Mª Luisa Álvarez Blanco, directora general de FEDEPESCA

Mª Luisa Álvarez: "Con las cosas del comer no se juega. Cada día, con nuestro dinero, elegimos en qué tipo de sociedad queremos vivir"

FEDEPESCA

18 de febrero, 2024

Las producciones europeas están sometidas a más exigencias, que se traducen en costes que, necesariamente, han de trasladarse al precio final



Mª Luisa Álvarez Blanco

Directora general de FEDEPESCA

 

La alimentación, tan básica, tan esencial, tan cotidiana que la gente ya no la valora. Alimentarse, un acto imprescindible para la supervivencia, pero también un acto de cuidado personal, de socialización, de compromiso con el entorno. La mayoría de la gente ha perdido la consciencia del valor de alimentarse correctamente, de la importancia que tienen para nuestro bienestar físico y social y, también, de cómo podemos elegir la sociedad que queremos a través de la decisión diaria de dónde y en qué nos gastamos nuestro dinero.

Digo con frecuencia que, más importante que a quien votamos cada cierto tiempo, es donde nos gastamos nuestro dinero cada día. Es el acto más poderoso con el que podemos ejercer nuestros derechos y defender los demás diariamente, y varias veces. Desgraciadamente, los consumidores, en general, no somos conscientes de este poder y somos exigentes con los derechos y garantías como ciudadanos, pero cuando actuamos como consumidores el precio suele ser la variable que más se tiene en cuenta.

Y, claro, es el PRECIO FINAL del producto el que respalda todos esos derechos y garantías que se van incorporando a las producciones y prestaciones de servicio. Por ello, es imposible competir en un mercado en el que las producciones europeas están sometidas cada vez a más y más exigencias en todos los ámbitos, que se traducen en costes y que, necesariamente, han de trasladarse al precio final, cuando al mercado llegan productos que, como en el caso del sector pesquero, tal vez siquiera cumplan con derechos humanos fundamentales (trabajo forzoso, infantil…), sin medida de su impacto ambiental. Y, básicamente, esto es lo que está pasando, que se controla más y más la producción y a las empresas europeas, mientras que Europa no garantiza la sostenibilidad social y medioambiental de los productos que entran en nuestro mercado y no cuida a los operadores de la cadena alimentaria, imprescindibles para garantizar la autonomía alimentaria y para equilibrar los territorios y defender uno de nuestros grandes activos, la dieta pesco-mediterránea.

El malestar de los operadores de la cadena alimentaria se ha ido acumulando durante años, se veía venir. Los últimos tiempos nos han sometido a unas pruebas difíciles de superar, pandemia, guerras, crisis de suministro e incertidumbre política, y hemos salido victoriosos, hasta ahora, pero maltrechos, con las rentabilidades por los suelos y sin esperanza en el futuro. No vemos futuro, a pesar de ejercer un trabajo digno, con garantías, con innovación, con esfuerzo, pero, en nuestro caso, hoy es difícil vivir de la venta de productos pesqueros.

Las pescaderías españolas somos una red única en el mundo, marca España y garantes del alto consumo de pescados y mariscos y de que estos hayan llegado a todos los puntos del país aun cuando estuvieran alejados del litoral y en tiempos en los que no había las comodidades actuales.

Nos sentimos y somos sector pesquero, porque estamos especializados en producción nacional, en pescados y mariscos de nuestras costas y de nuestras playas, de temporada, en ofrecer una gran variedad de especies. Representamos el formato de comercio responsable más claro, pero curiosamente, hoy es más fácil hacer marketing con papeles y dinero a que se reconozcan las esencias de lo que es comercio responsable.

Por ello, desde el minuto uno, empatizamos con la “rebelión del campo” que es también la “rebelión pesquera”. Lo que está sucediendo es el choque entre la “economía de los papeles” y la “economía real y productiva”. Cada vez somos menos pescando, y produciendo peces y vendiendo los productos pesqueros, pero crece el número de personas legislando, inspeccionando, controlando, creando nuevas exigencias con papelitos que justifican su trabajo, ofreciendo consultoría, certificando y el pescado no da para más, no hay precio que soporte tanta exigencia, al tiempo que compites con otros que no están sometidos a esta presión. Y, de paso, se hace demagogia con el precio de los alimentos diciendo que hay que toparlos, al tiempo que se legisla para aumentar los costes. ¿Cómo lo hacemos? No se puede más.

Es urgente una estrategia con visión global de la cadena, transversal, con todos los Ministerios afectados trabajando a una y todos los comisarios en Europa. No pueden pedirnos a nosotros, humildes asociaciones sin ánimo de lucro, que nos coordinemos a todos los departamentos europeos, nacionales, autonómicos y locales involucrados en la alimentación (sanidad, pesca y agricultura, comercio, medioambiente, transporte y más) con nuestros escasos medios, al tiempo que crecen y crecen las obligaciones y exigencias.

BASTA YA, eso es lo que está encima de la mesa. Dejemos de ser hipócritas y busquemos la competencia leal.


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