Tecnologías electroquímicas microbianas para la industria alimentaria: aires nuevos en el tratamiento de aguas residuales
Revista Alimentaria
29 de septiembre, 2020
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Belén Barroeta, Science Communicator, IMDEA Agua
La industria alimentaria absorbe el 70 % del consumo mundial de agua, según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La industria cárnica suele aparecer como la gran consumidora de agua (15.400 litros por cada kilo de ternera producido), pero hay otras que también utilizan el preciado líquido de forma intensiva, como la del sector de bebidas.
Ese gran requerimiento genera además una cantidad ingente de aguas de proceso con unas características especiales: suelen ser aguas muy cargadas de materia orgánica y de nutrientes, en especial, fósforo y nitrógeno. Además, estos vertidos presentan una gran variabilidad en la concentración de contaminantes, y en otros parámetros como el pH o la conductividad.
En los últimos años el sector se ha mostrado especialmente responsable con el tratamiento de sus aguas residuales, minimizando el impacto de los vertidos en el medioambiente. La ausencia general de compuestos tóxicos en esta industria ha permitido el uso de tratamientos biológicos tras los fisicoquímicos iniciales de separación. El diseño y operación de esos sistemas van desde aquellos que requieren un consumo energético asociado al suministro de aire en los sistemas aerobios, hasta aquellos capaces de producir energía en forma de biogás, propia de los digestores anaerobios. El sector tiene un porfolio donde elegir.
El descubrimiento de la electroquímica microbiana en la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos) hace casi dos décadas aporta, por fin, aire fresco al mundo de los tratamientos biológicos. Esta disciplina se basa en estimular el intercambio de electrones entre unos microrganismos, denominados electroactivos, y un material electroconductor. Los electroquímicos microbianos buscan oxidar y, en última instancia, mineralizar los contaminantes orgánicos a través de...
Artículo completo en Revista Alimentaria 516
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