Nuevos plásticos biodegradables inspirados en la cutina vegetal

24 de marzo, 2014

Extracto del artículo publicado en Revista Alimentaria nº 451. Autores: José Alejandro Heredia Guerrero, Eva Domínguez Carmona, Antonio Heredia Bayona, y José Jesús Benítez Jiménez.


Extracto del artículo publicado en Revista Alimentaria nº 451. Autores: José Alejandro Heredia Guerrero, Eva Domínguez Carmona, Antonio Heredia Bayona, y José Jesús Benítez Jiménez.

 

La conservación medioambiental y la gestión de residuos demandan nuevos envases biodegradables que sustituyan a aquellos que son contaminantes tanto en su proceso de  síntesis como en su posterior desecho. Además, en el caso de la industria alimentaria, deben ser seguros y no conllevar riesgos de salud pública como es el caso de los plásticos y resinas formuladas con bisfenol A (BPA). En este sentido, la inspiración en materiales naturales o biomimetización es una alternativa atractiva en tanto que pueden aunar biocompatibilidad e inocuidad. Objetivamente se puede decir que las plantas superiores han desarrollado una cutícula o piel para “envasar” sus frutos. La réplica de esta cutícula vegetal en el laboratorio permitiría disponer de un material optimizado por el proceso de evolución natural y que reúne dos características ideales de un envase plástico alimentario: la biodegradabilidad y la inocuidad. Si la ruta de síntesis se diseña a partir de los componentes de la cutícula natural, el proceso partiría de una fuente abundante como serían los desechos de epidermis de frutos procesados industrialmente, lo que añade una tercera característica: el bajo coste.

 

La cutina vegetal: el biopoliéster más abundante de la Naturaleza


La epidermis de las hojas, frutos, pétalos y tallos no lignificados de las plantas superiores está recubierta por una membrana que se denomina cutícula. La cutícula vegetal puede considerarse como un composite natural formado por:

(a) cutina, un poliéster de cadena larga que actúa como armazón y sustento a los demás componentes,

(b) polisacáridos en forma de fibras, principalmente celulosa, que aportan rigidez al sistema,

(c) ceras, moléculas muy hidrófobas de cadena larga que pueden  encontrarse tanto embebidas (ceras intracuticulares) como recubriendo la cutícula (ceras epicuticulares) y

(d) compuestos fenólicos, con  propiedades antioxidantes, que pueden llegar a dar color a la membrana cuticular.

 

 La fotografía muestra la posición de la cutícula vegetal en un fruto de tomate y la distribución   de los componentes que la conforman.


Las principales funciones...


Todo el artículo en Revista Alimentaria nº 451


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