^{Jorge de Saja}

^{Director general de la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (CESFAC)}

Desde febrero de 2022, el mercado mundial de materias primas vive pendiente de cualquier acontecimiento noticioso que pueda suceder en el entorno del Mar Negro. La Guerra en Ucrania, uno de los mayores exportadores de grano del mundo y proveedor tradicional de la industria de alimentación animal española, ha puesto los ojos de todo el mundo sobre un país que, cada año, suministra 45 millones de toneladas de grano al mercado mundial y que, durante el primer semestre del año pasado, vio cómo sus exportaciones se interrumpían con la dureza que, lamentablemente, implica un conflicto bélico.

Tras la firma de la Iniciativa de Granos del Mar Negro y la reanudación de las exportaciones de grano y otras materias primas en julio de 2022 a través del conocido como “corredor ucraniano”, volvíamos a una coyuntura de relativa “normalidad”. Una situación que, durante el año que ha estado vigente el acuerdo, se ha mantenido permanentemente amenazada por una espada de Damocles en forma de advertencia, por parte de Rusia, de romper unilateralmente el acuerdo.

A favor de mantenerlo estaban no solamente la industria transformadora de esas materias primas sino, sobre todo, las Naciones Unidas que fían al mantenimiento de este corredor la no reanudación de los conflictos sociales en el Magreb que causaron en su día la primavera árabe.

Por razones políticas, que personalmente se me escapan, y prácticas (hasta dentro unos meses no entran en el mercado de todos modos las nuevas cosechas de origen Mar Negro, por lo que la decisión rusa no afecta a sus exportaciones a corto plazo), Putin ha optado por escenificar una medida de fuerza, que aún no sabemos si tendrá un recorrido temporal corto o bien se modificará el mes de septiembre, escenario en el que trabaja ahora Naciones Unidas y otros interlocutores internacionales. En cualquier caso, todo aquello que amenace al suministro internacional de materias primas es mirado con lupa por los mercados que llevan dos años gestionando una permanente situación de incertidumbre.

En realidad, y desde una óptica nacional, hay que destacar que en el momento actual contamos con suficientes materias primas y orígenes alternativos para satisfacer las necesidades de la industria de alimentación animal española y ello independientemente de lo ocurrido a mediados de julio. Afortunadamente, la decisión rusa relativa al corredor ucraniano ha coincidido en un momento en el que existen amplias disponibilidades en los mercados que nos suministran -europeos y extraeuropeos- de materia prima suficiente para atender las necesidades de la industria de la alimentación animal, y de la ganadería española y europea.

Posiblemente, la situación hubiera sido muy diferente si esta noticia se hubiera producido hace seis meses o más, momentos en los que no había tanta disponibilidad física de orígenes alternativos y los costes de producción del pienso estaban afectados todavía en mayor medida por los costes energéticos. El corredor es y ha sido una herramienta eficiente para asegurar un flujo constante de materia prima, del que se han beneficiado los países del Magreb y otros destinos africanos, pero también la Unión Europea y hasta China; dentro de la Unión Europea, lógicamente el destino más beneficiado ha sido España, ya que es el mayor importador de materias primas para alimentación animal de toda la Unión Europea.

Siempre sorprende la paradoja de que si bien la industria de alimentación animal española es la más grande en Europa y posiblemente, la más eficiente, España es y será siempre estructuralmente deficitaria en cereales, por lo que nuestro modelo de negocio está basado en la importación sistemática de materias primas de otros orígenes europeos y extraeuropeos y su transformación en productos de mayor valor añadido.

Así, teniendo además en cuenta que este año la cosecha española de cereales será muy corta (probablemente, la peor de los últimos 25 años), se hace aún más necesaria esa importación estructural anteriormente mencionada, por lo que va a ser esencial, más que nunca, que la logística de importación y comercialización funcione como un reloj suizo.

La aparente resolución del largo conflicto laboral que distorsionaba desde hace más de un año la operativa en el puerto de Tarragona -que es el mayor mercado de graneles alimentarios del Mediterráneo oeste-, debería contribuir a este objetivo.

En definitiva, la reacción en el mercado a la noticia del cierre del corredor ucraniano ha sido por el momento poco significativa. Incluso en los primeros días bajaron ligeramente los precios de cereales. Estimamos, pues, que la noticia de Rusia no tendrá, en general, impacto ni los precios ni en las disponibilidades de materia prima a corto plazo. Habrá que esperar cómo evoluciona el conflicto que, por supuesto, esperamos que finalice cuanto antes.