^{Jorge Galván, director general de ANECPLA}
 
 
El estado óptimo del binomio alimentos – plagas es su inexistencia. Y es que la contaminación por patógenos provenientes de plagas, ya sea en alimentos o en superficies de trabajo, puede acarrear graves problemas de salud, además de pérdidas económicas y de reputación, pudiendo llegar incluso al cierre del negocio.
 
En este sentido, no podemos por menos que calificar la importancia de la prevención en cuanto al control de plagas en la industria alimentaria y la hostelería como vital. Cucarachas o roedores son quizás las plagas con mayor incidencia en este sector. Plagas con capacidad de transmisión de múltiples enfermedades: desde salmonelosis a disentería, pasando por leptospirosis, toxoplasmosis y un largo etcétera. Y plagas con capacidad también para provocar el cierre de cualquier servicio de hostelería y de la industria alimentaria en general. Ya no sólo porque sea decretado legalmente por los servicios de salud, sino porque la mínima presencia de un solo individuo de este tipo de plagas ejerce un poder disuasorio enorme en sus clientes.
 

Por todo ello, es fundamental que esta industria atienda a la vigilancia en el control de plagas de una forma eficaz y rigurosa. Y una herramienta clave para ello es la versión 8 de la IFS Food, el estándar líder en seguridad alimentaria y certificación de calidad en Europa, aceptado tanto por las principales empresas minoristas como por los mayoristas de todo el mundo, y que entró en vigor a comienzos de este año 2024 que está ya llegando a su fin.

 
IFS Food son un conjunto de normas dirigidas a la industria del sector alimentario cuyo fin es el de asegurar que todos los actores de la cadena (ya sean fabricantes, proveedores, distribuidores…) cumplan con unos criterios básicos, necesarios y comunes en lo referente a seguridad alimentaria. Así IFS Food evalúa, a través de un único instrumento, la competencia de los productores alimentarios a la hora de garantizar la calidad y la seguridad de los alimentos con los que trabajan.
 

Para sentar las bases, IFS Food establece que toda la infraestructura y los equipos de las empresas dedicadas al sector alimentario serán diseñados y construidos para evitar la infestación de plagas. Continuando con esto, requiere la documentación e implementación de medidas para evitar estas infestaciones y que habrán de tener en cuenta una serie de factores como el tipo de materias primas, la identificación de los puntos de control en la instalación, y la frecuencia de las inspecciones, entre otros muchos.

 
La norma establece además que, aunque se contrate a un proveedor externo para el control de plagas, es imprescindible que exista un responsable de la empresa que supervise estas actividades. Y obliga a la formación de este representante a fin de que esté correctamente capacitada para supervisar de forma continua las medidas de control de plagas. Asimismo, exige que todo género que se recepcione sea detenidamente revisado para verificar la ausencia de plagas, que se vigile la eficacia de las medidas generales y específicas de control y se realice una labor mantenimiento exhaustiva y, por supuesto, detalladamente documentada.
 

El Centro de Estudios de Sanidad Ambiental de ANECPLA, CEDESAM, ofrece la formación necesaria para que los profesionales del sector ayuden a las empresas alimentarias a adecuarse a los requisitos fijados por esta certificación. Además, es fundamental que las empresas de Sanidad Ambiental que sean contratadas estén registradas legalmente en el Registro Oficial de Establecimientos y Servicios Biocidas (ROESB).

 

Desde ANECPLA sabemos que el sector alimentario es un sector especialmente sensible, por cuanto que su inadecuada gestión puede tener graves implicaciones sobre la salud de los consumidores, por lo que creemos que todas las acciones dirigidas a la prevención y control de plagas son absolutamente irrenunciables.