Roberto Alonso: "Hacia una competencia leal en el etiquetado de productos veganos de imitación"
Anfaco-Cecopesca
29 de junio, 2025
Estamos ante una cuestión de sentido común. Si un producto no contiene merluza, ¿debe poder llamarse “merluza vegana” o inducir su presencia en la publicidad?
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Roberto Alonso
Secretario General de ANFACO-CECOPESCA
Desde principios de 2024, en ANFACO hemos advertido sobre un fenómeno creciente que afecta directamente al consumidor, a la transparencia informativa y a la competencia leal en el mercado europeo: el uso de denominaciones tradicionalmente vinculadas a productos del mar en elaboraciones de imitación veganas que no contienen ningún ingrediente marino en porcentajes mínimamente considerables. Suenan a pescados y mariscos, pero no lo son.
Estamos ante una cuestión de sentido común. Si un producto no contiene merluza, ¿debe poder llamarse “merluza vegana” o inducir su presencia en la publicidad? La respuesta, si bien compleja al amparo jurídico actual del Reglamento de información al consumidor 1169/2011 sobre denominaciones habituales o descriptivas, concluye en un rotundo NO por parte de nuestros especialistas de ANFACO.
Necesitar de dicha experiencia interpretativa sobre cada producto de forma individualizada es el principal problema actual. Por ello, desde el sector mar-industria solicitamos mayor facilidad de control para las autoridades, implicando ello una revisión del marco regulatorio. Y al fin, empieza a visibilizarse así también desde las instituciones europeas.
Un estudio del Parlamento Europeo publicado este junio de 2025, a petición de la Comisión de Pesca (PECH), alerta sobre el etiquetado de los sustitutos vegetales del pescado y representa un punto de inflexión. Por primera vez, un documento oficial elaborado por la Eurocámara reconoce de manera expresa que estas prácticas pueden inducir a error al consumidor y vulnerar los principios de una competencia leal en el mercado comunitario. Concluye en su análisis que un 57 % de productos utiliza términos como “atún” o “salmón” sin contener ingredientes de origen pesquero, mientras que solo un 13 % aclara de forma explícita su carácter vegetal.
Este fenómeno no es marginal. Según el estudio del Parlamento Europeo, entre 2020 y 2022 las unidades de sustitutivos vegetales de pescado en Europa crecieron un 343 %, pasando de facturar 10 millones a 43 millones de euros. Este crecimiento acelerado pone de manifiesto la necesidad urgente de adaptar la normativa a la nueva realidad.
Este respaldo técnico e institucional supone un aval a la campaña #CadaCosaPorSuNombre, impulsada por ANFACO-CECOPESCA junto a CEDECARNE, AVIANZA y ANICE, para defender la veracidad en el etiquetado. No se trata de frenar la innovación ni de oponerse a nuevos hábitos de consumo, sino de exigir un level playing field: que todos los productos compitan con las mismas reglas.
Si bien reformar el Reglamento (EU) 1169/2011 en su artículo sobre productos veganos podría ser una solución armonizada a escala europea limitando la evocación. Existen variantes jurídicas, desde modificaciones parciales en las Organizaciones Común de Mercados para productos pesqueros o cárnicos, hasta a nivel nacional en cada estado miembro. Con este informe del Parlamento Europeo y la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) de 4 de octubre de 2024, el legislador nacional cuenta con plena legitimidad jurídica para actuar. Eso sí, estableciendo el marco de denominaciones, y no prohibiendo la evocación.
Por ello, desde ANFACO consideramos que es el momento de avanzar, sin complejos, tomando alguna de estas orientaciones legislativas. Esta medida no supone freno alguno a la innovación en alimentación vegetal, sino una garantía esencial de transparencia, coherencia regulatoria y protección del consumidor.
Nuestro compromiso con una dieta variada y equilibrada es firme. Creemos en el respeto entre sectores y cadenas de valor. Por ello, confiamos en que este estudio del Parlamento Europeo sea el inicio de una nueva etapa en la que, más allá de eslóganes y modas, prevalezca el rigor normativo, la seguridad alimentaria y el respeto al consumidor. La Comisión Europea tiene trabajo por delante.
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