Giuseppe Aloisio: "Exportar carne, no animales: el verdadero valor de la Marca España"
ANICE
4 de mayo, 2025
La exportación de animales vivos puede parecer una solución inmediata, pero compromete el valor añadido que genera la transformación cárnica española
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Giuseppe Aloisio
Director General de ANICE
En un contexto generalizado de desabastecimiento de animales en el mercado nacional, donde las cotizaciones se disparan y se pone en riesgo la sostenibilidad de la cadena cárnica en su conjunto, la exportación de animales vivos puede parecer una solución inmediata, pero compromete el valor añadido que genera la transformación cárnica española y la Marca España.
En los últimos años, España se ha consolidado como uno de los principales exportadores mundiales de carne y despojos de vacuno y ovino, afianzando su papel estratégico tanto en el ámbito nacional y de la Unión Europea como en los mercados internacionales.
Para ilustrar esta afirmación -y porque dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero una cifra también-, en 2024 las exportaciones españolas de carne de vacuno crecieron un 7,24 % respecto al año anterior, alcanzando un volumen total de 270.306 toneladas. Este crecimiento también se reflejó en términos de valor económico, con una facturación que alcanzó los 1.462,5 millones de euros, un 10,9 % más que en 2023.
Especialmente relevante ha sido también el comportamiento de las exportaciones hacia países terceros que aumentaron un 100 % en volumen y valor respecto a 2023, poniendo de manifiesto el creciente reconocimiento internacional de la calidad de la carne española y reforzando su liderazgo como potencia exportadora.
Del mismo modo, las exportaciones españolas de carne de ovino mantuvieron su senda de crecimiento en 2024, superando las cifras registradas en 2023. En términos de volumen, se alcanzaron las 50.286 toneladas, lo que supone un incremento del 2,21 % respecto al año anterior. Este crecimiento fue aún más notable en términos de valor, con una facturación total de 345,3 millones de euros, lo que representa un aumento del 24,54 %.
No obstante, la continuidad de estos logros y el posicionamiento de la Marca España en los mercados internacionales podrían verse comprometidos en determinados destinos, debido al complejo contexto actual, derivado de los precios del vacuno y del ovino en origen en nuestro país.
En 2024, las cotizaciones medias de vacuno y ovino alcanzaron niveles históricamente altos en las lonjas y mercados nacionales, fruto de un acusado desequilibrio entre oferta y demanda y generando una fuerte presión de los precios.
En el caso del vacuno, la escasa disponibilidad de animales —tanto para sacrificio como para reposición en granja— han disparado las cotizaciones. A esta debilidad estructural de la oferta se suma el elevado volumen de exportaciones de animales vivos hacia terceros países, especialmente en el norte de África. Solo a Marruecos se han exportado 61.715 animales en 2024 (el 58 % del total exportado, que suma 118.488 cabezas).
Por su parte, el ovino ha sufrido un descenso significativo de su cabaña durante los últimos años, lo que ha reducido la oferta y tensionado también los precios de los animales para sacrificio, alcanzando igualmente récords históricos, que luego termina pagando el consumidor, obligado a desplazar sus preferencias hacia otras carnes más baratas.
Las exportaciones en vivo, con Marruecos como principal destino, han intensificado la subida de los precios y, si bien la suspensión de la Fiesta del Cordero en dicho país a causa de la sequía había arrojado alguna esperanza para estabilizar precios, la reciente autorización por parte del MAPA para exportar animales vivos a Argelia introduce una nueva (y peligrosa) variable en un mercado ya de por sí muy tensionado.
En este contexto de desabastecimiento de animales en el mercado nacional, donde las cotizaciones se disparan y se pone en riesgo la sostenibilidad de la cadena cárnica, la exportación de animales vivos, lejos de parecer una solución inmediata de mejora de la rentabilidad de los productores afecta gravemente a la competitividad del conjunto de la cadena de valor y compromete el valor añadido que genera la transformación cárnica española, con el consiguiente deterioro de la Marca España.
La exportación de animal vivo no transmite nuestros valores de marca como país, dificultando nuestra proyección internacional y restando competitividad a nuestros productos.
Además, tenemos la gran fortuna de contar en nuestro país con figuras de calidad tan importantes como las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) y las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP). Estas certificaciones no son solo sellos en una etiqueta; son el reconocimiento oficial de una calidad diferenciada, directamente vinculada a las características únicas del entorno en el que se producen nuestras materias primas y se elaboran nuestros productos. Una calidad que también es fruto del saber hacer, la tradición y la dedicación de quienes forman parte del proceso.
En el caso del vacuno, contamos actualmente con 13 de estas figuras distribuidas por todo el territorio nacional. Y si hablamos del sector ovino, también podemos sentirnos orgullosos: seis figuras de calidad diferenciada certifican la excelencia de nuestros corderos.
La carne transformada es mucho más que un producto: es innovación, empleo, trazabilidad, sostenibilidad, seguridad y calidad y Marca España. Es, en definitiva, valor añadido y visión a largo plazo. Apostar por ella es apostar por el posicionamiento y liderazgo a futuro del sector cárnico español y por una proyección internacional con identidad.
Exportar carne y no animales. Ese es el verdadero valor de la Marca España.
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