Extracto del artículo publicado en Revista Alimentaria nº432 de abril 2012
Autor: Terry Woolford Gerente General Eagle Product Inspection.

De todas las influencias en la industria alimentaria en general, sin duda una de las más importantes es el acceso a mayor cantidad de información detallada sobre el contenido de los alimentos. Los consumidores y los entornos reguladores de hoy en día exigen un acceso más fácil a distintos tipos de información, desde los valores nutricionales en los envases de los productos para los consumidores más conscientes de su salud, hasta extensas bases de datos sobre resultados de inspección de alimentos, a fin de cumplir las estrictas normas de seguridad de la industria.

Debido a esta tendencia, no sorprende ver a muchos productores de carne supervisando detalladamente los procesos que utilizan para analizar el contenido de sus productos –o, más específicamente, la eficacia de sus pruebas para determinar el valor químico de la cantidad de grasa (CL)–. Un valor numérico que representa el contenido de grasa bruta, el total de CL es un indicador clave de la calidad del producto tanto para los productores y procesadores como para los consumidores. Se trata de un número al cual se llega mediante procesos complejos; una valor aparentemente inofensivo pero de importancia crucial.

Frente a la creciente presión por proporcionar más información nutricional y, a su vez, vigilar muy de cerca las finanzas, los productores necesitan una manera fácil, eficiente y precisa para medir el contenido de grasa. Tal como están ahora, los métodos imprecisos e invasivos del análisis de CL afectan las finanzas mediante la ineficiencia de producción, reclamos al procesador por contenido de grasa y desperdicio de producto. Por el contrario, los sistemas en línea precisos y reproducibles no solo eliminan estos problemas, sino que hacen posible obtener beneficios anteriormente inalcanzables en la administración de la línea de producción.

Vamos a evaluar aquí diversos métodos de análisis de grasa y su utilidad para las actuales presiones del mercado.

Para más información vea Revista Alimentaria nº 432 de abril 2012