Carmen Quintanilla
Presidenta de AFAMMER
AFAMMER (www.afammer.es) es la Confederación Nacional de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural y trabaja con un objetivo claro: lograr la igualdad real de oportunidades para las mujeres rurales.
Desde su nacimiento en 1982 ha logrado numerosos hitos que han contribuido a “romper la invisibilidad de las mujeres rurales”. Así nos lo explica su fundadora y presidenta, Carmen Quintanilla: “Fuimos una organización pionera en España y a lo largo de estos 41 años hemos logrado que la voz de las mujeres rurales se escuche en todos los foros nacionales e internacionales”.
Fue el compromiso social y humano de Carmen con el voluntariado y con el feminismo el que la llevó a crear la asociación en 1982, una época en la que estaba finalizando la transición española: “En ese momento estaban vertebrándose las asociaciones de mujeres, pero nadie había pensado en las mujeres de los pueblos de España, y por eso decidí crear AFAMMER”.
“Siempre tuve claro que había un mundo injusto, que era el mundo de las mujeres rurales” —relata Carmen—. “Yo misma fui una niña rural y podía ver que muchas de las niñas de los pueblos se incorporaban al colegio más mayores que el resto de niñas, y que todas tenían que ser internas porque la educación estaba lejos de ellas. En mi caso, tuve un abuelo maravilloso que me dio la oportunidad de formarme y pude ir a la universidad y llegar a ser funcionaria del Cuerpo Técnico del Estado con apenas 23 años, en concreto formé parte del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. Lo cuento en el capítulo titulado El feminismo en la España profunda es Carmen Quintanilla, dentro del libro Mi abuela sí que era feminista, de Ángel Expósito”.
Aunque los inicios en aquella España profunda, donde las calles estaban sin asfaltar y no había agua corriente, no fueron fáciles, Carmen destaca que ha conseguido que AFAMMER crezca hasta agrupar actualmente a 200.000 mujeres, y llevarla a la cúspide de la comunidad internacional.
Así, AFAMMER está presente en 15 organismos internacionales; forma parte del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas con estatus consultivo; del Lobby Europeo de Mujeres; del Movimiento Mundial de Madres; es ONG declarada de utilidad pública; estuvo presente en la Conferencia Mundial de la ONU sobre las Mujeres que se Celebró en Beijing en 1995 haciendo lobby con 30.000 mujeres rurales de todo el mundo (fue en esa ocasión cuando Carmen Quintanilla solicitó a las Naciones Unidas que se creara un día dedicado a las mujeres rurales, y desde entonces se celebra cada 15 de octubre); y a nivel nacional forma parte del Consejo Nacional de Participación de España, del Observatorio Estatal de Violencia contra la Mujer y del Foro Social contra la Trata, entre otros.
“Este gran proyecto de reivindicación de la igualdad de oportunidades me llevó a la vida política. En el año 2000, el presidente José María Aznar se fijó en mí y fui diputada por Ciudad Real de 2000 a 2019. También fui presidenta de la Comisión de Igualdad en el Congreso de 2011 a 2015 y vicepresidenta primera de la Comisión de Igualdad de 2004 a 2011.
En estos puestos, nunca me olvidé de llevar la voz de las mujeres rurales y de romper su invisibilidad, que es lo que he hecho durante estos 41 años de trabajo. Hoy, no hay ninguna agenda política, social ni de medios de comunicación que no hable de las mujeres rurales cuando llega el Día Internacional de la Mujer Rural”.
Por lo que se refiere a la Ley de Titularidad Compartida, Carmen recuerda que la titularidad compartida también va unida a la historia de AFAMMER: “Ya en 1986 comparecí ante la Comisión de los Derechos de la Mujer en el Parlamento Europeo solicitando que se reconociera el papel de las mujeres colaboradoras de las explotaciones agrarias. De ahí nació una directiva comunitaria, la 86/613/CEE del Consejo, que pretendía que las mujeres que colaboran en tareas de agricultura se dieran de alta en autónomos, para que tuvieran derechos propios y no derechos derivados de ser ‘la esposa de’”.
Aquella Directiva no se traspuso y tuvieron que pasar muchos años para que se publicara una nueva directiva, la 2010/41/UE, que dio lugar a la Ley 35/2011, de 4 de octubre, sobre titularidad compartida de las explotaciones agrarias, de la cual Carmen fue ponente: “Esta ley ha marcado un antes y un después en la vida de las mujeres colaboradoras en las explotaciones agrarias. Se trata de una ley avanzada a su tiempo: somos el único país de nuestro entorno que tiene una ley de reconocimiento del trabajo de la mujer colaboradora en la explotación agraria, que le da derechos civiles, laborales, fiscales y sociales. Por desgracia, varias circunstancias han contribuido a que las cifras de mujeres inscritas estén lejos de las previstas. En primer lugar, la ley nace en 2011, un momento de crisis económica en España. También creo que mucha gente no ha entendido que esta ley no significa que la titularidad de las tierras pase a la mujer, sino que lo que se valora es el fruto de su trabajo. Tampoco se ha visto que en el momento en que se registra la titularidad compartida, se convierte en una explotación prioritaria. Y todavía hay que romper esa cultura patriarcal donde asusta que la mujer pueda cobrar el 50 % de la PAC”.
A pesar de esto, Carmen Quintanilla destaca que el Ministerio de Agricultura sigue trabajando para impulsar esta ley, y por parte de AFAMMER imparten talleres informativos todos los años.
Precisamente la formación es uno de los pilares de AFAMMER, tanto de forma presencial como online. De esta forma, ofrecen un programa en competencias digitales, ‘Conecta en rural’; un programa de formación a la carta sobre la Estrategia Europea de Cuidados, para que las mujeres se formen en ayuda a domicilio, acompañamiento de mayores, auxiliar de geriatría..., especialidades que aportan muchas opciones para el empleo; un programa sobre energías renovables y la importancia de que las casas puedan tener paneles solares, etc.
Respecto al sector agroalimentario, AFAMMER ofrece cursos sobre transformación de productos autóctonos, formación de cooperativas, turismo rural, etc. “En este sentido, en el proyecto Turisabor (turisabor.es) damos formación en turismo y la página web ofrece la información sobre los productos agroalimentarios de cada región”, indica Carmen.
“Hay que tener en cuenta que la agricultura y la ganadería son la columna vertebral de nuestro medio rural, y a partir de ellas tenemos que diversificar actividades complementarias como la dinamización sociocultural, turismo rural, agroturismo, etc. La primera organización en hablar de formación en turismo rural fue AFAMMER. Conviene recordar también que el 54 % del empleo autónomo que se crea en España lo realizan las mujeres de los pueblos de España y que el 57 % de las casas rurales de turismo las llevan mujeres”, añade.
Asimismo, Carmen Quintanilla destaca que están haciendo un llamamiento “para que haya un pacto entre lo rural y lo urbano, de forma que lo urbano no invada a lo rural. Los huertos fotovoltaicos deben ponerse en tierras de barbecho y no en tierras de producción de alimentos, porque perjudicaría la soberanía alimentaria”.
Por otro lado, otro de los grandes proyectos de la Confederación es la oficina de asistencia integral a las mujeres víctimas de violencia de género, que presta asistencia presencial, virtual y telefónica: “Estamos salvando vidas todos los días”, —asegura la responsable de AFAMMER—, porque si algo se produce en el mundo rural es el silencio ante estas situaciones de violencia. El ‘qué dirán’ todavía pesa mucho. Además, los centros de asistencia públicos suelen estar lejos de los núcleos rurales, e incluso en muchos pueblos han desaparecido los cuarteles de la Guardia Civil, que en muchos casos son quienes ayudan a las mujeres”.
Como vemos, se han dado muchos pasos hacia la igualdad. Sin embargo, si hablamos de conciliación, Carmen es clara al respecto: “La conciliación en el medio rural es una utopía, y esto es una tragedia”.
Para la presidenta de la Confederación, la conciliación está en manos de las abuelas, tías, primas… “En muchas ocasiones, las mujeres de las zonas rurales tienen que abandonar su puesto de trabajo para cuidar de su familia; no hay guarderías; las mujeres rurales dedican dos horas más al día al cuidado del hogar que los hombres… Se dice que la conciliación en el medio rural cuesta 38.500 millones de euros, el 3,1% del PIB, y la falta de conciliación es la gran culpable de expulsar a las mujeres del mercado laboral y de la infrarrepresentación de las mujeres en la toma de decisiones, en la vida política y social, en los Grupos de Acción Local, etc.”