interior Bruto (PIB) del país, generando un total de 25.236 millones de euros. A pesar de su importancia, enfrenta desafíos derivados de la inestable situación macroeconómica global, que impactan tanto en la producción como en la comercialización de alimentos y bebidas.
El ‘Informe Económico’ más reciente de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) revela que la producción real de la industria alimentaria el año pasado alcanzó los 162.459 millones de euros, registrando un descenso del 2,6 % en comparación con 2022. Este descenso, el primero en los últimos 10 años, exceptuando el 2020 debido a la pandemia de COVID-19, se atribuye principalmente a la influencia de la inflación, el contexto global inestable y factores climáticos adversos, como la sequía.
“Veníamos de dos ejercicios previos con un crecimiento muy excepcional y alejado de la tónica de años anteriores, marcados por, primero, la recuperación tras la pandemia y, segundo, el extraordinario avance de los precios industriales. En paralelo, la difícil situación global ha dibujado un escenario muy tenso para el desarrollo del sector, confirmando en 2023 los indicios de desaceleración que ya se venían perfilando en años anteriores”, destacó Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB, en la presentación del informe.
Ante los desafíos actuales, es imperativo que la industria alimentaria busque activamente soluciones para mejorar su producción. Mediante la adopción de tecnologías y prácticas más eficientes, las empresas del sector pueden incrementar su capacidad para satisfacer las necesidades siempre cambiantes de los consumidores, tanto nacionales como internacionales. Este impulso no solo promovería el crecimiento económico, sino que también tendría un impacto significativo en la creación de empleo. A continuación, examinaremos las distintas formas que tienen las compañías alimentarias para mejorar sus procesos de producción de alimentos y bebidas.
1. Fortalecer los sistemas de control de calidad
El control de calidad debe ser una de las prioridades de las empresas alimentarias, ya que juega un papel fundamental para garantizar la seguridad y la calidad de los alimentos y bebidas que llegan a los consumidores. Reforzar estos sistemas no solo garantiza el cumplimiento de los estándares de calidad establecidos por la normativa, sino que también salvaguarda la reputación de la marca y reduce al mínimo los riesgos relacionados con la contaminación alimentaria y los problemas de calidad. Para lograr esto, las empresas pueden utilizar un software ERP para alimentación, que ayuda a agilizar las operaciones y mejorar la precisión de los procesos de control de calidad.
2. Invertir en nuevas tecnologías de producción alimentaria
La tecnología está generando un impacto significativo en diversos ámbitos; entre ellos, la industria alimentaria. Los avances tecnológicos más recientes están simplificando la automatización de tareas que antes eran manuales y tediosas, lo que conlleva una mejora notable en la eficiencia de la producción. Al adoptar herramientas y sistemas adecuados, las empresas tienen la oportunidad de aumentar tanto la eficiencia como la precisión en todas las fases del proceso, al mismo tiempo que reducen los desperdicios y optimizan la velocidad de producción.
3. Implementar sistemas de mantenimiento preventivo
Los procesos de fabricación de alimentos dependen en gran medida de la maquinaria y los equipos para mantener la eficacia operativa. Es esencial que todas las máquinas se mantengan en óptimas condiciones para evitar tiempos de inactividad imprevistos. Por ello, resulta fundamental que las empresas alimentarias implementen sistemas de mantenimiento preventivo. Esto garantiza que sus máquinas y equipos reciben un mantenimiento regular, permanezcan en excelentes condiciones de funcionamiento y permitan detectar problemas en etapas tempranas antes de que se conviertan en problemas graves.
4. Priorizar la formación de los empleados
En el proceso de producción de alimentos y bebidas, el error humano representa el eslabón más débil. Esto ocurre principalmente porque los empleados suelen carecer de la capacitación necesaria para operar los equipos tecnológicamente avanzados utilizados en dicho proceso. Por este motivo, es fundamental que las empresas del sector se comprometan a proporcionar a sus empleados la formación necesaria, dotándolos de los conocimientos y habilidades pertinentes para manejar eficientemente estos equipos. Esta iniciativa busca optimizar los procesos, aumentar la productividad y el tiempo de operatividad de la maquinaria, culminando en la obtención de mejores productos.
Conclusión
En conclusión, mejorar la producción en la industria alimentaria requiere un enfoque holístico que comprenda desde el fortalecimiento de los sistemas de control de calidad y la inversión en nuevas tecnologías hasta la implementación de sistemas de mantenimiento preventivo y la capacitación del personal. Al implementar estas estrategias específicas destinadas a optimizar cada aspecto del proceso de producción, las empresas del sector pueden alcanzar niveles superiores de eficiencia y calidad, respondiendo así a las exigencias del mercado y las expectativas de los consumidores.
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