^{Carmen Fenoll}

^{Presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) y catedrática de la Universidad de Castilla-La Mancha}

El 11 de febrero es el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia. Es una conmemoración reciente porque fue en el año 2015 cuando la ONU decidió proclamarlo para lograr la participación plena y equitativa de las mujeres en los sistemas de ciencia. Y es una llamada de atención muy necesaria. Desde la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) hemos apoyado esta llamada desde el inicio porque coincide plenamente con nuestros objetivos.

La ciencia es el gran motor de nuestra civilización y, si alguien tenía alguna duda, seguro que los últimos años se la habrán despejado. Pero los sistemas de ciencia no son equitativos para las mujeres, en ningún país del mundo. Y la situación es cercana a la catástrofe en las áreas de las ciencias “duras” y las tecnologías. Por eso es necesario el 11 de febrero. Por eso, desde AMIT apoyamos esta conmemoración y trabajamos todos días del año para deshacernos de ese lastre. Porque la plena incorporación de las mujeres a los sistemas de ciencia no es solo deseable para las propias mujeres, es imprescindible para que nuestra sociedad encuentre soluciones adecuadas para los graves problemas a los que se enfrenta. Soluciones que van a salir, en una buena parte, de la investigación científica.

No podemos desperdiciar la mitad de los cerebros (los de las mujeres). Es una temeridad prescindir de ellos si queremos dar respuesta a los desafíos que vienen. Pero, además, las formas en que la ciencia se hace preguntas y la tecnología propone soluciones dependen del trabajo de grupos de personas. Si esos grupos están dirigidos mayoritariamente por el mismo tipo de individuo (varones), las perspectivas no serán suficientemente diversas y los resultados no serán los mejores posible. La escasez de mujeres liderando la investigación contribuye a que haya planteamientos incompletos y resultados sesgados, ya sea en medicina, inteligencia artificial, biología o ingeniería. Las perspectivas diversas, que incluyen la de género, producen una ciencia más completa, más sólida y más útil. Es decir, mejor ciencia.

Celebrar el 11 de febrero es celebrar a las miles de mujeres que han dedicado y dedican sus vidas al trabajo científico. Pero también es recordar a las que no pudieron hacerlo. Porque en su época no se permitía el acceso de las mujeres a la universidad, porque a las mujeres se les ha mantenido apartadas de la vida pública, porque no tuvieron el apoyo de sus familias, porque sufrieron o sufren una discriminación intolerable que les obligaba, y todavía muchas veces les obliga, a abandonar.

Las razones de que las mujeres hayan estado y todavía estén discriminadas en los sistemas de ciencia son muchas. Su presencia en menor número y la ocultación muy habitual de sus logros cuando sí conseguían estar ahí, ha hecho además que las niñas carezcan de referentes con los que identificarse. Y si las niñas no tienen modelos a seguir es mucho más difícil que opten a carreras científicas. AMIT ha denunciado públicamente esta situación con la campaña No More Matildas.

Por todas estas razones es necesario el 11 de febrero. Este año, como en los anteriores, las socias de AMIT están en los colegios, los institutos, las facultades y las escuelas, las asociaciones culturales o los medios de comunicación para hablar de las mujeres y la ciencia. Para recordarnos a todos que no nos podemos permitir seguir desperdiciando tanto talento. Feliz 11 de febrero a todas y a todos.