Vinos sin alcohol: capacidad antioxidante y contribucion a la ingesta de antioxidantes de la dieta
4 de enero, 2012
Extracto del artículo publicado en Revista Alimentaria nº428 de noviembre 2011
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Extracto del artículo publicado en Revista Alimentaria nº428 de noviembre 2011
Autores: Fulgencio Saura Calixto, Javier Zurita y María Elena Díaz-Rubio. Departamento Metabolismo y Nutrición. Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN- CSIC) C/José Antonio Novais 10, 28040 Madrid fsaura@ictan.csic.es
Las bebidas son una parte cuantitativa y cualitativamente importante del sector agroalimentario. El consumo diario per capita en España es superior a 500 mL , de los cuales alrededor de 250 mL corresponde a bebidas alcohólicas –mayoritariamente cerveza y vino– y una cantidad algo mayor a bebidas no alcohólicas (zumos, refrescos) (MARM, 2009).
El hecho de que su consumo sea habitual y generalizado hace que las bebidas sean un vehículo adecuado para aportar a la población general, o a grupos específicos, aquellos nutrientes y compuestos bioactivos que tienen reconocidos efectos positivos en salud pero que son deficitarios en la dieta.
En los últimos años, han aparecido en el mercado bebidas con propiedades funcionales dirigidas a satisfacer la creciente demanda de alimentos saludables. Entre ellos, se encuentran bebidas de bajo contenido calórico, enriquecidas con antioxidantes, con fibra, ácidos grasos esenciales, u otros ingredientes funcionales que pueden tener un papel importante en la prevención y en la disminución de enfermedades crónicas (obesidad, cardiovasculares, diabetes, hipertensión, intestinales, etc.).
Entre las bebidas funcionales cabe destacar las de alto contenido en antioxidantes naturales, que son principalmente zumos de frutas y vinos sin alcohol. Pretenden mejorar la calidad nutricional de la dieta y contribuir a prevenir el riesgo de las enfermedades asociadas al estrés oxidativo.
El vino tinto se caracteriza por su alto contenido en antioxidantes (1,5 a 3 g/L.) de estructura muy variada, correspondiente a compuestos polifenólicos de los grupos ácidos hidroxibenzoicos e hidroxicinámicos, flavonoides y estilbenos, con componentes específicos de elevada actividad biológica como catequina, antocianinas, resveratrol y otros (Bertelli y Das 2009; Waterhouse, 2002). Estos antioxidantes tienen un papel esencial en las propiedades sensoriales, y también en las nutricionales, del vino.
Aparte de la investigación in vitro y de experimentación animal, existe amplia evidencia científica basada en ensayos clínicos y estudios de intervención y epidemiológicos demostrando que el consumo moderado de vino tinto tiene efectos muy positivos en el sistema cardiovascular y que ayuda a contrarrestar los efectos negativos del exceso de grasas animales de la dieta. (Covas y col. 2010; Renaud y De Lorgeril, 1992)
Para leer el artículo completo vea Revista Alimentaria nº428 de noviembre 2011
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