_{Ana Etchenique, Vicepresidenta de CECU}

Si hace un año hubiéramos visto una película contando la situación en que nos encontramos, nos hubiéramos reído, hubiéramos dicho que se trataba de un pésimo guion. Esto era imposible. Pasadas unas semanas de confinamiento y cambio drástico de vida, nos encontramos en una situación que no acabamos de entender, pero sabemos que estamos ante un cambio muy profundo.

En dos generaciones hemos pasado de una alimentación sustentada en la soberanía alimentaria –la cultura alimentaria de nuestro entorno basada en los productos de nuestra agricultura/gastronomía tradicional, cercana– a una alimentación para un modelo social basado en la prisa y bajo el paraguas de la globalización.

Hemos pasado de manifestaciones de agricultores denunciando el abismo entre lo que se les paga y los precios a los que compramos a encontrarnos con colas en los supermercados y estantes vacíos según iba asomando el coronavirus.

¿Se nos garantiza el acceso a la alimentación? Por ejemplo, hay países como Vietnam que suspende temporalmente las exportaciones de arroz (diario Bloomberg). ¿Qué ocurriría si esto se extiende? La pandemia está cambiando el equilibrio oferta/demanda de alimentos (FAO). También sabemos que hay efectos secundarios que nos afectan de lleno: fronteras, tipos de productos, proteccionismo en algunos países/sectores, transporte y, sobre todo, la grave crisis económica y financiera mundial que dificultará el crédito en una economía mundial basada en un frágil equilibrio múltiple.    

En España y Europa dependemos del exterior: la importación de alimentos y mercados exteriores y nuestra mano de obra inmigrante (es un 25% de la afiliación a la seguridad social del régimen especial agrario ¡en algunas zonas y temporadas llega al 90%!). Una gran parte de esos productos los exportamos.

Las etiquetas de manzanas, naranjas, trigo, garbanzos, espárragos…  tradicionalmente locales, nos muestran que vienen desde miles de kilometros de distancia. En los últimos 10 años estas importaciones se han incrementado en un 60%. A modo de ilustración, el día del año en el que dejamos de tener alimento propio y empezamos a consumir alimento importado. Por ejemplo: tenemos trigo hasta el 1 de febrero, a partir de esa fecha, todo es importado, maíz hasta el 22 de junio, lentejas hasta el 1 de marzo, judía verde el 27 de febrero, leche hasta el 20 de agosto... y así una lista interminable de nuestra alimentación básica que depende de la importación de terceros países. ¿Tenemos asegurado el abastecimiento? Va a ser un largo camino hasta llegar a un nuevo modelo más parecido al de nuestros abuelos, supongamos que mejorado con los avances que conocemos ahora.

En CECU hemos recibido consultas (que no reclamaciones) sobre cómo manipular los productos que llegan a casa, consejos prácticos, así como dudas sobre información que han recibido vía redes sociales. Otro tipo de consultas se refiere a la compra on line y cómo resolver posibles problemas como falta de productos y cambio de marcas.  Hemos divulgado en redes sociales la Guía sobre el COVID19 y Seguridad Alimentaria del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.

Por otro lado, los consumidores hemos descubierto las pequeñas tiendas de barrio, hemos valorado su esfuerzo y nos hemos encontrado con la relación humana, el status de “vecino”, el trato amistoso y personalizado, los productos de proximidad… Hemos reconocido la escala humana.

No es fácil calcular cómo evolucionará nuestra relación comercial con la alimentación. Son muchísimos factores, incluidos usos comerciales que se deciden lejos de nuestro conocimiento o influencia. Pero también vivimos en un lugar maravilloso con naturaleza, biodiversidad y riqueza agrícola y alimentaria. ¡Y no olvidemos seguir frenando el cambio climático! Ahora nos va en ello la vida, el futuro…

Infórmate aquí sobre cómo puedes suscribirte y enterarte de todo.

Quizá te interese ver estas noticias relacionadas:

• Pedro Gallardo: "Solo la innovación y la tecnología garantizan la sostenibilidad de nuestra agricultura y ganadería"

• “Esto no es una crisis de Seguridad Alimentaria, es un problema de Salud Pública”