Raquel Igualá: "La descarbonización y el beneficio para la industria alimentaria"
Kukai Energy
26 de junio, 2022
A través de una gestión eficiente de sus residuos, las empresas agroalimentarias pueden valorizarlos para utilizarlos como combustible renovable
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Raquel Igualá
Cofundadora y Directora de Desarrollo de Negocio de Kukai Energy
El impacto de la guerra ha afectado en gran medida a la economía española y, sobre todo, al sector industrial. Debido a la disminución de las importaciones de gas y petróleo se ha producido una escalada de precios sin precedentes que ha tenido como consecuencia una subida de la inflación que no se daba desde hace 38 años. Sin bien esta subida de precios, unida al efecto inflacionario, está afectando a toda la industria en su conjunto, el sector agroalimentario está sufriendo especialmente debido a la dependencia frente a los combustibles fósiles (gas natural y diésel).
En este difícil entorno, la industria agroalimentaria tiene además que hacer frente a otra problemática añadida; la medioambiental. Cada vez más, el gobierno central, los autonómicos y los ayuntamientos están implementando políticas regulatorias medioambientales que afectan directamente a los procesos productivos de la industria: muestra de ello es la relacionada con la gestión de residuos.
Por todo ello, es necesario que las empresas implementen planes de descarbonización de sus consumos energéticos, principalmente en los procesos térmicos de frío y calor, producidos habitualmente con gas natural o diésel. La sustitución de estos combustibles contaminantes por combustibles renovables generados localmente (biogás o biomasa) permite a las empresa, más allá del beneficio medioambiental, obtener seguridad energética en términos de suministro y certeza en sus costes.
El combustible más barato es aquel que no se consume. Cada vez más vemos como las empresas están adaptando sus tradicionales procesos productivos lineales, a modelos de Economía Circular. Este está basado en tres principales ejes: Reduce, Reutiliza y Recicla.
A través de una gestión eficiente de sus residuos, las empresas agroalimentarias pueden valorizarlos para utilizarlos como combustible renovable (biomasa o biogás) generando la energía térmica que necesitan (vapor, agua caliente o frío).
Un claro ejemplo de modelos de economía circular lo tenemos en la industria cárnica, donde se puede no solo trabajar con los residuos del matadero, sino también en las granjas que suministran la carne. Los purines son altamente contaminantes y es primordial gestionar su tratamiento. Si sometemos todos estos residuos orgánicos a una digestión anaeróbica en un biodigestor, podemos obtener un combustible renovable como es el biogás. En este caso no sólo estamos eliminando un residuo contaminante, sino que estamos generando un combustible renovable, que el matadero puede utilizar en sustitución de gas natural que esté comprando en la actualidad.
En definitiva, ahora más que nunca, la descarbonización juega un papel fundamental para que las empresas incrementen su competitividad. Aquellas que no tomen la iniciativa en transformar sus procesos productivos, están abocadas a desaparecer.
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