^{José María Marcos}

^{Ingeniero Industrial y experto en distribución e industria alimentaria}

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el consumo per cápita de pescado de los españoles se ha reducido en volumen un 25% desde 2008. Teniendo en cuenta que España es uno de los cinco países del mundo con un mayor consumo de pescado per cápita, este descenso tiene una enorme incidencia directa no solo en la salud de las personas, sino también en las empresas y en el empleo de los diferentes eslabones de la cadena del sector: extractivo y acuícola, industria mayorista y minorista.

En efecto, este descenso del consumo de los productos de la pesca y la acuicultura tiene un impacto negativo en la salud, implicando un incremento del gasto sanitario público.

El pescado es una excelente fuente de proteínas de alta calidad y contiene ácidos grasos omega-3, que son esenciales para el desarrollo y el funcionamiento del cerebro y del sistema cardiovascular. También es rico en vitaminas y minerales, como la vitamina D y el hierro.

Por ello, cuando estamos enfermos, los médicos nos recomiendan comer pescado, a las mujeres embarazadas se les aconseja consumir pescado, al igual que a los niños para que su desarrollo sea óptimo o a los deportistas para minimizar las lesiones. Asimismo, es ideal para luchar contra la obesidad, para prevenir problemas cardiovasculares, etc.

El pescado, por tanto, es un producto clave y de primera necesidad incluido en la Dieta Mediterránea. En este sentido, el consumo recomendado por los expertos sanitarios es de, al menos, dos veces por semana si queremos obtener los beneficios que conlleva para la salud de las personas.

Desgraciadamente, este producto se está convirtiendo cada vez más en un alimento al alcance de las familias con un mayor poder adquisitivo. Y esta brecha alimentaria se está ensanchando, tal y como ya ha sucedido en países como Estados Unidos desde hace décadas.

Por otro lado, el sector de la pesca y la acuicultura en España es una fuente importante de empleo y contribuye al desarrollo económico de las zonas costeras.

Además, muchos recordaremos que hace tres o cuatro décadas existían pescaderías en todos los municipios españoles, incluso en municipios de menos de 1.000 habitantes. En esos tiempos los productos de la pesca estaban al alcance de la mayoría de bolsillos, ya que eran considerados como productos esenciales de la cesta de la compra. Y sobre todo existía una “cultura del pescado” muy extendida que permitía comprar aquellos productos que el mar te ofrecía ese mismo día. Actualmente, esta “cultura del pescado” se está perdiendo, tanto en la compra como en la cocina de los hogares españoles.

En consecuencia, es fundamental que los más pequeños reciban formación y recuperen esa cultura del consumo de pescado. Programas educativos como “Creix amb el Peix”, impulsado por el Gremio de Mayoristas del Mercado Central de Pescado de Mercabarna desde el año 2010, son fundamentales para democratizar el consumo de este producto entre la población.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, la reducción del IVA del pescado es una oportunidad histórica y más necesaria que nunca, ya que permitiría alcanzar diferentes objetivos:

- Ahorrar en la cesta de la compra básica del consumidor.
- Reducir la elevada inflación actual de los productos alimentarios.
- Concienciar a la población de que el pescado es considerado un alimento básico e imprescindible para llevar una dieta saludable.
- Apoyar a las empresas y a las personas que trabajan en el sector, así como favorecer el relevo generacional.
- Ayudar a sostener una pesca sostenible y a proteger las especies y hábitats marinos.

Por todas estas razones, el Gobierno está a tiempo de rectificar y, por tanto, de reducir el IVA de los productos de la pesca y acuicultura. De esta manera, potenciará el consumo generalizado de un producto tan saludable para las personas e impulsará un sector tan importante para el país.